MIAMI. Estamos a menos de siete meses de una elección presidencial en Estados Unidos. Joe Biden se enfrentará a Donald Trump el primer martes de noviembre. Trump es un hueso duro de roer, pero Biden puede lograrlo, con la ayuda de algunos otros, las circunstancias y nosotros.

Comencemos con la situación del coronavirus. Históricamente hablando, por regla general los estadounidenses apoyan a un presidente cuando el país enfrenta una situación de emergencia. Trump, aparte de un ligero aumento en las primeras semanas del coronavirus, no se beneficia de lo que los politólogos llaman el “efecto de ‘unirse en torno a la bandera’”, un aumento tradicional de popularidad a medida que la nación se une tras su líder ante tales circunstancias. De hecho, Trump aún no ha alcanzado un índice de aprobación del 50 por ciento del público estadounidense —el primer presidente en la historia que nunca ha superado el umbral del 50 por ciento.
Trump —como él nos dice constantemente durante sus conferencias de prensa “Soy genial” (y donde todos los demás tienen la culpa)— quiere abrir la economía de Estados Unidos y arriesgar miles de vidas estadounidenses (para agregar a las miles de muertes de las que ya es responsable). ¿O ya hemos olvidado cómo calificó a la COVID-19 de engaño del Partido
Demócrata? Y luego esperó (no menos de cinco semanas) para actuar antes de tomar en serio esta enfermedad mortal. Hay miles de muertos —madres, padres, niños y abuelos de cuyas vidas Trump debe rendir cuentas. (No creo en el infierno, pero maldición, si hubiera un lugar así, este matón de cabeza naranja debería estar allí). Porque para este hombre, los estadounidenses muertos son solo daños colaterales en su camino a la reelección. Y eso, para él, significa una economía próspera para Wall Street.

Sin embargo, a pesar de sus detractores y detracciones, la pregunta es: ¿puede ser derrotado?
Las encuestas nacionales no favorecen a Trump. Fox News, por ejemplo, la máquina de propaganda muy efectiva de Trump, presenta la contienda Trump-Biden en un punto muerto, 42-42. Encuestas más objetivas, como Monmouth, arrojan que Biden vence a Trump 48-44, y CNN tiene la contienda en 53-42 a favor de Biden. Quinnipiac, CNBC y otros tienen a Biden liderando por no menos de cinco puntos porcentuales a nivel nacional.
Real Clear Politics, que nos da un promedio de encuestas, tiene a Biden a la cabeza en estados decisivos como La Florida, Wisconsin y Pennsylvania. Los márgenes son estrechos en los tres, pero estos son estados donde Trump venció a Hillary Clinton en 2016.

Entonces, ¿es Joe Biden la persona para vencer a Trump? Las encuestas dicen que sí. Pero yo le recordaría al ex vicepresidente que las encuestas arrojaban que Hillary Clinton vencería a Trump por un margen aún más amplio, el cual se mantuvo hasta el día de las elecciones.

El hecho es que, por más cercano que parezca el Día de las Elecciones, este es un año excepcional y, por lo tanto, aún es demasiado pronto para hacer pronósticos. ¿Quién sabe lo que nos traerán los próximos meses? ¿Otro cataclismo catastrófico? ¿Una recesión convertida en depresión económica mundial? Y finalmente, ninguno de estos hombres es inmortal (no importa lo que Trump pueda pensar), por lo que uno o ambos pueden terminar contrayendo el virus. En otras palabras, casi todo parece posible.

Pero si Biden espera derrotar a este hombre cruel y peligroso que llamamos presidente, tiene que llenarse de valentía, comenzar a crear entusiasmo por su campaña –—lo que no ha hecho hasta ahora—, y elegir a la persona adecuada como su compañero de fórmula. Y aunque nunca he pensado mucho en la elección vicepresidencial de un candidato, en el caso de Biden, y en 2020, esa mujer (tiene que ser una mujer) puede ser la diferencia entre una victoria o una derrota para el ex vicepresidente.
Ella debe llenar el vacío creado por la partida de Bernie Sanders de la contienda. Un vacío compuesto en su mayoría por votantes jóvenes que Biden no parece capaz de alcanzar. También debe tener la capacidad de crear entusiasmo entre los votantes negros —columna vertebral del electorado del Partido Demócrata. Porque seguramente Biden ha demostrado que el voto negro está a su favor, pero necesita actuar como Barack Obama, y ​​no como Hillary Clinton. Porque aunque Hillary obtuvo el 89 por ciento del voto negro, el porcentaje de votantes afroestadounidenses cayó de casi el 64 por ciento en 2008, a un poco más del 61 por ciento en 2016. Esos tres puntos porcentuales pueden ser enormes en 2020.

En cuanto a los votantes de Bernie, la buena noticia es que a Bernie Sanders realmente le gusta Joe Biden. Puede que no siempre estén de acuerdo con la política, pero se conocen desde hace años y son amigos. Y la plataforma de Bernie parece haber penetrado en la campaña de Biden, que ahora se inclina cada vez más hacia la atención médica y el cambio climático al estilo de Sanders, en lugar del deseo inicial de Biden de continuar el legado de Obama, cómo comenzó su campaña presidencial.

De hecho, el propio Obama, en su respaldo a Biden a principios de esta semana, dedicó una parte de sus comentarios a elogiar a Sanders llamándolo “un estadounidense original” y “un hombre que ha dedicado su vida a dar voz a las esperanzas, sueños y frustraciones de los trabajadores”.

El ex presidente también dijo que “incluso antes de la pandemia pusiera al mundo de cabeza, ya estaba claro que necesitábamos un verdadero cambio estructural”. Esas palabras, reportó The Washington Post, recordaban el tema de la campaña de [Elizabeth] Warren, un llamado al “gran cambio estructural”.

Entonces, parece que Biden tendrá un quién es quién de estrellas políticas trabajando a su favor para ser elegido. El más destacado entre ellos es Barack Obama, quien junto con su esposa Michelle, tiene números de aprobación con los que Donald Trump solo puede soñar.
Entonces, al final, la última y más importante pregunta a responder es si el público estadounidense, a quien nunca le ha gustado realmente Trump, a excepción de su base leal de “deplorables”, se despierta de su letargo y rescata el país de manos de un hombre y un movimiento que si obtienen cuatro años más pueden arruinar esta nación para siempre.

En otras palabras, la elección está en nuestras manos. A votar.

Traducción de Germán Piniella para Progreso Semanal.
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