Las nuevas reglas, que entrarán en vigor este jueves, se unen a la campaña de máxima presión ejecutada por EE. UU., que emite sanciones económicas a Cuba a razón de una por semana
En ese «vale todo» que significa el cabildeo estadounidense por una victoria electoral, resulta imprescindible complacer a los lobbies que dentro del imperio pueden decidir los rumbos del sufragio a favor del candidato que mejor los consienta.
Sin embargo, tan graves como risibles llegan a ser algunas prácticas, como esta del mandatario Donald Trump, quien, en el colmo del ridículo y la desvergüenza, volvió a hacer un guiño a la mafia anticubana de Florida –que él cree influyente en la intención del voto estatal–, cuando celebró, desde la Casa Blanca, el respaldo que ha recibido del más grande símbolo de la derrota imperialista en América, la Brigada 2506 (reducida en Playa Girón), a cuyos eximios integrantes les prometió una «férrea solidaridad» con la causa de la «libertad de Cuba».
En el discurso «en honor a los veteranos de Bahía de Cochinos», Trump anunció otras sanciones contra el pueblo de la Isla, las que rechazó enseguida el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con la misma contundencia explícita y frontal que mostró en la onu: «el imperio anuncia nuevas medidas que violan los derechos de los cubanos y también de los norteamericanos. Su cruel, y criminal política será derrotada por nuestro pueblo que no renunciará nunca a su soberanía», denunció este miércoles en Twitter».
El Departamento del Tesoro modificó las regulaciones del bloqueo a Cuba para prohibirles a los estadounidenses las importaciones de ron y tabaco, así como el hospedaje en hoteles o «propiedades controladas por el Gobierno cubano, funcionarios del Gobierno o el Partido Comunista y sus familiares cercanos».
Las más de 430 instalaciones aparecerán en una lista creada por el Departamento de Estado, y las compañías de viaje y turismo no podrán realizar reservaciones en estas. El Tesoro también eliminó una política de autorización para la participación u organización de conferencias, seminarios, exhibiciones y eventos deportivos.
Las nuevas reglas, que entrarán en vigor este jueves, se unen a la campaña de máxima presión ejecutada por EE. UU., que emite sanciones económicas a Cuba a razón de una por semana.
Las vedettes de la política anticubana y los mercenarios presentes aplaudieron enardecidos a quien días antes, en un tuit, se jactó: «¡Recuerden! Los cubanos de Miami me otorgaron el muy honrado premio Bahía de Cochinos».
Al timo del galardón –que agencias estadounidenses como CNN y NBC, y varias personalidades de la emigración cubana afirman que nunca existió– se unió en esta velada la machacada promesa de acabar con la Revolución, y las poses para fotografías de comedia que permitió el festín por la derrota en Girón; un capítulo tan contundente que resulta imposible de intentar reescribir.
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