Su actividad generalmente aumenta a mediados de junio, alcanza su punto máximo desde fines de junio hasta mediados de agosto y comienza a disminuir rápidamente después de mediados de agosto. Durante el período pico, los brotes individuales de la Capa de Aire Sahariano llegan más lejos (alcanzan el Caribe, América Central, México y el sur de Estados Unidos) y cubren vastas áreas del Atlántico.
Como fue indicado en Geophysical Research Letters, los micronutrientes como el fósforo —llevados por el polvo africano— pueden tener implicaciones importantes en el ciclo biogeoquímico en la cuenca del Amazonas. Por otro lado, se ha demostrado que la sequedad, el calor y los fuertes vientos asociados a la Capa de Aire Sahariano suprimen la formación e intensificación de ciclones tropicales.
El polvo desértico afecta la salud humana; de acuerdo con el periódico Granma, contiene virus, ácaros patógenos y bacterias que pueden ocasionar problemas en la piel y alergias. Además, transporta un hongo endémico de África que incide negativamente en los arrecifes de coral.
Publicado en junio de 2020
La Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología e Infomed (Red de Salud de Cuba) se han hecho eco de un valioso estudio publicado en la revista Translational Research, el cual fue realizado por un equipo de bioquímicos, cardiólogos y físicos de la atmósfera, con la participación del Hospital Universitario de Canarias, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Hospital Universitario Central de Asturias, la Universidad de La Laguna, la Universidad de Oviedo y el Hospital Clínico San Carlos.Según Sergio Rodríguez, investigador del CSIC, en la investigación se demostró, por primera vez, que la inhalación del polvo desértico que flota en el aire provoca un aumento en las concentraciones de moléculas biomarcadoras de la inflamación de las vías respiratorias. “Estos resultados representan un avance en la identificación de los mecanismos fisiopatológicos mediante los que el polvo desencadena afecciones respiratorias y cardiovasculares”, apuntó Rodríguez.
La muestra del estudio estuvo constituida por pacientes afectados de cardiopatía isquémica coronaria crónica estable. En las muestras de esputo inducido de los participantes se determinaron las concentraciones de dos moléculas biomarcadoras de la inflamación de las vías respiratorias: el factor de crecimiento transformante beta 1 (TGF-β1) y la hidroxiprolina. Estos datos fueron comparados con las concentraciones de partículas respirables (PM10) y polvo sahariano en el aire ambiente.
Los resultados pusieron claramente de manifiesto que hay una correlación entre los niveles de polvo desértico en suspensión y los niveles de TGF-β1 e hidroxiprolina en la faringe de los pacientes; es decir, a mayores concentraciones de polvo en el aire ambiente, mayores tasas de inflamación en las vías respiratorias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario