Por:
Rosa Miriam Elizalde, Flor de Paz,
- Especial de Dominio Cuba
The New York Times no había prestado atención a la labor de los médicos cubanos en Venezuela a pesar de que desde hace cerca de veinte años decenas de miles dan servicio en ese país, una contribución notable que repercutió en la mejoría de los indicadores de salud de la población. El diario usó como fuentes principales a unos pocos médicos cubanos que abandonaron su misión en ese país sudamericano, quienes acusaron al gobierno de Venezuela de utilizar a médicos cubanos y a los servicios de salud para presionar a los votantes.
El Ministro de Salud Pública de Cuba (MINSAP) José Ángel Portal declaró en su cuenta de twitter: “No es aceptable que se cuestione la dignidad, la profesionalidad y el altruismo de los más de 400 mil colaboradores cubanos que han cumplido misiones en 164 países, llevando los mejores saberes y el más elevado desempeño integral.”
Menos de una docena de médicos, de dudosa credibilidad no son suficientes para empañar la destacada trayectoria de decenas de miles.De acuerdo con los registros estadísticos del MINSAP consultados, actualmente colaboradores cubanos de la salud se desempeñan en 67 países y en “la abrumadora mayoría de las misiones cumplidas los gastos han sido asumidos por el gobierno cubano. Igualmente, en Cuba se han formado de manera gratuita 35 613 profesionales de la salud de 138 países”, afirman fuentes de ese Ministerio.
Maquinaria de guerra sucia
Durante casi seis décadas de desempeño de profesionales cubanos de la salud trabajando en todas las regiones del mundo, por primera vez se ha formulado una calumnia de tal magnitud, que utiliza la vocería de The New York Times.“Esta calumnia se articula sobre la base de una cifra minúscula de falsos testimonios y llena de las más imaginativas, fantasiosas y repugnantes mentiras, muy ligadas a la campaña de EE.UU. contra Venezuela que descansa en el uso de la mentira”, comentó a Dominio Cuba Eugenio Martínez Enríquez, Director General de America Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Una vez más las dependencias gubernamentales estadounidenses echan a andar “noticias” para preparar las condiciones de una acción ofensiva y de gran magnitud, como la que tejió en abril el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU contra Venezuela: tratar de entorpecer y desprestigiar la cooperación internacional de salud de Cuba, que tiene una ejemplar hoja de servicios y reconocimientos en todo el mundo.
La maquinaria ya estaba desatada cuando el 17 de abril de 2019 cuando John Bolton, Asesor de Seguridad Nacional de los EE.UU, declaró que “miles de médicos cubanos en Venezuela están siendo utilizados como peones por Maduro y sus patrocinadores cubanos para apoyar su reinado brutal y opresivo”.
La secuencia coordinada de tareas de la operación incorporó a tres Senadores estadounidenses cuyas posiciones sobre Cuba no dejan dudas de que, lejos de preocuparse por cuestiones humanitarias y derechos humanos, tienen como objetivo derrocar al Gobierno cubano al cual calumnian cotidianamente.
El 7 de mayo de 2019, los Senadores estadounidenses Marco Rubio, Rick Scott y Bob Menéndez, escribieron al Secretario de Estado Mike Pompeo para que realizara acciones contra la cooperación de Cuba, en especial contra la cooperación médica.
Las intenciones son explícitas, como puede leerse en los fragmentos de la misiva hecha pública en el marco de la operación dirigida por Bolton y su subordinado Mauricio Claver-Carone.
“Escribimos para instar al Departamento de Estado a tomar mayor acción para abordar el despliegue de médicos y personal médico en el régimen cubano en condiciones que representan trabajo forzoso (…)El “Programa de Libertad Condicional para los Médicos Profesionales Cubanos” (Cuban Medical Professional Parole Program, CMPP), puesto en vigor en el 2006 y desactivado en enero de 2017 en el contexto del proceso de restablecimiento de relaciones Cuba-EEUU durante el gobierno de Barack Obama, fue una acción abierta del gobierno de los EEUU por sabotear los acuerdos de cooperación médica cubana con otros países, un pretexto para el robo de cerebros y un irrespetuoso comportamiento hacia naciones que soberanamente deciden acudir a la ayuda de profesionales de la salud cubanos.
Para los Senadores, “la cooperación cubana es una red global de tráfico de personas que generó miles de millones de dólares en ingresos para el régimen…
A medida que el régimen cubano perpetúa este esquema de ganancias por trabajo forzoso, solicitamos que el Departamento de Estado proporcione a nuestras oficinas información sobre los siguientes temas:
Debido a la creciente cantidad de información sobre cómo el despliegue de médicos y profesionales médicos en el régimen cubano representa el trabajo forzoso, ¿qué pasos está tomando la Administración para restablecer el Programa de Libertad Condicional para Profesionales Médicos Cubanos?”
EE.UU. intentó catapultar la cooperación internacional, particularmente entre países del Sur, mediante el estímulo activo y presiones para que los profesionales de la salud de Cuba abandonaran sus misiones y emigraran a EEUU, donde serían admitidos legalmente junto a promesas de empleo en él área de su conocimiento. El “programa” no contempla sustituir con recursos humanos ni materiales la labor que desempeñan los médicos y técnicos cubanos, sólo privar de esos servicios a quiénes los reciben.
Inmediatamente después de la carta de los Senadores, el Departamento de Estado y la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID) agresivamente cursaron indicaciones a las Embajadas de EE.UU para preparar las condiciones que permitan poner en jaque la cooperación cubana.
Presiones diplomáticas y jurídicas
El director General Eugenio Martinez Enriquez afirma a Dominio Cuba que las acciones han llegado al punto de presionar a autoridades nacionales a través de las Embajadas de Estados Unidos:
“Hemos conocido que en 2019 al menos
en tres países de América Latina y el Caribe funcionarios de la Embajada
de los EEUU han solicitado a las autoridades, de los países ante los
cuales están acreditados, con carácter perentorio y sospechoso, datos
precisos de la cooperación que Cuba ofrece. Por las características de
esta información podemos asegurar que estas indicaciones fueron cursadas
a todas las Embajadas de EEUU en la región”.
Casi al mismo tiempo, “en otro país una alta funcionaria del Gobierno local mostró al Embajador cubano un correo electrónico de la Embajada de los EE.UU. escrito en idioma inglés, que solicitaba conocer dónde estaba el personal médico cubano, qué convenios lo sustentaban y la duración de los mismos”, asegura el diplomático cubano.
Las acciones para atacar a la cooperación cubana incluye otros instrumentos. El funcionario cubano menciona que “en un país de Sudamérica se han presentado procesos legales contra al menos seis colaboradores cubanos por supuestas malas prácticas médicas, demandas en cuyo origen estuvieron involucrados conocidos personajes con estrechos vínculos con la Embajada de EE.UU. Los casos fueron declarados sin lugar por los tribunales correspondientes.”
En perfecta sincronización, el mismo día que los Senadores fecharon su carta, el martes 7 de mayo de 2019, organizaciones de escaso reconocimiento internacional, interpusieron una demanda contra Cuba ante la Corte Penal Internacional (CPI), que sus promotores consideran resultado de un “metódico y minucioso trabajo” sobre la base de declaraciones de “seres humanos reales que sufren una nueva clase de esclavitud”. La demanda califica de “crímenes de lesa humanidad de esclavitud” a las misiones internacionalistas de cooperación de Cuba.
Almagro se integra a la maquinaria
Una semana después, con la operación a toda velocidad, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos organizó una Conferencia en la sede de dicha organización en Washington D.C. sobre los supuestos crímenes de lesa humanidad cometidos por Cuba.Almagro, quien prometió convertir su lucha por derrocar al Gobierno de Cuba en una de las prioridades de la OEA, hizo una presentación en la sede de la Organización en Washington, donde catalogó a “las famosas misiones de médicos cubanos, que actúan bajo una supuesta solidaridad revolucionaria”, como “destinadas a la búsqueda de efectos políticos en sus destinatarios, más que a salvar vidas”.
En armonía con la operación Bolton-Claver Carone- Rubio, Almagro añadió que las misiones internacionalistas de Cuba “sirven como herramienta de intervención en Venezuela, bajo el manto de misiones médicas, culturales y deportivas” y amplificó las líneas de mensajes creadas por la campaña de Bolton: “Las misiones médicas (de Cuba) han sido máscaras para la obtención de divisas por parte del régimen cubano, a costa del trabajo esclavo de los médicos cubanos.”
“Curiosamente la conferencia que montó Almagro se realizó en la sede de la organización de la que más de veinte de su treintena de Estados miembros actualmente gozan de una excelente relación en el área de cooperación con Cuba”, advierte Eugenio Martínez. La mayoría de estos países no solo tienen presencia de cooperantes de la salud cubanos, sino que han propuesto incrementar esa cooperación. Ninguno de estos gobiernos ha compartido las acusaciones de Washington.
Aún así, Almagro siguió la línea del
Departamento de Estado y como hizo la actual subsecretaria para el
Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, anunció una reunión con médicos
desertores del programa de salud.
En el encuentro en la oficina de la
Subsecretaria estuvieron Carlos Trujillo, Embajador de EEUU ante la OEA,
y Philippe Lussier, burócrata a cargo de Cuba y Venezuela en el
Departamento de Estado.
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