viernes, 5 de noviembre de 2021

Matanzas: Retrato veloz de otra nueva normalidad (+ Fotos)

 



La provincia de Matanzas, una de las más castigadas por la pandemia de COVID-19, experimenta hoy el tránsito hacia una nueva normalidad con la reapertura gradual de todos los servicios.

“El paso más importante que puede dar alguien es siempre el siguiente”, sentencia un personaje en la novela Juramentada, del autor Brandon Sanderson. Parece cierto en el caso de la occidental provincia de Matanzas que, luego de registrar cifras de espanto durante el peor rebrote de la pandemia de la COVID-19 en Cuba, hoy participa en el titánico esfuerzo por encarrilar la vida nacional.

Fue terrible el mes de julio último: este territorio conmocionó al resto de la Isla y al mundo al superar los 18 mil casos activos de personas infectadas con el coronavirus SARS CoV-2, y llegó a sumar más de tres mil nuevos enfermos en una sola jornada.

¿Cómo retomar ahora el hilo de la vida? La nueva normalidad, ni tan normal ni tan nueva, se perfila como impostergable ante la desescalada en las cifras de positivos y la necesidad de reactivar la economía y toda clase de servicios: el comercio, la gastronomía, los trámites, el transporte…

Aunque la sombra de la enfermedad no desaparece (hoy apenas se percibe en Matanzas como un goteo que a veces no supera los tres casos por día) otras urgencias comunes a cualquier cubano de la actualidad aguijonean a los habitantes de esta región.

Las expectativas de progresar y dejar atrás el momento epidemiológicamente más complejo apuntan hacia nuevos horizontes a pesar de la crudeza de un contexto socioeconómico cada vez más desafiante.

Emprendedoras

Alimentos Alelí, primera mipyme constituida oficialmente en el territorio matancero, es uno de los nuevos actores económicos que aspira a mayor protagonismo en actual etapa de recuperación.

El día apenas comienza pero desde bien temprano se trabaja frenéticamente dentro de la casa amplia y ventilada ubicada en el reparto Pastorita, en la ciudad de Matanzas. Huele a viandas, frutas, condimentos y se nota de inmediato que todo el mundo conoce su tarea y cómo hacerla.

Un equipo en el que las mujeres son mayoría se mueve con la eficiencia de un hormiguero. Lo único que interrumpe la rutina es la llegada de algún cliente.

Se trata de la sede de Alimentos Alelí, una iniciativa emprendedora que comenzó como proyecto de desarrollo local en el año 2020 y, recientemente, fue la primera mipyme (micro, pequeñas y medianas empresas privadas) de Matanzas en constituirse bajo escritura notarial.

Su espectro es amplio: desde una planta de beneficio hasta mercados especializados, servicio de gastronomía y entregas a domicilio a partir de ventas por comercio electrónico, cada producto se comercializa exclusivamente en moneda nacional.

En medio de la nueva normalidad 14 féminas, alrededor de la mitad de las cuales no tenía otro vínculo laboral, encuentran en este sitio una oportunidad para ganarse la vida y aportar al hogar.

Odanys Molina Márquez llegó hace un año. Mientras selecciona los mejores granos del maíz para hacer rositas dice que se siente feliz al ser útil. “Trabajo en la planta de producción y me encargo de lo que haga falta: pelar viandas, preparar el zumo de limón o de naranja…

Odanys, de 47 años de edad, se siente útil con su trabajo en Alimentos Alelí, donde comenzó en pleno azote de la epidemia.

“Soy una mujer acostumbrada a hacer las cosas de la casa, y lo disfruto. Yo nunca tuve ningún empleo formal. Aquí tengo la posibilidad de aspirar a un retiro,” comenta.

A sus 47 años dice sentirse convencida de que tiene mucho que aportar, a sabiendas de que no queda otra opción en tiempos duros: “este es el momento de trabajar y cuidar a la familia, porque la familia siempre es lo primero”.

Maité Guerrero Zaldívar proviene de la vida militar. Tiene 53 años y es orgullosa madre de tres hijos: el mayor es médico y los otros se inclinan por una carrera en los deportes. Empezó hace poco en Alimentos Alelí a cargo de la limpieza y luego se sumó a la producción. Dice que se siente a gusto por el buen trato y las condiciones óptimas para cumplir con sus tareas con más eficiencia. “Aquí puedo ser útil y agradezco que tengamos bastante qué hacer todos los días”, señala.

