Amplios
reportajes fílmicos sobre las gigantescas revueltas populares en Túnez,
Egipto y Libia a lo largo de 2011 describían el uso masivo por los
manifestantes de plataformas de Internet en las redes sociales. Aquellos
jóvenes intercambiaban mediante sus celulares todo tipo de consignas,
denuncias o recibían indicaciones de las organizaciones que lideraban
aquellas revueltas, mantenían una interacción con otros manifestantes
con los que se reunían en parques y avenidas, trasladaban imágenes en
vivo a los medios de prensa o mensajes en la red sobre lo que estaba
ocurriendo.
Las nuevas herramientas permitían visibilizar en todo el
mundo, de acuerdo a patrones dictados por Washington en las plataformas y
redes sociales, la intensidad y la violencia de las protestas
antigubernamentales y su represión policial. Un destacado
asesor de la política yanqui comentaría años después sobre aquellos
sucesos y lo que significó para el accionar político de su país integrar
estas redes en sus herramientas diplomáticas, convertidas en
“aceleradores de un supuesto cambio democrático en el Medio Oriente”.
Mientras tenían lugar aquellos eventos en 2011 algunas operaciones
encubiertas patrocinadas por la USAID y la NED, visiblemente
relacionadas con los servicios especiales norteamericanos, venían
ejecutándose desde tres años antes para instigar lo que los propios
norteamericanos denominaron como una “Primavera Cubana” al estilo del
Medio Oriente.
Nuevos programas sediciosos en marcha
Un documento informativo elaborado por la USAID sobre el programa
secreto “Apoyo a la sociedad civil cubana”, fechado el 28 de enero de
2009 en San José, Costa Rica, constituye una prueba irrefutable de la
naturaleza sediciosa e injerencista de estos proyectos. El programa fue
promovido por la USAID a través de su “Oficina de Iniciativa para la
Transición” (OTI), con participación de otras instituciones como
Creative Associates International de Costa Rica y Communications,
Control Systems and Signal Processing, y otras entidades que se
incorporarían sucesivamente o actuarían en estrecha coordinación desde
otros proyectos paralelos en curso.
Este programa se extendería por un periodo inicial entre 2008 y 2011
siguiendo la norma de la mayoría de sus proyectos, los que renuevan sus
asignaciones monetarias en posteriores años fiscales.
El programa develaba el dominio de un alto nivel de datos e
informaciones sobre la realidad interna cubana, resultado de estudios
previos de situación operativa propios de la actividad de inteligencia.
Este documento reflejaba con cinismo sus preocupaciones sobre los
obstáculos y el riesgo que enfrentaban al realizar estas acciones dentro
de Cuba dada la hostilidad existente contra sus programas. Esto podría
explicar la aplicación por la USAID de fuertes protocolos de seguridad
para sus subcontratistas como se aprecia en sus documentos de trabajo.
Valoraban con cinismo la crisis económica existente en el país como
una oportunidad estratégica para sus objetivos, que facilitaba en gran
medida el desenvolvimiento de sus programas subversivos a lo interno.
Con total desfachatez expresaban en sus documentos originales que la
crítica situación de la economía cubana “le resta legitimidad al
gobierno cubano e incrementa la motivación de los ciudadanos al cambio”.
El mega proyecto “Apoyo a la sociedad civil cubana” instituyó sin
dudas un novedoso modelo subversivo que ha mantenido su vitalidad hasta
nuestros días.
Esbozó como “Misión” promover “la transición en Cuba, sacar el país del
estancamiento a través de iniciativas tácticas y poner en movimiento el
proceso de transición hacia el cambio democrático”.
Al definir el éxito final al que aspiraban sus promotores expresaron:
1) “Una variedad de plataformas ciudadanas están establecidas
sólidamente como organizadores comunitarios legítimos (las consideraban
como vehículos para el involucramiento comunitario)”.
2) “Las plataformas comunitarias están activamente involucradas en
los procesos de cambio (las concebían como iniciativas de terreno
promoviendo la eficacia de la base hacia arriba)”.
