jueves, 20 de enero de 2022

Conozca al hombre que salvó tres veces a Fidel... para estas y futuras generaciones: Prohibido Olvidar !!!

 

Conozca al hombre que salvó tres veces a Fidel... para estas y futuras generaciones: Prohibido Olvidar !!!
En el amanecer del 1 de agosto de 1953, cinco días después del asalto al Cuartel Moncada comandó la patrulla militar que hizo prisioneros a Fidel Castro, Oscar Alcalde y José Suárez. Ante la actitud de algunos soldados batistanos, que intentaron asesinar a los prisioneros, este hombre con gesto valiente y cívico, evitó el asesinato e imponiendo su autoridad pronunció la frase:
¡No disparen, que las ideas no se matan!
 
Cuando Fidel en voz baja le confesó que él realmente no era Francisco González Calderín, como se había identificado un rato antes con sus captores, sino el mismísimo jefe de la acción armada llevada a cabo contra la segunda fortaleza más importante del país, aquel militar de experiencia, que sabía muy bien lo que estaba pasando en el cuartel, solo atinó a darle un consejo que a la postre resultaría salvador:
 
—No se lo digas a nadie.
Batista había divulgado un infundio muy parecido a los que pululan hoy día en las redes: que los asaltantes al Moncada habían degollado a los soldados enfermos en el hospital, una mentira deliberadamente propagada con el fin de justificar la carnicería que se había ordenado de manera expedita desde el mando central, en La Habana, y que los matones de Río Chaviano estaban ejecutando con mucho entusiasmo.
 
Según se ha podido cotejar, en el ataque los revolucionarios habían tenido cinco bajas mortales, pero horas después fueron asesinados otros 56 jóvenes y si aquel mismo día no hubo más fue por la actitud de aquel militar que desde el momento mismo de la captura no se despegó un minuto de Fidel: lo condujo en la cabina del vehículo; y se negó a entregárselo al mismísimo comandante Pérez Chaumont –«El prisionero es mío», le dijo– y nunca se le ocurrió llevarlo al Moncada, sino al Vivac. Lo que le costaría su despido del Ejército. 
 
Una vez en el Vivac, Fidel fue interrogado por el propio Chacal de Oriente; los fotógrafos logran tomarle la conocida imagen con José Martí a sus espaldas; la prensa divulga la noticia de que el jefe del asalto no se encuentra muerto, como ya se había informado; y el revolucionario le da la cara al país: «Me hago responsable de todo».
 
Su nombre: Pedro Manuel Sarría Tartabull, Militar de carrera. Entró al Ejército de Batista como soldado en 1925 y fue superándose profesionalmente, lo que le permitió alcanzar el grado de teniente.
Después del triunfo de la Revolución, el teniente Pedro Sarría ―acompañado de alguno de sus hijos y vecinos― se presentó ante Fidel. Este lo llamó aparte y le dijo:
 
«¡Sarría, te hacía muerto!» y él le respondió: «Pues aquí estoy». Conversaron un rato, y Fidel le dijo: «Espérame aquí un momento pues tengo que hacer unas declaraciones». Cuando terminó, Fidel y Raúl hablaron con otros oficiales, y cuando se acercó al teniente Sarría le dijo: «Capitán: hemos acordado ascenderte a capitán, ¿te parece?». 
 
Fue jefe de la escolta del Primer Presidente que designó la Revolución. Así que estuvo en el Palacio y era jefe de la escolta presidencial del presidente provisional Manuel Urrutia e inmediatamente se integró a la Caravana de la Libertad que entró a La Habana el 8 de enero de 1959.
Decidió entonces seguir superándose y a los 59 años ingresó en la Universidad de La Habana, donde terminó las carreras de:
 
* Licenciado en Derecho Diplomático y Consular, 1961
* Licenciado en Derecho Administrativo, 1962
* Doctor en Ciencias Sociales y Derecho Público, 1963
* Doctor en Derecho, 1964.
Acumuló 11 títulos, de ellos 6 académicos y 5 universitarios.
 
Pasó los últimos años de su vida en una modesta casa en el reparto Mañana, en Ciudad de La Habana, en los años 70 ese hombre negro, fornido, ya entrado en años, pero con su porte militar todavía erguido y muy atento, había perdido totalmente la visión por una glaucoma que padecía desde el 64. Desafortunadamente en ese mismo año se le diagnosticó un cáncer que lo mataría 8 años después.
El capitán Pedro Sarría Tartabull, el oficial que casi veinte años atrás impidió con su honradez, su sentido del honor, su valentía moral y sus elevadas condiciones humanas, que Fidel Castro fuera asesinado vilmente por los sicarios de Batista. Hombre humilde pero su locuacidad impactaba, fallecía el 29 de septiembre de 1972, a los 72 años. Fidel asistió al sepelio y estuvo a cargo de despedir el duelo el comandante Pedro Miret. 
 
Pedro Sarría Fue inhumado en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el 10 de marzo de 2014 se inauguró en el patio del Cuartel Moncada una escultura del teniente Pedro Sarría.
Fidel al recordarlo decia:

 
«Todos le guardaban mucho respeto y consideración. No se le pudo salvar la vida. Ese hombre, uno entre mil, incuestionablemente simpatizaba de alguna manera o tenía cierta afinidad moral con nuestra causa, y fue realmente el hombre que en aquel momento determinó la supervivencia de nosotros»...«El teniente Sarría resultó una casualidad afortunada para la Revolución que estaba naciendo por aquellos días»...
La admiracion que sentía nuestro Comandante hacia Sarrías era innegable y jamás ocultó que le debía su vida, tal es así, que en cierta ocasión el amigo e intelectual español Ignacio Ramonet le comentó:
—Le debe usted la vida, evidentemente, Comandante
—¡Tres veces por lo menos!, le respondió Fidel.

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