En la sede de la mipyme, entre sus compañeras uniformadas, también se esmera Maricel Ramírez Pérez. Aquí hace las veces de elaboradora pero anteriormente se desempeñaba como camarera en el Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, la puerta ancha por donde llega la mayor cantidad de turistas al célebre balneario de Varadero.

La pandemia la obligó a reinventarse. Junto a su esposo, también empleado del aeródromo, vio en Alelí una alternativa de mantenerse vinculada laboralmente. Ambos fueron fundadores de este proyecto.

Aún en medio de la COVID-19 se impuso la vena creativa del cubano. El confinamiento se hizo necesario para frenar la propagación del coronavirus pero limitó aún más las opciones de la población a la hora satisfacer sus impostergables necesidades cotidianas, particularmente el acceso a alimentos.

La mipyme constituye fuente de empleo para 14 mujeres, algunas de ellas otro vínculo laboral anteriormente.

Alelí devino una alternativa confiable y muy oportuna para adquirir diferentes productos a través de la plataforma de comercio electrónico AgroMinuto, y recibirlos sin abandonar la seguridad del hogar. Sus ofertas gozan de la aceptación de un creciente número de clientes.

Sus metas apuntan con ánimo emprendedor a nuevos logros, contrataciones, proveedores, y mercados para colocar sus productos más allá de las fronteras de Cuba.

Las micro, pequeñas y medianas empresas privadas ya suman una decena en la provincia, con propósitos diversos: desde fabricación de materiales para construir, reciclaje, producción de partes y piezas, hasta la elaboración de muebles. Las nuevas posibilidades que se abren para estos actores económicos, en igualdad de condiciones con las entidades del Estado, hace que otros muchos aspiren a sumarse.

Mi mojito en Narváez

Tras casi dos años activa solo mediante el servicio a domicilio, la galería bar Artys reabre sus puertas a los clientes en Narváez.

Aunque acudan personas de todas las edades los jóvenes son la medida de Narváez. La calle, que salió de la decadencia gracias a las obras motivadas por los 325 años de la patrimonial ciudad de Matanzas, los atrae.

La pandemia los obligó a ausentarse y ahora vuelven como las aves migratorias para volverse a encontrar. A modo de bitácora colectiva del momento dejan un rastro digital en imágenes y videos que circulan en Instagram, Facebook, Telegram, Whatsapp.

Los servicios gastronómicos, en su mayoría a cargo del sector privado, aportan su particular sello al paseo fluvial que discurre en una margen del río San Juan, en el centro histórico de la bien llamada ciudad de los puentes. Entre los locales más concurridos destaca la galería bar Artys.

“Este fue el único bar donde no ocurrió ningún evento de transmisión del coronavirus en la zona, eso da la medida de que nos tomamos este asunto de los requerimientos sanitarios muy en serio”, comenta sin disimular su orgullo el joven Armando Hoyos Brito, titular del establecimiento.

“Mi mujer es doctora y tengo un niño chiquito, por eso el rigor a la hora de cuidarnos partió desde la casa. Esta es nuestra única fuente de ingresos. Aquí tuvimos que trazar estrategias porque fueron casi dos años sin poder abrir.

“Al comienzo de la pandemia ingenuamente no pensamos que se extendería tanto. Nos pusimos a arreglar el espacio, darle algunos retoques. Luego ante el rebrote buscamos alternativas como el servicio a domicilio”, señala.

Armando asegura que sus expectativas en la nueva normalidad tienen mucho que ver con formar parte del movimiento para hacer de la ciudad, conocida también como la Atenas de Cuba, un verdadero destino turístico, y llevar a la práctica aquella declaratoria oficializada en el ya lejano año 2018. “No queremos que este sea solo un punto de paso para llegar a Varadero”.

En cualquiera de los bares de la concurrida arteria citadina el sonido de la conversación y la música de fondo forman una mezcla envolvente junto con los aromas que provienen de su cocina. Quien llega en busca de buena comida, bebida y esmerada atención, no se va decepcionado.

Dicho esto, los precios de la carta hacen que tal disfrute quede fuera del alcance de buena parte de los lugareños. La realidad es que, como están las cosas, muchos matanceros no pueden permitirse ni un mojito en Narváez.

“Ofrecemos una oferta diferente. Prácticamente todos los productos tenemos que comprarlos en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC). Aunque la subida de los precios causó impacto en su momento todo el mundo sabe cuál es la situación que vivimos. Lo más importante para nosotros es que el cliente salga satisfecho”, asegura.