La última afirmación del documento remataba un enfoque retrógrado y
confuso al postular: “En última instancia, el éxito significa que cuando
aparezca la oportunidad de posibles reformas sociopolíticas la sociedad
cubana esté preparada para ser parte de la conversación”.
El enemigo pretendía desconocer la capacidad del pueblo
cubano para decidir su futuro. Nuestra sociedad ha demostrado con creces
estar preparada para asumir los cambios socioeconómicos que necesita la
nación. La aprobación mayoritaria de su nueva Constitución de la República es evidencia de ello.
De acuerdo con este programa, la USAID estableció sólidos puntos de
vista para un trabajo sedicioso y conspirativo de largo alcance al
concebir en una primera fase la construcción de “plataformas
ciudadanas”, estructuradas, preparadas y con variados propósitos; las
“plataformas de comunicaciones masivas alternativas” con “un acceso
masivo, contenido inteligente y no censuradas”, y los denominados
“espacios para reuniones masivas, no amenazantes para el estado”.
Tras la apariencia externa de estas formulaciones que poseen una
identidad social reconocida en el mundo, subyace el trasfondo engañoso
del enemigo que aspira a utilizar estos mecanismos sociales como un
artilugio de hostilidad y odio contra la Revolución en un renovado
intento de restauración de un sistema abolido por nuestro pueblo desde
1959.
El enemigo intenta engañar al mundo negando la legitimidad de las
plataformas ciudadanas surgidas al calor de la Revolución cubana durante
más de 60 años, mientras intenta fabricar y proclamar otras que brinden
cabida a los intereses de mercenarios, traidores y anexionistas al
servicio del imperio yanqui.
Estas formulaciones no eran letra muerta o un ejercicio teórico pues
se ejecutaban a toda marcha contra Cuba como fue la operación encubierta
Zunzuneo, una plataforma comunicacional alternativa que se desplazó
entre 2009 y 2011 enmascarada tras una red social de mensajería que
alcanzó más de 45 000 usuarios, principalmente jóvenes y la organización
de unos 1 331 grupos.
El programa “Apoyo a la sociedad civil cubana” se atribuyó un “logro
significativo sin precedentes” con la creación de Zunzuneo, el que
estaba dirigido a promover comunicaciones independientes “que brindarían
un acceso futuro a los móviles de más de 400 000 cubanos”.
Este programa se atribuyó también “un crecimiento significativo en el
movimiento contracultural” de la juventud en la capital, atribuyéndose
como logro una supuesta “marcha contra la violencia celebrada en
noviembre 2009”. Un incidente como este había tenido lugar en esa fecha
como parte de una provocación organizada por elementos
contrarrevolucionarios internos, en la que algunos jóvenes instigados
por estos habían desfilado entre las calles G y J en la barriada del
Vedado, lo que no tuvo mayor trascendencia en la población.
Una segunda fase del trabajo subversivo de este programa estaba
referido “al apoyo de iniciativas para la rendición de cuentas de abajo
hacia arriba”, las que perseguían trasladar preocupaciones que ellos
catalogaban como “legítimas” a los líderes de las comunidades, para que
se convirtieran en “presiones públicas, viables y exitosas”, como una
forma más de presión contra las autoridades locales.
Esto último no era algo nuevo. Es un componente básico de la
doctrina del golpe suave recogidas en los manuales de “lucha no
violenta” del politólogo norteamericano Gene Sharp, que
sirvieron de marco doctrinal de las acciones subversivas durante el
derrumbe del socialismo en Europa Oriental y más tarde en las
denominadas revoluciones de colores y la Primavera Árabe. Actualmente es enaltecida en el discurso político de la derecha cubano- americana y por organizaciones terroristas de Miami.
Esta metodología es el componente principal del “Modelo para el cambio social” que propone este programa enemigo.
