lunes, 2 de diciembre de 2019

¿Qué ha significado la restauración del teatro Sauto? (+Fotos)


Gracias al Sauto la cultura matancera se siente viva otra vez, después de largos años de sequía teatral. Ese inconfundible olor a madera y su colorido místico seducen nuevamente a los matanceros y ya muchos disponen de su atuendo más elegante para asistir a la próxima función
La reparación de esta joya de la arquitectura cubana es una realidad privilegiada para los matanceros, de ahí la importancia de que la población proteja ese patrimonio. Foto: Ernesto Cruz
Matanzas.–El añorado regreso del teatro Sauto fue recibido con alborozo. En el interior del recinto una oleada de aclamaciones anunció la buena noticia, quizá la que más alegró a los matanceros en mucho tiempo en el ámbito cultural. Parecía como si la gente no tuviera ojos para admirar otros progresos recientes de la ciudad.

Muchos no pudieron evitar el deleite cuando traspusieron de nuevo la elegante puerta de entrada al coliseo, cerrada al público durante una década. Sin duda, resultó una ausencia en exceso prolongada que dejó cierta sensación de vacío en el ambiente teatral, solo calmada el pasado 12 de octubre cuando, en homenaje al aniversario 326 de la urbe, el edificio reabrió sus puertas.

Hay quienes sostienen, como el mismísimo Leonel Pérez Orozco, conservador de la ciudad, que valió la pena tanta espera, pues tras una acuciosa restauración el legendario inmueble renació más bello y con aproximadamente el 90 % de apego a su estado original.

La salvación del teatro Sauto

Para Ercilio Vento Canosa,  historiador de la ciudad de Matanzas, las acciones para devolverle el esplendor al Sauto se dilataron demasiado tiempo, pudo haber sido más breve, dice, «pero a pesar de todos los inconvenientes, de un periodo de tantas dificultades, al final se hizo como correspondía, sin transgresiones por la prisa o la satisfacción oportuna».

Fue la reparación más completa jamás hecha al coliseo en sus 156 años, ahora contamos con una obra para la posteridad, comentó luego de enfatizar que con estos trabajos se salvó del olvido al Sauto.
«Y lo más importante es que no se descuidó un detalle, ni el más mínimo. Se nota en la sala principal, la platea, los palcos, el Salón de los Espejos, el escenario, en el mecanismo que sube la platea –único teatro de Cuba que lo conserva útil–, en el mármol, en las butacas y en cada uno de los espacios por muy intrascendentes que pudieran parecer».

Para el eminente intelectual yumurino, no valdría la pena vivir en Matanzas sin poder disfrutar del teatro Sauto, pues de algún modo marcó los senderos futuros de la ciudad, un periodo luminoso en el cual la poesía, la música y otras manifestaciones de la cultura dieron más de una razón para el título de Atenas de Cuba.
«Es el más bello de los edificios de la ciudad, obra neoclásica excepcional y una de las instituciones paradigmáticas junto al Museo Farmacéutico, muestra indirecta del potencial cultural de la urbe y de su exaltación espiritual».


Guardián y emblema

La institución demarca las fronteras de una Matanzas antes y después. Así lo siente Kalec Acosta, un hombre con herencia teatral y que se hizo cargo del teatro tras el fallecimiento de Cecilia Sodis, la directora por casi tres décadas, una mujer bondadosa y emprendedora, que se fue de este mundo sin ver la obra terminada.
Kalec enaltece a quienes hicieron posible la restauración: constructores, técnicos e ingenieros, mecánicos, hidráulicos, orfebres y artistas en general, e insiste en que la reparación de esta joya de la arquitectura cubana es una realidad privilegiada para los matanceros, de ahí la importancia de que la población proteja ese patrimonio, una obra que alcanzó alrededor de los nueve millones de pesos en ambas monedas.

Asegura que la magia de la ciudad tiene mucho que ver con la existencia del coliseo, y que sería imposible imaginarse a la pequeña urbe sin su guardián y distintivo.

Considera un símbolo el hecho de que su primera función tras la gala de reapertura estuviera reservada al Ballet Nacional, lo cual devino el primer homenaje póstumo a Alicia Alonso, artista universal y eterna Prima Ballerina Assoluta de la danza cubana.

De lujo ha sido esta programación en la arrancada, con Ivette Cepeda, Descemer Bueno y la compañía Acosta Danza, señal de respeto por la institución y del gran interés que suscita la misma en artistas nacionales y foráneos, sostuvo Kalec.

Entre los avatares que marcaron los trabajos, no olvida que cuando ya todo parecía estar listo para la reapertura se sumó a los inconvenientes la falta de una bomba sumergible y trifásica, de 35 litros por segundo a 60 metros de carga, vital para el sistema de climatización, y que tras reiteradas tentativas se puso en marcha.

Hermetizar el inmueble fue un reclamo imprescindible de los tiempos actuales, señalados por el permanente ruido que ocasiona el tránsito vehicular. Historiadores rememoran que en la etapa de su fundación prohibían el tránsito de los carruajes por las cercanías del teatro para evitar molestias. 

Muestra de sensibilidad fue el gesto justiciero de ubicar los restos del benefactor del teatro, Ambrosio de la Concepción Sauto, y de su esposa, en el interior del edificio, próximo al espacio que tuvieron reservado en vida, algo de mucho simbolismo según historiadores. No fue un patriota, pero quiso mucho a Matanzas, significa Ercilio Vento.

Gracias al Sauto la cultura matancera se siente viva otra vez, después de largos años de sequía teatral. Ese inconfundible olor a madera y su colorido místico seducen nuevamente a los matanceros y ya muchos disponen de su atuendo más elegante para asistir a la próxima función. Es la culminación feliz del regreso del icónico coliseo. Quizá por ese estímulo, desde el 12 de octubre todos los ojos miran agradecidos hacia el teatro que desde hace 156 años ha sido como el alma de la ciudad.

En Contexto:

El Sauto quedó abierto al público en 1863, en la vieja Plaza de la Vigía, sitio fundacional de la ciudad. El proyectista y ejecutor del inmueble fue el arquitecto italiano Daniel Dall' Aglio, inspirado en la afamada Scala de Milán.

Por sus tablas han pasado prominentes figuras como Alicia Alonso, Frank Fernández, Sara Bernhardt, Anna Pavlova y Andrés Segovia, así como importantes compañías y grupos foráneos y del patio.

En el curso de su historia, el teatro ha funcionado como una sala polivalente y ha acogido a todas las manifestaciones de las artes escénicas y de la música, así como funciones y puestas extraordinarias.
Con una capacidad superior a los 700 espectadores, es calificado como uno de los edificios más perfectos de la historia de la arquitectura en Hispanoamérica, y sobresale por su excepcional acústica.

En la fecha de su reapertura, el Conservador de la Ciudad y el Director del teatro Sauto develaron dos tarjas: una para glorificar la historia del edificio, y otra en reconocimiento a su creador, Daniel Dall' Aglio.

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