La situación epidemiológica afectó mucho la vida de Narváez, señala Yaima Lorente Alonso, cantinera en Artys. “Este es un lugar diferente a todos los demás en la ciudad. La gente viene a distraerse, a socializar, a hablar de negocios. La COVID-19 lo paró todo”.

“Nosotros queremos que quien venga aquí tenga un buen momento. Estamos para marcar la diferencia y tratamos de mantener la calidad. Por eso es importante también cumplir con las medidas higiénicas. Las personas comprenden que el rigor es por el bien de todos y son receptivas a eso”, refiere Yaima.

Por fortuna para otros de bolsillos menos llenos, que son la mayoría, existen alternativas en el concurrido paseo peatonal. Los servicios gastronómicos y de otro tipo en locales estatales como la popular cafetería El Barco o la Plaza Skidmore vuelven a estar disponibles para los clientes.

Sin lugar a dudas el atractivo más singular de Narváez es La Gruta del San Juan, un espacio de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ) donde se puede tocar con los ojos el patrimonio mundial de Cuba y el resto del mundo, gracias a la magia de la tecnología 3D.

Cada grupo ocupa su mesa, su banco, o su lugar en el muro bajo junto al río, como tribus urbanas que usan mascarilla y conviven mejor desde la distancia bajo la consigna de “juntos pero no revueltos”. Vuelven los niños, las familias. Poco a poco los matanceros reclaman cada palmo de un sitio que les pertenece por derecho. Todos tratan de recuperar el tiempo que la pandemia les robó.

Barco varado no gana flete

Sin descuidar las medidas sanitarias las familias vuelven a pasear por la calle de Narváez, luego de los duros meses de confinamiento y limitaciones para la movilidad ciudadana.

Más de mil 900 establecimientos que prestan diferentes servicios a la población en la provincia de Matanzas, entre ellos más de 500 pertenecientes al sector privado, cuentan actualmente con la certificación de la dirección de Inspección Sanitaria Estatal, imprescindible para operar. Así lo confirma Humberto Rodríguez Sardiñas,  coordinador para temas de la defensa en el Gobierno Provincial del Poder Popular.

Desde el momento mismo en que se determinó la reapertura gradual de los servicios, ante la tendencia al control de la epidemia, funcionan en todos los municipios grupos multidisciplinarios encargados de velar por que se cumplan los requerimientos de bioseguridad para no retroceder en el terreno ganado a la pandemia. Participan, entre otros, inspectores, técnicos de higiene, especialistas del comercio y la gastronomía, y agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR).

Hasta la fecha se observa en general disciplina por parte de los trabajadores y la población en el uso del nasobuco, soluciones desinfectantes, y a la hora de respetar el distanciamiento, aunque las aglomeraciones en las colas son un asunto no resuelto en el territorio, según refiere el funcionario.

“El tema de mantener la separación establecida entre las personas en las colas es responsabilidad tanto del propio pueblo como de las diferentes administraciones de las entidades del comercio y la gastronomía, por mencionar algunos que presentan los principales problemas con el orden y la disciplina”, alega.

De acuerdo con el coordinador la situación con las indisciplinas se torna más compleja en municipios con mayor cantidad de población como la localidad cabecera, Cárdenas, Los Arabos y Jagüey Grande, que también estuvieron entre los más castigados por el azote del SARS CoV-2.

Acaso por aquello de que “barco varado no gana flete”, los trabajadores privados son quienes con mayor prontitud y beneplácito se suman al proceso de revitalización de los servicios, y en general se muestran más receptivos ante las indicaciones y apercibimientos, significa Rodríguez Sardiñas.

Sin embargo el panorama está lejos de ser color de rosa. Más de 14 mil multas por incumplir el Decreto 31 de 2021 del Consejo de Ministros (De las infracciones de las medidas sanitarias para la prevención y enfrentamiento de la covid-19) se impusieron en lo que va del presente año, con un importe superior a los 31 millones de pesos, según el coordinador.

Ante la tan esperada reapertura gradual de las fronteras cubanas al turismo internacional, a partir del actual mes de noviembre y como parte de la temporada alta de invierno, también se refuerza la vigilancia especialmente en instalaciones recreativas en el destino Varadero.

“Están tomadas todas las medidas preventivas, organizativas y de aseguramiento para que tengan éxito las operaciones turísticas en territorio matancero. El contacto directo con clientes extranjeros hace vulnerable a un sector de la población, de ahí la necesidad de tomar todas las precauciones”, asevera el coordinador.