El mismo aboga por el fortalecimiento de un liderazgo y una
estructura comunitaria a nivel de base, la sucesión de “pequeñas
victorias” que incrementen la motivación y la participación de la
comunidad y las presiones de abajo hacia arriba a favor de reformas
socio-económicas; según este programa esto haría posible nuevas
presiones reformistas internacionales sobre el país y finalmente
presuntas negociaciones con el gobierno a favor de reformas que
incluirían la participación de la sociedad civil.
Pero el modelo de sociedad civil en Cuba que concibe el enemigo es
contrario a la participación mayoritaria de organizaciones sociales,
políticas y de masas inspiradas en un rumbo revolucionario que define el
carácter de nuestro modelo socialista. Obviamente, el enemigo
excluye también de este “modelo para el cambio social” a la guerra
económica que ejecuta contra Cuba y a las millonarias asignaciones de la
propia USAID y a la guerra mediática y de influencia subversiva que
actúan permanentemente sobre el entorno social cubano.
Estas son precisamente sus palancas para tratar de forzar ese
supuesto “cambio” y constituye el principal arsenal subversivo para
empujar al país a la desestabilización y el caos interno.
Un elemento novedoso de este programa subversivo es el
trabajo dirigido contra “personas claves” dentro la población a los que
segmenta o divide no por su edad, nivel económico, cultural o posición
social sino por su supuesta “lealtad al régimen”.
Lo anterior introducía un nuevo criterio de selección del “potencial”
en el país a trabajar por el enemigo, sin duda voluble y arbitrario,
copiada según sus propias fuentes de las experiencias del movimiento de
oposición serbio OTPOR en las denominadas revoluciones de colores, el
que segmenta la población en cinco grupos.
Obviando cualquier análisis sobre la inconsecuencia de esta fórmula
introducida en este programa de la USAID me limitaré simplemente a
explicarla a los lectores.
El grupo 1 es considerado por el enemigo como el “activamente leal”.
Pero el énfasis principal de su trabajo futuro de influencia recaería
sobre los ciudadanos a los que catalogaba supuestamente como
“pasivamente leales” (grupo 2) y los llamados “neutrales” (grupo 3).
Entre los “pasivamente leales” el enemigo ubicaba a los “ciudadanos
escépticos pero simpatizantes del régimen”. Entre los “neutrales”
situaba caprichosamente a los cuentapropistas, agricultores pequeños y a
los operadores del mercado negro, considerándolos como parte de la
“ecuación para un cambio sociopolítico”.
Consideraban que el desafío fundamental de trabajar sobre estos dos
grupos era psicosocial, para contrarrestar su apatía y desesperanza y
lograr finalmente su deseo “a favor del cambio”.
El objetivo mediato de este programa era incorporar respectivamente
los grupos 2 y 3 a las categorías de “desleales pasivos” (grupo 4) y
“desleales activos” (grupo 5), convirtiendo según sus palabras, “lo
latente en acción”, lo que significaba dotar esta acción de una
naturaleza ofensiva y abiertamente contrarrevolucionaria.
Dentro de los “desleales pasivos” el enemigo catalogaba por igual a
personas religiosas católicas, jóvenes des-socializados y blogueros en
las redes a los que consideraba cada vez más confrontacionales, así como
a los ciudadanos de la “cultura subterránea que negocian espacios para
la libre expresión”.
Entre los “desleales activos” incluía a los elementos
contrarrevolucionarios, los que evaluaba como “carentes de estrategia,
coordinación y mensajes tangibles, desconectados del ciudadano promedio,
que habían perdido estatura y relevancia internacional, aunque
mantenían cualidades como el coraje y poder de permanencia”.
Al margen de la superficialidad o incongruencia de semejante
segmentación, el enemigo aspiraba en esencia a empujar a supuestos
ciudadanos pasivos a “un proceso de cambio de régimen”. Para ello
promovió un diseño metodológico dirigido a identificarlos, ganar su
confianza, estimularlos a la acción con metas y agendas para el cambio,
desarrollarle habilidades de liderazgo, estructurarlos, apoyar sus
acciones y conformarlos en redes ciudadanas. Estos componentes mantienen su vigencia en la actuación del enemigo en estos momentos.
