La periodista canadiense Eva Bartlett afirma
que, pese a los múltiples intentos norteamericanos de cambiar régimenes
en diferentes países, todavía hay quienes creen que esta vez las
intenciones de Washington son diferentes.
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Desde
que Juan Guaidó se autoproclamó en enero como "presidente interino" de
Venezuela, la retórica que emana de Washington se ha vuelto cada vez más
familiar. De acuerdo con Eva Bartlett, periodista independiente y
activista de derechos humanos canadiense, esta se hace eco del tipo de
propaganda de guerra que ha utilizado repetidamente en naciones ricas en
recursos, desde Irak hasta Libia y Siria.Una receta para golpe de Estado
Según escribe Bartlett en un artículo de opinión para RT, "la receta para el cambio de régimen es sencilla": demonizar a los que defienden el país; apoyar a una oposición violenta y blanquear sus crímenes; imponer sanciones y atacar las infraestructuras nacionales para crear condiciones insoportables; crear noticias falsas sobre asuntos humanitarios; e insistir en que la intervención es necesaria.Asimismo, la activista muestra su sorpresa porque, a pesar de los múltiples intentos de Washington en el pasado por cambiar el régimen en diferentes países de América Latina, todavía hay quienes insisten en que esta vez las tácticas e intenciones de EE.UU. son diferentes.
"Venezuela no es Siria, dicen. Esta vez, argumentan, se trata realmente de un 'régimen corrupto' y de 'derechos humanos' o, en el caso de Venezuela, de una 'crisis humanitaria'... como si EE.UU. alguna vez se hubiera preocupado por los intereses de algún pueblo", critica Bartlett.
"Ignoran las sanciones asesinas de Occidente contra Venezuela y el apoyo a la 'oposición' violenta… que ha quemado a civiles vivos".
Los colectivos venezolanos, los nuevos 'shabiha'
Antes de 2011, los medios corporativos occidentales tenían muchas cosas positivas que decir sobre el liderazgo de Siria, "elogiando al presidente Assad como un reformador de mentalidad abierta", recuerda la periodista. "Pero cuando se inició la operación de cambio de régimen, el mandatario y sus aliados se convirtieron en los enemigos número uno", recuerda Bartlett, que vivió varios años en Siria y la Franja de Gaza.Tanto en Venezuela como en Siria, los presidentes Maduro y Assad fueron elegidos legítimamente y mantienen un amplio apoyo entre la población. Sin embargo, los medios y los occidentales consideran a ambos países como "dictaduras" y a sus mandatarios electos como ilegítimos, al mismo tiempo que "respaldan a títeres impopulares".
"Venezuela no es Siria, dicen. Esta vez, argumentan, se trata realmente de un 'régimen corrupto' y de 'derechos humanos' o, en el caso de Venezuela, de una 'crisis humanitaria'... como si EE.UU. alguna vez se hubiera preocupado por los intereses de algún pueblo", critica Bartlett.
"Ignoran las sanciones asesinas de Occidente contra Venezuela y el apoyo a la 'oposición' violenta… que ha quemado a civiles vivos".
Los colectivos venezolanos, los nuevos 'shabiha'
Antes de 2011, los medios corporativos occidentales tenían muchas cosas positivas que decir sobre el liderazgo de Siria, "elogiando al presidente Assad como un reformador de mentalidad abierta", recuerda la periodista. "Pero cuando se inició la operación de cambio de régimen, el mandatario y sus aliados se convirtieron en los enemigos número uno", recuerda Bartlett, que vivió varios años en Siria y la Franja de Gaza.Tanto en Venezuela como en Siria, los presidentes Maduro y Assad fueron elegidos legítimamente y mantienen un amplio apoyo entre la población. Sin embargo, los medios y los occidentales consideran a ambos países como "dictaduras" y a sus mandatarios electos como ilegítimos, al mismo tiempo que "respaldan a títeres impopulares".
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