De acuerdo con la información facilitada por Rodríguez Sardiñas, a finales de octubre último en el sector de la llamada industria sin humo, en Matanzas más de 200 centros estatales de la red extrahotelera estaban certificados por las autoridades sanitarias, y alrededor de medio centenar de hoteles como parte del programa por un turismo más higiénico y seguro. La cifra se actualiza a diario.

Viene el tren

El paseo peatonal es uno de los espacios más concurridos de la ciudad de Matanzas, y ofrece varias opciones recreativas y gastronómicas.

Si el turismo es, como coloquialmente se dice, la locomotora de la economía cubana, entonces Varadero debe ser el potente mecanismo que la mueve.

En el afamado destino que cuenta con la playa reconocida como la segunda mejor del mundo se ubica el restaurante El Aljibe, donde labora desde hace un cuarto de siglo Reynold Díaz Baeza, un cubano que le ganó por partida doble a la COVID-19.

Su esposa, la doctora Idania Amaro Ramírez, jefa del servicio de pediatría en el hospital territorial de Cárdenas, fue una de las protagonistas de la batalla a muerte contra el coronavirus que disparó las cifras de positivos en edades pediátricas.

“Esa noche cuando la llamaron para decirle que estaba designada al frente de una extensión hospitalaria en el hotel Turquesa, solo la miré y le dije: pa’lante mi guerrera. Idania se enfrentó a esa gran tarea y el objetivo se cumplió”, rememora.

“Desafortunadamente más tarde enfermó de COVID-19 y luego yo fui positivo. Fueron días difíciles cuando respirar solo un poquito era un logro. Gracias a los intensivistas salimos de la gravedad e Idania volvió a su importante labor. Hoy estamos celebrando prácticamente nuestro regreso a la vida”, comenta.

Por fin de vuelta en El Aljibe, ya reabierto al público, Reynold procura encontrarle a todo la cara más amable, mientras comparte con sus compañeros el entusiasmo por volver a hacer lo que le gusta. Todo el mundo está ansioso por volver al ajetreo pre-pandémico y sentirse útil.

“Para los próximos días cuando comiencen a arribar ya en números mayores los clientes nos sentiremos realizados, siempre convencidos de que disfrutar de nuestro sabor criollo es una experiencia inigualable”, sentencia.

La paradisíaca Península de Hicacos, provista de una planta hotelera con cerca de 60 alojamientos que agrupan alrededor de 22 mil habitaciones, se preparó con intensidad para ofrecer a sus clientes en la temporada alta invernal altos estándares de confort y bioseguridad.

Ivis Fernández Peña, delegada del Ministerio del Turismo (Mintur) en la provincia de Matanzas, informó en octubre último durante una conferencia de prensa sobre los preparativos para la reapertura, con más de 20 mil 600 acciones de mantenimiento e inversiones ejecutadas.

La delegada significó entonces el crecimiento del mercado ruso en Varadero en los últimos tiempos, con más de 60 mil vacacionistas de esa nacionalidad que llegaron desde abril último, convirtiéndose este año en el principal país emisor al balneario.

Para Yoel Hernández Lantigua, trabajador hotelero, la llegada de varios viajeros de manera anticipada por estos días es un buen síntoma de lo que está por venir, y demuestra una sólida confianza en el producto cubano, atractivo y seguro.

“Extrañábamos este ambiente, volver a trabajar. Durante el confinamiento personalmente aproveché para disfrutar de más tiempo en casa con mis dos hijas pero ya era hora de poner manos a la obra para recuperar la economía del país. El colectivo mantuvo contacto a través de las redes sociales con clientes repitentes, quienes están ansiosos por regresar a Varadero”, cuenta Yoel.

A su juicio el avance de la vacunación contra la COVID-19, primero de los trabajadores del sector y luego de la población en general, es otro incentivo para viajar a la Isla. “Ahora estamos mejor preparados, contamos con experiencia en el cumplimiento de rigurosos protocolos sanitarios”.

Datos facilitados por el doctor Arístides García Herrera, al frente de la comisión provincial encargada de la vacunación, dan cuenta de que este primero de noviembre 501 mil 565 personas en Matanzas ya habían recibido el esquema completo, lo cual representa un 70,9 por ciento del universo identificado.

Alexis Medel Avilés, director de la sucursal de servicios médicos cubanos en Matanzas, refirió recientemente a la Agencia Cubana de Noticias (ACN) que las instalaciones hoteleras en el polo contarán con médicos y enfermeras las 24 horas, quienes recibieron preparación especial y adiestramiento en idioma ruso.