Entre los sectores sociales considerados como estratégicos, la USAID y
su gobierno incluyeron en este programa a los estudiantes
universitarios, la juventud y los que denominan “la contracultura”, los
ciudadanos católicos de base, los pequeños agricultores, los
afrocubanos, los cuentapropistas, la comunidad LGBT y las víctimas
afectadas en esos momentos por un huracán en tres provincias,
prioridades que aún mantienen.
Los logros del programa considerados por la USAID
El programa reconocía haber obtenido hasta esos momentos distintos
“logros” en su administración e implementación dentro de Cuba lo que
demostraba su carácter ilegal e injerencista. Al margen de una posible
falsedad o exageración en los datos aportados en este informe, la USAID
declaraba con desfachatez haber logrado asociar en estos planes a más de
30 ONGs de 15 países latinoamericanos, establecer “relaciones de
trabajo” con una red de más de 100 jóvenes católicos, mantener
relaciones de confianza con 120 cuentapropistas y estudiantes de
universidades de cuatro ciudades en el país.
Reconocía también una relación inicial con más de 120 jóvenes que
constituían figuras de la “contracultura” y una posible relación futura
con más de 500 “beneficiarios” potenciales de otros sectores. Por último
refirieron la “puesta en marcha de una iniciativa para establecer un
centro de entrenamiento local para activistas sociales”, cuya existencia
no fue posible determinar en esta investigación histórica.
Finalmente, el programa reconoció más de 47 donaciones aprobadas por
su gobierno con una cifra superior a los $ 2,32 millones, con $ 1 millón
de gastos ejecutados hasta ese momento. Admitió el acceso a una
asistencia material que les permitió entregar directamente a sus
“beneficiarios” captados unas 70 laptops, 40 celulares y 220 USBs y
discos duros externos, así como la “presencia” del programa en seis
provincias cubanas como Pinar del Río, La Habana, Villa Clara, Camagüey,
Holguín y Santiago de Cuba, en una primera etapa.
La evaluación de los “logros” obtenidos hasta esos momentos reflejaba
el optimismo de la USAID y su confianza de que en 2011 habrían
alcanzado los objetivos planteados en aquel programa. Pero una vez más
subestimaba a la Revolución cubana.
Los casos de Allan Gross y Zunzuneo tributaban a los objetivos del programa “Apoyo a la sociedad civil cubana”.
En momentos que se desplegaba con fuerza el programa analizado en
este ensayo histórico el subcontratista norteamericano encubierto de la
USAID Allan Gross había arribado al país en 2009 como empleado de la
Development Alternative, Inc (DAI) introduciendo ilegalmente medios de
infocomunicaciones con los que abasteció y entrenó a redes internas
independientes para garantizar una futura interacción entre las pequeñas
células creadas y el libre acceso satelital a Internet.
Se trataba de otro proyecto secreto de la USAID operado por un
experto en tecnologías de comunicación que había laborado en más de 50
países. Según medios de prensa, había elaborado sistemas satelitales de
este carácter durante las intervenciones militares norteamericanas en
Iraq y Afganistán. Alan Gross fue encarcelado y juzgado más tarde por
los tribunales cubanos.
En la sentencia dictada por los tribunales quedaba probada su
intención de crear condiciones para la difusión de informaciones
distorsionadas de la realidad cubana y la promoción de acciones de
desobediencia civil cuya fuente de información no pudiese ser detectada
por las autoridades.
En esos momentos se desplegaba también otra peligrosa operación
encubierta de la USAID conocida con el nombre de “Zunzuneo” que se
desplazaba en el sector de las telecomunicaciones, la que promovió a
modo de disfraz una gigantesca red social de mensajería para personas
jóvenes con temáticas amenas y despolitizadas relacionadas con el arte,
el deporte, la música u otras curiosidades. Zunzuneo” fue diseñada
especialmente para Cuba por el enemigo a un costo millonario e instaló
de forma encubierta una plataforma comunicacional horizontal entre
teléfonos celulares de jóvenes usuarios cubanos ajenos a esta nueva
patraña.
