La Administración del presidente saliente Donald Trump anunció este viernes sanciones contra el Ministerio del Interior (Minint) de Cuba, una más de las medidas unilaterales adoptadas contra la isla recientemente.
Sin presentar ninguna prueba, el pretexto para esta acción es la supuesta responsabilidad del ministro de esa cartera, general Lázaro Álvarez Casas, en alegadas violaciones de los derechos humanos, pretexto que el Gobierno norteamericano utiliza en reiteradas ocasiones para justificar sus acciones contra países que no se rinden a sus dictados.
Según una declaración oficial del secretario de Estado, Mike Pompeo, la medida se adopta en concordancia con la Orden Ejecutiva 13818, que implementa la Rendición de Cuentas Global sobre Derechos Humanos, una de las legislaciones que Washington emplea para inmiscuirse en asuntos internos de otros países.
El texto reitera acusaciones similares a las esbozadas en los últimos años, y señala que el Minint está designado por ser responsable, cómplice o participar directa o indirectamente en supuestos abusos contra los DDHH.
Entre otras justificaciones para sancionar al Minint, la declaración de Pompeo señala que el gobierno cubano mantiene en prisión al menos 100 presos que según esa agencia federal están en la cárcel por motivos políticos.
En reiteradas ocasiones las autoridades de la nación caribeña rechazaron esa categoría, pues en realidad se trata de individuos que violaron las leyes cubanas con acciones delictivas de diversos tipos.
Finalmente, el secretario de Estado hace un llamado a otros Gobiernos y organizaciones internacionales para que cumplan las exigencias de Washington y apoyen estas sanciones unilaterales, que se suman a las que la Casa Blanca mantiene contra Cuba desde hace más de seis décadas.
La injustificada y unilateral medida contra el Minint se suma al anuncio que hizo esta semana Pompeo sobre la reinclusión de Cuba en la lista de naciones que según Washington auspician el terrorismo, una disposición que expertos califican de unilateral, espuria y políticamente motivada.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, calificó la decisión de uno de “los últimos coletazos de una fracasada y corrupta Administración comprometida con la mafia cubano-miamense”.
The New York Times: El incansable esfuerzo de Trump por imponer restricciones a Cuba
Cuando el Gobierno de Donald Trump anunció esta semana que había designado a Cuba como un Estado patrocinador del terrorismo, la reacción en La Habana fue inmediata y enérgica.
El Gobierno cubano acusó a Washington de hipocresía y calificó la designación como un acto de “oportunismo político” por parte del presidente Trump para obstruir las relaciones entre Cuba y el Gobierno entrante del presidente electo Joe Biden, refiere The New York Times en un artículo publicado bajo el título “Cuba tiene la vista puesta en un futuro sin Trump”.
El diario estadounidense señala que, “sin embargo, más allá de la indignación, los cubanos están listos para seguir adelante, un sentimiento recalcado por su presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien tuiteó el martes 12 de enero que la decisión de Estados Unidos formaba parte de ‘los últimos coletazos de una fracasada y corrupta administración’”.
Según The New York Times, la “estrategia intransigente de Trump” ha tenido como consecuencia “una serie de restricciones en el turismo, las visas, las remesas, las inversiones y el comercio, lo que ha empeorado una economía ya de por sí pobre. La pandemia ha agravado los problemas, en gran parte por haber paralizado casi por completo el turismo, una de las principales fuentes de divisas extranjeras”.
En medio de estas dificultades –continúa el diario–, muchos en Cuba esperan que Biden cambie la política de Estados Unidos de una manera que alivie la presión económica.
“El presidente electo no ha comentado mucho en público sus objetivos políticos para Cuba, aunque durante la campaña atacó la estrategia de Trump hacia La Habana”, refiere.
Igualmente, llama la atención sobre el hecho de que parte del personal directivo de política exterior del equipo de transición de Biden (entre ellos Antony Blinken, el nominado de Biden para secretario de Estado, y Alejandro Mayorkas, el nominado para secretario de Seguridad Nacional) participó en las negociaciones con Cuba durante el segundo mandato del presidente Barack Obama.
“El equipo de Biden no se está tirando sin paracaídas a esto sin experiencia previa”, dijo Rafael Hernández, politólogo y editor jefe de Temas, la revista de ciencias sociales más importante de Cuba. “Pueden retomar el consenso que crearon durante 2015 y 2016”.
“Biden representa la esperanza de que lo peor ha terminado”, dijo Hal Klepak, profesor emérito de Historia y Estrategia en el Royal Military College de Canadá, quien vive en La Habana una parte del año. “Representa la posibilidad de una apertura renovada al estilo Obama. Representa escuchar a la CIA, al Pentágono y al Departamento de Seguridad Nacional sobre el valor de Cuba como amigo y colaborador y no como enemigo”.
Tras citar esas declaraciones, el NYT señala que “la decisión de volver a colocar a Cuba en la lista de Estados acusados de patrocinar el terrorismo –una designación que la última vez se aplicó por más de tres décadas, hasta que Obama la retiró en 2015– coronó un incansable esfuerzo del Gobierno de Trump de imponer restricciones económicas y diplomáticas a la isla”.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, y otros, “trabajaron con el objetivo de derogar cualquier cosa que pudiera ser vista como un beneficio para el Gobierno de Cuba”, dijo Ted A. Henken, profesor adjunto de Sociología en el Baruch College en Nueva York.
Aunque la compañía de Trump había estado buscando invertir en Cuba poco antes de que asumiera el cargo, como presidente ha castigado a la isla con las sanciones más duras en más de medio siglo. A los cruceros estadounidenses se les prohibió atracar en puertos cubanos, se prohibieron las remesas provenientes de Estados Unidos y se impidió que los buques que transportaban petróleo desde Venezuela llegaran con su carga.
“Lo único que queda son las relaciones diplomáticas”, dijo Henken. “Todavía tenemos oficialmente relaciones diplomáticas con Cuba, a pesar de que en la práctica están congeladas”.
Estos esfuerzos del Gobierno de Trump de revertir las iniciativas de Obama han retrasado el desarrollo del sector privado en Cuba y derrumbado los esfuerzos de empresas estadounidenses que habían intentado construir relaciones tras la distensión de la era de Obama, dijo Henken.
El NYT considera que una de las exigencias de Cuba, si regresa un contexto de normalización de las relaciones bilaterales, sería la eliminación de la designación como Estado patrocinador del terrorismo.
Al respecto, cita a William LeoGrande, profesor de Gobierno de la American University en Washington, quien afirma que “la razón por la que esto es tan sensible para los cubanos es que han sido objeto de literalmente cientos de ataques terroristas”, la mayoría de los cuales fueron lanzados por exiliados cubanos con base en Estados Unidos y entrenados y organizados por la CIA.
Así que los cubanos, dijo, “se ofenden mucho al ser etiquetados como partidarios de los terroristas”.
(Con información de Prensa Latina y The New York Times)
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