La cotidianidad de San Isidro, en La Habana Vieja, se ha visto alterada por un grupo de personas -14 en total, 4 de ellas pertenecientes al llamado Movimiento San Isidro-, quienes se han convertido en centro de un nuevo show contrarrevolucionario, auspiciado y apoyado por el gobierno estadounidense
Desde fines del siglo XIX, el barrio de San Isidro, en La Habana Vieja, se convirtió en «zona de tolerancia».
Barrio de gente humilde, vejado por la presencia de marines yanquis que desembarcaban en busca de diversión y sexo barato. Su vida cambió al triunfar la Revolución en 1959.
La otrora escarnecida barriada habanera cuenta hoy con 14 consultorios médicos, una clínica de medicina tradicional, una clínica veterinaria, tres círculos infantiles, un jardín infantil y cuatro escuelas.
Tuve la oportunidad de compartir con los vecinos del lugar, en un barrio-debate organizado por los cdr hace unos dos años, en homenaje al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.
Nos reunimos, sin tribunas ni discursos preelaborados, al pie de la Ceiba del parque. Recuerdo dos intervenciones, una en la que, a nombre de todos los vecinos, un compañero, desde su fe religiosa, declaró su apoyo incondicional a la Revolución.
La otra fue la de un anciano, quien llamó a sus conciudadanos a recordar lo que era aquel lugar antes del 59 y cómo muchos de ellos, siendo niños, conocieron casos de mujeres que fueron ultrajadas por los marines yanquis.
Sin embargo, estas historias conmovedoras de transformación social no son las que trascienden a los medios transnacionales de prensa y las redes virtuales que por estos días han fijado su atención en este populoso barrio.
Nuevo show anticubano
La cotidianidad en esta barriada se ha visto alterada por un grupo de personas -14 en total, cuatro de ellas pertenecientes al llamado Movimiento San Isidro-, quienes se han convertido en centro de un nuevo show contrarrevolucionario, auspiciado y apoyado por el gobierno estadounidense.
El espectáculo es muy similar al que, en otras oportunidades, han escenificado otros grupos mercenarios o títeres al servicio del gobierno de Estados Unidos. No olvidemos la connotada, por ridícula y falsa, «huelga del aguacate», en la que su promotora fue sorprendida degustando apetitosos menús.
No
todos desempeñan el mismo papel en el performance: unos dicen estar en
huelga de privación de comida y de agua, otros de comida y varios
guara-cheando, según se puede apreciar en las transmisiones en vivo,
especie de
reality show que acostumbra a realizar el
«movimiento» por las redes sociales, en actos de autopromoción o de
reportes a quienes los financian.
El grupo, por el momento, exige dos cuestiones: la primera, la liberación de Denis Solís González, presentado como un joven artista censurado, quien según alegaban estaba desaparecido después de ser detenido por la Policía.
Denis Solís actualmente se encuentra sancionado a ocho meses de privación de libertad por el delito de desacato a las autoridades. Este ciudadano no presentó recurso de apelación contra la pena.
La Agencia Cubana de Rap, institución cultural de reconocimiento internacional, desmontó el burdo argumento que esgrimen los manipuladores sobre su relación con el arte: «La voz de un principiante sin obra consolidada no puede invocarse como representativa de nuestro hip hop, mucho menos cuando se conoce que los intereses que defiende hacen parte del plan subversivo orquestado contra la Revolución Cubana».
La naturaleza de esta trama no demoró mucho en ser esclarecida hasta por el propio Solís González, quien, en un video difundido en las redes sociales, reconoció tener vínculos con personas que han financiado actos violentos contra Cuba, como es el caso de José Luis Fernández Figueras, acusado por la justicia cubana por pertenecer a un grupo terrorista radicado en Miami, quien le prometiera el envío de 200 dólares si cumplía con sus instrucciones.
¿Qué es el supuesto Movimiento San Isidro?
El fabricado Movimiento San Isidro, centro de un boom mediático orquestado por la articulada red de medios al servicio de los intereses de los EE. UU., no representa para nada al barrio humilde, laborioso y revolucionario del que han tomado el nombre y que repudia la presencia de personas que viven del escándalo, cometen acciones degradantes e incluso manipulan a menores de edad para sus performances groseros y provocadores.
Luis Manuel Otero Alcántara, a quien identifican como cabecilla del grupúsculo, tiene un abultado expediente de provocaciones, aupadas y arropadas por Mara Tekach, cuando fungía como encargada de negocios de la embajada estadounidense en La Habana. Entre los políticos a los que profesa admiración destacan congresistas que han impulsado el arreciamiento del genocida bloqueo en contra del pueblo de Cuba.
En los reality shows que acostumbran a hacer se puede apreciar la degradación existencial y cultural de su grupo y el vínculo con terroristas de Miami, que han ejecutado acciones violentas contra nuestro país.
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