Por su trascendencia, esta investigación histórica brindará al lector
en el próximo ensayo la forma en que fue articulada internacionalmente
esta operación a partir de documentos inéditos de la USAID y sus
mercenarios a sueldo.
Muchos lectores coincidirán conmigo que los casos de Allan
Gross y Zunzuneo fueron dos operaciones encubiertas dirigidas por la CIA
y pagadas por la USAID a un costo millonario.
Fueron sin duda proyectos novedosos de alta tecnología organizados
minuciosamente pero inspirados y puestos al servicio de la maldad y el
odio hacia Cuba, en momentos que el acceso a Internet se iba
desarrollando a pesar de los obstáculos del bloqueo económico
estadounidense y que pretendían crear plataformas de mensajería grupal
fortaleciendo una relación a todas luces inocente y despolitizada de
jóvenes usuarios para crear la simiente de pequeños células dentro de la
red social, fuera de todo control de nuestras autoridades.
Era parte también de un trabajo gradual, por etapas, diseñado desde
un programa global y estratégico de la USAID buscando escalar en un
futuro a la confrontación de mensajes con puntos de vista más
confrontacionales, aprovechando cualquier coyuntura favorable para
seguir abonando el terreno hacia el proyectado cambio de régimen.
Tras el fracaso de las operaciones de Allan Gross y Zunzuneo, la
Radio y TV Martí anunciaron en 2013 la operación “Piramideo”, con
propósitos similares: crear una red social de “amigos” con fondos de la
USAID y estructurar una nueva plataforma de mensajería contra Cuba.
Al año siguiente quedaría al descubierto también el programa
“Commotion”, pagado por el Gobierno de Estados Unidos, que proyectó
fallidamente establecer ilegalmente una conexión inalámbrica WI-FI
dentro de Cuba.
La falacia de una Primavera Cubana se derrumbó estrepitosamente.
Todos estos proyectos formaban parte de un vasto plan subversivo abarcador como el de “Apoyo a la sociedad civil cubana”,
entre otros 479 programas, que marcharon desde entonces hasta la
actualidad contra Cuba con el beneplácito del Gobierno de Estados
Unidos, mediante aportes monetarios calculados en $148 121 350.
No quiero terminar sin brindar nuevos elementos a nuestros lectores
sobre la conducta sinuosa de la USAID en la aplicación de sus programas
Democracia contra Cuba, las que realiza como agencia federal
independiente bajo el control del Departamento de Estado estadounidense.
Los estrictos protocolos de seguridad que la USAID suministra a sus espías
Si alguien tuviera alguna duda sobre el carácter conspirativo de
estos proyectos lo invito a leer fragmentos textuales de un protocolo de
seguridad entregado por la institución CREA CR, precisamente una de las
promotoras del programa USAID analizado, suministrado a sus emisarios
que viajaban a Cuba en esos años.
El texto alude a algunos lineamientos de un “plan de emergencia” a
seguir en caso de detención o interrogatorio del visitante —entiéndase
subcontratista de la USAID— por las autoridades cubanas.
Podría resultar algo inusual en el mundo que una ONG extranjera
instruya a un simple turista que visite un país para veranear cuál debe
ser el comportamiento que debe mantener en caso de ser detenido o
interrogado por hechos de carácter político.
En la narrativa de estas indicaciones resalta el interés de la USAID
de no divulgar dato alguno sobre la organización que lo envía, el
contenido del programa o sus contrapartes, el objetivo de su viaje y
mucho menos admitir contactos con “elementos contrarrevolucionarios o
contrarias al gobierno” durante su estancia, todo lo cual evidencia el
ambiente conspirativo de estas visitas a Cuba. Les ofrezco algunos
fragmentos originales de estas orientaciones.
“Relato acerca de la razón de estar en Cuba
“[…] El interrogatorio puede ocurrir informalmente en la calle y ser
llevado a la estación de policía o al centro de detención, en su cuarto
de hotel o en el aeropuerto a su llegada o salida de Cuba.
