Todo por el voto
Donald Trump anda frenético recorriendo los estados decisivos para la jornada electoral del próximo 3 de noviembre. Promete por aquí, entrega fondos para inversiones por allá, acusa de “socialista” o "comunista” a un adversario bien lejos del calificativo. Las encuestas nacionales lo muestran varios puntos porcentuales por detrás de Joe Biden en la disputa.
La Florida es uno de los puntos claves de la contienda. Es de los estados que más votos electorales aporta y ha sido vital en las contiendas presidenciales de este siglo, desde la fraudulenta victoria de George W. Bush.
Es en ese contexto electoralista que pueden entenderse las más recientes declaraciones y medidas anticubanas del inquilino de la Casa Blanca, quien no ha sido remiso desde el 2017 a tomar una y otra decisión que apriete el cerco económico, financiero y comercial contra Cuba.
El martes 22, en su discurso ante la 75 Asamblea General de la ONU, Trump echó mano nuevamente a la hipocresía para declarar: “Estamos con los pueblos de Cuba, Nicaragua y Venezuela en su justificada lucha por la libertad”.
El miércoles 23 demostró claramente que parte del pueblo cubano le interesa al reunirse en Washington con una veintena de integrantes de la Brigada Mercenaria que en 1961 fue derrotada en menos de 72 horas al desembarcar en la Bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba.
Ante tan selectivo auditorio, el presidente estadounidense anunció nuevas medidas restrictivas contra Cuba y, especialmente, contra los ciudadanos de EE.UU. Trump quien ya había hecho salir hace unas semanas al gigante hotelero Sheraton, que administraba una instalación en La Habana desde finales de la administración Obama, prohibió ahora a los estadounidenses alojarse en cualquier hotel de Cuba por ser propiedad del estado.
El mandatario estadounidense también restringió aún más la importación de alcohol y tabaco cubano y la organización y participación en encuentros profesionales, conferencias, eventos deportivos y exhibiciones en Cuba.
Lo más irónico del discurso de Trump es hablar de “libertad” para Cuba mientras conculca la libertad de los estadounidenses de viajar, elegir donde alojarse, qué ron tomar o que tabaco fumarse.
Lo más risible es que anuncia las medidas en un momento en que no hay ni un solo vuelo que una a los dos países para cumplir ninguno de esos apetecibles deseos de miles de ciudadanos norteamericanos, debido a la pandemia que ya ha dejado en su país más de 200 mil muertos.
Lo más patético, hablar de vencer a la Revolución Cubana precisamente frente a la recua de derrotados en las arenas de Playa Girón; que después fueron canjeados por compotas.
Lo más cínico, alentar el voto de unos cientos de miles de cubanos (apenas un 6% de los votos totales de la Florida) condenando a la penuria a más de once millones de habitantes de la nación caribeña.
Lo más soez, arreciar el bloqueo al país vecino y quitarle los derechos a compañías y ciudadanos estadounidenses de tener relaciones con Cuba para intentar cubrir la “mancha” revelada esta semana por The Miami Herald de que había inscripto la marca Trump ante las autoridades de registro de propiedad de marcas en Cuba desde el 2010 y que había planeado e intentado invertir en Cuba en hoteles, campos de golf e inmobiliarias; claro, sin éxito hasta ahora.
Este viernes, Trump ha vuelto a la carga en la Florida, con el tema Cuba, junto a Venezuela como puntos destacados de un nuevo acto electorero.
Un sondeo de The Washington Post-ABC muestra a Biden derrotando a Trump en Florida 51-47%. Ningún candidato republicano desde Calvin Coolidge en 1924 ha ganado las elecciones presidenciales sin vencer también en ese estado sureño. Y la campaña de Trump lo sabe.
Una vez más, Cuba se convierte en tema de política interna en EE.UU. Así pasa cada vez que llega una elección a esa nación. Todo por los votos.
Aunque derrocar a la Revolución Cubana sigue siendo promesa incumplida por cada personaje que llega al poder en el gigante del Norte.
(Publicado originalmente en Al Mayadeen)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario