Hoy sábado 18 comienza la Semana de Mayo y el próximo 25, en nuestra
fecha patria, se cumplen ya 16 años del día en que Néstor asumió como
presidente de un país devastado.
Quiero dirigirme a mis compatriotas para compartir, como siempre, reflexiones y también, claro, decisiones.
Nunca me desvelaron los cargos políticos, ni tampoco fueron mi
principal motivación. Tal vez, porque pertenezco a una generación que no
buscaba un lugar en las listas, sino un lugar en la historia. Sin
embargo, también esa misma y por momentos trágica historia, me hizo
comprender que los cargos también son herramientas para llevar adelante
los ideales, las convicciones, las utopías. Es cierto que no las únicas,
pero después de todo, son herramientas al fin, siempre.
Después de haber sido dos veces presidenta de este país -su primera
mujer electa como tal- y de haber ocupado distintos cargos legislativos,
siempre por voluntad popular expresada en las urnas, sigo más
convencida que nunca que la expectativa o la ambición personal tienen
que estar subordinadas al interés general.
Ese principio siempre remanido y repetido y tantas veces incumplido
del peronismo de: «Primero la Patria, después el movimiento y por último
los hombres», bueno… Es hora de hacerlo realidad de una vez por todas.
No solo con palabras, sino también con los hechos y, sobre todo, las
conductas. En este caso, primero la Patria, segundo el movimiento y por
último una mujer -permitanme sólo por un instante, un poco de humor
feminista-.
Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que
integraremos juntos, él como candidato a Presidente y yo como candidata a
Vice, para participar en las próximas elecciones primarias, abiertas,
simultáneas y obligatorias… Sí, las famosas P.A.S.O.
Alberto, a quien conozco hace más de 20 años, y es cierto, con quien
tuvimos también diferencias. Tan cierto como que fue Jefe de Gabinete de
Néstor durante toda su presidencia… y lo ví, junto a él, decidir,
organizar, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del
gobierno.
Aquellos fueron tiempos muy difíciles, pero estos que estamos
viviendo hoy los argentinos y las argentinas, son realmente dramáticos.
Nunca tantos y tantas durmiendo en la calle. Nunca tantos y tantas con
problemas de comida, de trabajo. Nunca tantos y tantas desesperados
llorando frente a una factura impagable de luz o de gas. Y si miramos el
Estado… ¡Ay, Dios mío! La deuda externa en dólares contraída en apenas 3
años es más grande que la que Néstor recibió defaulteada. Eso sí… con
un agravante todavía: casi el 40% es con el Fondo Monetario
Internacional.
El apabullante e innecesario, endeudamiento del país, empieza a
mostrar en este presente los primeros síntomas de una realidad que será
muy difícil de revertir… Sobre todo si anteponemos los nombres y las
ubicaciones personales al desafío de contruir una coalición electoral no
sólo capaz de resultar triunfante en las próximas elecciones, sino
también que aquello por lo que se convoca a la sociedad pueda ser
cumplido. Aquello por lo que se convoca a la scoiedad pueda ser
cumplido.
Y esta última cuestión no es menor. Es un principio fundamental
entonces, evitar sumar a la frustración actual producto de la estafa
electoral que facilitó la llegada de Mauricio Macri al poder, una nueva
frustración que, no tengo dudas, sumergiría a la Argentina en el peor de
los infiernos.
Si… No tengo dudas. La situación del pueblo y del país es dramática. Y
esta fórmula que proponemos, estoy convencida que es la que mejor
expresa lo que en este momento de la Argentina se necesita para convocar
a los más amplios sectores sociales y políticos, y económicos también,
no sólo para ganar una elección, sino para gobernar. Porque algo le
tiene que quedar claro a todos y a todas… Se va a tratar de tener que
gobernar una Argentina otra vez en ruinas, con un pueblo otra vez
empobrecido… Está claro, entonces, que la coalición que gobierne deberá
ser más amplia que la que haya ganado las elecciones.
Estoy convencida que este es el mejor aporte que puedo hacerle a mi
país. Se los dije días pasados en la sede del Partido Justicialista. Los
dirigentes debemos dejar de lado las ambiciones y vanidades personales,
y yo estoy dispuesta a aportar desde el lugar que pueda ser más útil.
Tal vez, ese día cuando dije eso, algunos o algunas pensaron que era una
de las tantas fórmulas de rigor, tan naturales, tan presentes siempre
en todo encuentro político, pero no, no es así.
Tengo la certeza que nuestro pueblo no espera palabras ni discursos
huecos y vacíos. Necesita gestos y hechos concretos que den certeza y
seguridad a una unidad que comience a ordenarles la vida… una unidad que
comience a ordenarles la vida… que con tanta perversidad este gobierno
les desordenó en solo algo mas de 3 años.
Creo, sinceramente, que este es el camino.
El mundo actual y latinoamerica en especial han mutado para mal en
los últimos tiempos. Hoy estamos en tiempos álgidos. Tiempos de disputa
comercial, tecnológica, militar y política.
Tenemos los argentinos y las argentinas que tener la suficiente
inteligencia y visión práctica para que esta disputa por el poder
mundial no nos arrastre a mayor dependencia y pobreza. Tenemos que saber
abordarla en beneficio de nuestro crecimiento como país y del bienestar
de nuestro pueblo. Lo podemos hacer, lo sabemos hacer. Es más, tenemos
que hacerlo.
Reitero, más que ganar una elección, necesitamos de hombres y mujeres
que puedan gobernar una Argentina que se encuentra en una situación de
endeudamiento y empobrecimiento peor que la del 2001. Y que tenga la
suficiente amplitud de ideas y de sectores políticos para representar
con compromiso el interés nacional, repito, para representar con
compromiso el interés nacional, y dar respuesta a las necesidades más
urgentes de nuestro pueblo.
No se trata de volver al pasado ni de repetir lo que hicimos del 2003
al 2015 -y de lo que más allá de aciertos, críticas o errores nos
sentimos muy orgullosos-, pero el mundo es distinto y nosotros también.
Siempre pensé que gobernar es dar nuevas respuestas a los nuevos
desafíos, en especial a los más jovenes… ustedes saben que ellos y ellas
son mi debilidad.
Gobernar no es sólo firmar decretos o dar discursos. Es
principalmente tomar decisiones que sean comprendidas, aceptadas y
compartidas por la inmensa mayoría de nuestro pueblo y que perciba que
ellas son para mejorarle su calidad de vida y para que sus hijos y sus
hijas y sus nietos y sus nietas, tengan futuro.
En los últimos años de mi gestión, y en especial desde que me despedí
del gobierno con una Plaza de Mayo colmada de pueblo, como no se
recuerda en la historia argentina, he sido víctima de la más feroz y
despiadada campaña de mentiras y difamaciones contra mi persona, mi
familia y nuestro gobierno. No los voy a nombrar. Ustedes saben quienes
son y como lo han hecho. Ellos solos se delatan por sus expresiones
públicas y sus malas acciones.
No es casual además que esas mentiras, esa difamación y ese odio le
han servido a aquellos que las instalaron para beneficiarse en lo
económico hasta límites nunca vistos. Y todo ello a costa del más
fenomenal endeudamiento de la Nación y del peor y más rápido
empobrecimiento del pueblo argentino.
Sin embargo, no me guían ni el odio ni el rencor. Al contrario, mi
decisión es una contribución a la construcción de un país distinto, que
la tomo como una inmensa responsabilidad frente a la historia.
El otro día, cuando en la Sociedad Rural presenté mi libro
Sinceramente… -el que veo y siento como un aporte a la discusión, al
debate y al conocimiento histórico de los problemas de los argentinos-
propuse un nuevo contrato social de ciudadanía responsable.
Ese nuevo contrato social no es más ni menos que la búsqueda de una
mirada práctica que genere una base de orden. Un nuevo orden que permita
el desarrollo individual de las personas dentro de las condiciones
humanas y espirituales pero siempre, siempre en el marco de una
realización social colectiva para evitar que el esfuerzo de cada
argentino y cada argentina termine devorado siendo por el egoísmo y el
individualismo.
Tenemos que entender de una buena vez y para siempre que el
descontento o el enojo individual nunca modificaron el status quo, nunca
transformaron la realidad. Pero si ese descontento adquire etapas
superiores de unidad y coordinación, va a abandonar el camino de la
queja para transformarse en el camino de la propuesta.
Y quiero ser yo la primera en ejercer el acto de responsabilidad
ciudadana… Dejando de lado ambiciones o vanidades personales, asumo con
gran compromiso y responsabilidad este nuevo desafío, con el
convencimiento absoluto que es lo mejor para nuestro pueblo y nuestra
Argentina.
A mis compañeros y compañeras les pido que estrechemos filas
acompañando esta fórmula militando y trabajando con alegría y esperanza,
porque el triunfo depende de nosotros mismos y de lo que cada uno de
nosotros vaya aportando.
Yo creo, sinceramente, estar dando hoy el primer paso.
Comprender el presente de nuestra Nación obliga a no pensar en la
suerte y destino personal de uno mismo. Pero de todos modos les puedo
asegurar que el que me reconozcan, al punto de poder ser elegida
nuevamente por ciudadanos y ciudadanas para conducir los destinos de
nuestra Patria, es reparador luego de tantos agravios y halagador
después de tanto esfuerzo
.
Pero, no estamos para los halagos, alguien decía que la experiencia
es un peine que te dan cuando te quedas pelado. Pero aún tengo bastante
pelo y una experiencia construída desde muy chica en la militancia
política que tuvo como corolario el orgullo de haber sido ocho años
presidenta de todas y todos los argentinos.
Esa experiencia no estuvo exenta de errores, pero se tranforma en un
valor sólo si se la toma en cuenta y se la escucha. La experiencia es
esto, la experiencia no es perfección. Creo más bien que sirve y
estimula la comprensión.
A mis compatriotas, que están angustiados por perder el trabajo, sin
aún lo conservan. Que están angustiados por los precios que no dejan de
subir y las tarifas de los servicios públicos que son impagables.
A mis compatriotas que también están preocupados porque el gobierno
sigue endeudando al país en una obscena timba financiera de tasas de
interes astronómicas y rematando dólares prestados.
A mis compatriotas que contemplan absortos como el Estado cada vez se
aleja más del pueblo y solo beneficia a los sectores más poderosos y
ricos.
A todos y a todas les pido que no desmayen, que no se resignen.
Sabemos y saben que un país mejor no es una utopía. Que un país mejor es
posible porque ya lo vivimos, lo acariciamos y lo sentimos.
Reconstruir, entonces, un país para todos y todas debe ser no sólo
nuestro sueño, sino nuestro objetivo. Los quiero mucho a todos y todas.
Cuídense mucho.
Sinceramente, Cristina.