Medel Avilés también informó a la ACN que en Varadero se mantendrá Cuatro Palmas como hotel hospital, con una treintena de capacidades distribuidas en dos bloques para positivos y sospechosos al coronavirus, y se mantendrá una estricta vigilancia sanitaria.

Turistas nacionales y extranjeros fijan su atención en las cálidas arenas blancas bañadas por el mar azul turquesa del balneario más famoso de la mayor de Las Antillas. Para fines de año se espera una cifra de vuelos alentadora. Mientras tanto, las ansias se multiplican en torno a la arrancada de ese tren que debe impulsar a otras ramas de la economía.

Precios, desprecios

En Matanzas, como en el resto de la isla caribeña, se encarece la vida ante los precios que no paran de subir porque la oferta, especialmente en entidades estatales, es escasa, lo que anula la capacidad de los nuevos salarios para satisfacer las necesidades cotidianas. El bloqueo impuesto por Estados Unidos, el más prolongado de la historia, no para de golpear donde más duele.

Los productos disponibles en las tiendas en MLC crean bandos, marginan a un sector mayoritario, salvan a un grupo privilegiado al tiempo que alimentan a la hidra de las incontables cabezas de la reventa, la especulación, y el acaparamiento.

Se hace difícil conservar la cordura y la esperanza mientras te apuñala el bolsillo un particular que vende una simple cuchilla de afeitar desechable “de marca” en 500 pesos cubanos, cada libra de carne de cerdo por encima de los 100, o en más de tres mil un par de zapatos que necesita el muchacho a punto de volver a clases presenciales.

Precisamente el regreso a la Universidad de Matanzas obliga a la joven Yura Santa Cruz Morales, estudiante de cuarto año de ingeniería industrial, a levantarse cada vez más temprano para llegar a tiempo. Aunque a veces ni madrugar funciona porque es “caro y escaso” el transporte desde el municipio de Colón hasta la localidad cabecera.

La muchacha de 24 años de edad se cuenta entre los tantos lugareños que soportan, entre la incredulidad y la impotencia, la explosión de los precios de prácticamente todo. “Cerca de mi casa los particulares vendían el jamón a 140 la libra y en solo cinco días subió a 165. ¿Qué se supone que debe hacer el que no tiene MLC para comprarlo por el Estado?”, se lamenta.

Otra matancera residente en la ciudad de los puentes, Evelyn de la Caridad Santa Cruz Quevedo, se queja de que todo hay que “comprarlo por la calle”, en particular los alimentos más indispensables, porque en las tiendas poco se puede hacer con la moneda nacional, la que gana el cubano.

“Una libra de mortadella especial valía 120 pesos la libra en las carnicerías particulares, ahora ya anda por los 160 o 180 cuando la encuentras. Así no se puede. Muchas veces le das mil vueltas a Matanzas y vuelves a la casa con las manos vacías”, admite Evelyn.

“Esto es un abuso. No son precios, son desprecios”, es la reacción de un usuario de Facebook que se lee en su comentario a un post destinado a facilitar la venta de artículos varios, entre ellos ropa y productos de higiene, a precios exorbitantes.

Desde los huevos hasta los antibióticos, desde el refresco hasta los bolígrafos, desde los condones hasta la pasta dental, desde la ropa interior hasta el cemento: los costos se elevan sin control al amparo de la supuesta ley de la oferta y la demanda. Sin sigilo, sin ambages, buena parte de la mercancía comprada en moneda libremente convertible se cotiza a precios de infarto en los grupos públicos de compraventa en Facebook y Whatsapp.

Un esfuerzo extraordinario

“En julio el país nos puso el corazón”, enfatiza Yirenia Zuleta Laguardia, funcionaria de la coordinación de alimentos del Gobierno Provincial del Poder Popular en Matanzas. Ella no olvida que en el momento más oscuro llegó la ayuda proveniente de otros puntos de la geografía nacional, desde plátanos procedentes de Ciego de Ávila hasta medicinas donadas por residentes en La Habana.

“Cada día se manejaban en la provincia toneladas (t) de productos de todo tipo y funcionaba un consejo destinado a su distribución equitativa”, recuerda. En medio del exponencial incremento de contagios y fallecimientos la región llegó a tener abiertos 232 centros de aislamiento que requerían comida, medicamentos y otros recursos.