Durante cualquier interrogatorio (o cualquier otra conversación sobre
el tema), no mencione a CREA, el programa de CREA, ni a sus
contrapartes en Cuba.
“Durante la detención o el interrogatorio, el procedimiento usual
para operar de las autoridades cubanas es el de asustarle, confundirle y
usar cualquier poder psicológico que pudieran utilizar en su contra.
“Su objetivo primordial durante el interrogatorio es mantener la
calma, hacerlos entender que no van a conseguir nada con ese
cuestionamiento y seguir manifestando que no comprende qué es lo que
piensan que ha hecho mal.
“A pesar de que nunca hay certeza total, confíe en que las
autoridades no intentan hacerle daño físico, sino asustarlo/a. Cometer
daño físico a los extranjeros por parte de las autoridades es
extremadamente raro. Recuerde que el gobierno cubano prefiere evitar
malos reportajes de prensa en el exterior por lo que un extranjero
golpeado no les conviene.
“Como regla general, un recurso que suele ser útil es continuar
actuando como cualquier turista, hacerse el tonto y hacerse el/la que no
comprende por qué se le está cuestionando.
“Aún si los que lo cuestionan insisten en que usted hizo algo malo o
en que usted habló con alguien no grato para ellos, como regla general
usted debe seguir haciéndose el/la que no entiende por qué hacen tanto
lío.
“Nunca admita haber hecho algo malo, mucho menos si no tiene a un representante de su Embajada a su lado.
“Siempre tenga en mente que nada de lo que usted ha hecho durante su
viaje es ilegal, de ninguna manera, en ninguna sociedad democrática y
abierta. De esa manera, logrará mantener una apariencia calmada durante
el interrogatorio.
“Si el interrogatorio se prolongara o se formalizara llevándole a una
estación de policía, exija su derecho de contactar directamente a su
Embajada. Continúe haciéndose el/la que no entiende cuál es el problema
que tienen con usted.
“Habrá preguntas sobre las personas con las que se ha reunido, las
razones por las cuales ha conversado o se ha reunido con personas
específicas, el verdadero propósito de su viaje, sus objetivos al estar
en Cuba, sus relaciones con organizaciones extranjeras que se oponen al
gobierno cubano y temas similares.
“Durante el interrogatorio, recuerde siempre que a menudo esas
personas no tienen detalles acerca de lo que usted ha hecho o haya
dejado de hacer, aún cuando actúen como si estuvieran enterados de todo.
“Si se le preguntara sobre personas específicas con las que se
hubiera reunido o con las que hubiera conversado, puede negar la reunión
o puede reconocerla en caso de que no tuviera sentido negarlo en ese
momento.
“Si decide admitir siempre explique que usted se ha reunido y
conversado con docenas de personas y que es algo que siempre le gusta
hacer con las personas del lugar al cual usted viaja. No es su intención
hacerle daño a nadie y que usted no sabía que en Cuba hubiera personas
con las que puede hablar y otras con las que no.
“Las autoridades cubanas utilizan la etiqueta ‘contrarrevolucionario’
libremente contra cualquier persona que no les sea grata. No admita
haber tenido contactos con alguna persona ‘contrarrevolucionaria’ o que
esté en contra del gobierno.
“Recuerde que sus reuniones han sido con actores de la sociedad civil
y no con activistas políticos de ninguna índole. Cualquier contacto con
individuos a quienes el gobierno considere problemáticos deberá
explicarse como una casualidad o por curiosidad a causa de lo que ha
leído en los periódicos”.
Sobran los comentarios.
Razones de Cuba, ciclo de ensayos históricos y documentos estratégicos inéditos de la USAID
Razones de Cuba
como parte del ciclo de ensayos históricos Cuba un golpe blando fallido
ofrecerá documentos estratégicos inéditos de la USAID que marcaron la
ruta crítica de operaciones subversivas
de gran agresividad a partir del año 2008 y el carácter ilegal y
conspirativo de sus acciones en el terreno para instigar una denominada
“Primavera Cubana”.
(Tomado de Razones de Cuba)