“En esa etapa recibimos harina de donación y se pudo vender al pueblo más de ocho t de galletas, principalmente a los núcleos familiares de la localidad cabecera y Cárdenas. Se atendió de manera diferenciada los consejos populares más vulnerables, áreas en cuarentena con productos cárnicos y de la pesca.

“Se entregaron módulos a más del 50 por ciento de los núcleos de toda la provincia. Se reforzó la alimentación para el Sistema de Atención a la Familia gracias a donaciones de productos como el frijol, y permitió bajar los precios para proteger a ese sector”, precisa Zuleta Laguardia.

En julio se distribuyeron unas seis mil 800 t de productos agropecuarios en Matanzas, de las cuales 150 procedieron de otros territorios del país. Por contraste en septiembre, muy diferente en cuanto al enfrentamiento a la pandemia, la provincia generó alrededor de siete mil 700 t de producciones propias del agro, según la funcionaria.

Ricardo Menéndez Chapelín, coordinador de la esfera de alimentos del Gobierno Provincial del Poder Popular, afirma que ante la actual etapa de recuperación constituye un desafío el déficit de insumos y materias primas.

“Buscamos incrementar áreas de siembra para obtener mayores producciones de alimentos y así lograr en un corto o mediano plazo bajar los precios, y satisfacer en mayor medida la demanda de la población”, refiere.

“Estas limitaciones hay que contrarrestarlas a partir de hacer más y con mayor calidad. Se impone buscar más insumos propios del territorio, de los centros de la elaboración y las industrias y mini-industrias que tenemos.   Pronto volverá el turismo, eso indudablemente deberá oxigenar la economía, con nuevas posibilidades para importar y exportar.

“Antes de la pandemia el escenario era más favorable. En medio del rebrote el país nos ayudó con todo. Hubo ofertas en el sistema gastronómico y también en las tiendas. En los meses posteriores se hizo un esfuerzo extraordinario por buscar soluciones propias, y dar atención sobre todo a las comunidades más vulnerables.

“Hay que hacer mucho más, pero no estamos con los brazos cruzados. Hay que enfrentar muchos problemas pero un importante grupo de trabajadores están enfrascados en revertir la situación, en cambiar su propia vida. Algunas unidades sobresalen en la avanzada como el restaurante El Bahía y el centro recreativo Cuevas de Bellamar.

“Un ejemplo en la búsqueda de nuevas opciones es la Empresa Integral Agropecuaria de Matanzas y sus cinco mini-industrias donde se aplican disímiles iniciativas para mantener las producciones.

“Hoy los precios en el mercado son altos, sobre todo de los alimentos. A partir de los análisis con el comité de contratación actualmente se valora dejar topados un grupo de productos, aunque serán los mínimos. El resto se comercializará a partir de la oferta y la demanda o por acuerdo entre productor y cliente”, explica el funcionario.

“Existe una afectación muy grande con la carne de cerdo porque no disponemos del pienso, por eso escasea y alcanza un alto precio. Vendimos más de 15 mil de esos animales a los particulares para que los críen con sus propios recursos. El Estado tiene que pagar la libra de cerdo en pie a más de 90 pesos, y cuando se lleva a los centros gastronómicos su costo se eleva.

“El administrador de cada unidad gastronómica tiene facultades para comprar productos y materias primas, es imprescindible hacer autogestión en las bases productivas, también por parte de los cuentapropistas para encontrar mejores ofertas y facilitar el acceso a la población”, valora Menéndez Chapelín.

A decir del coordinador se avizora un escenario más halagüeño para el actual noviembre a partir del incremento de producciones agropecuarias, y mayor presencia de productos como plátano, yuca y boniato, además de ser la época de las hortalizas, tanto para la venta al pueblo como con destino a los centros de elaboración.

Asumir la nueva normalidad es imperativo, como lo es también calibrar en su justa medida el peligro de ceder terreno ante el mandato puro y duro de la oferta y la demanda. No se precisan estudios avanzados en ciencias económicas cuando el sentido común enciende las alarmas.

Ni remedios mágicos, ni concesiones, ni falsas expectativas ni recetas para el éxito instantáneo…el camino habrá que labrarlo entre todos, a base de sudor. Si algo enseña la historia, la antigua y la reciente, es que no es esta una tierra de cobardes.

A pesar de una economía apuntalada y el dolor por la pérdida de no pocas vidas que la pandemia arrancó, la gente le pone el alma a la recuperación, porque no queda otra alternativa que la de salir adelante con el propio y colosal empeño. Como Cuba toda, Matanzas se levanta.

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