El Departamento de Estado monta un escenario, con el
concurso de su Misión ante la ONU y la OEA, para intentar tender una cortina de
humo a su proceder de violador consuetudinario, cuando sabe que se les acerca
la condena al bloqueo
Donald Trump contra Cuba. Autor: Martinella Publicado:
13/10/2018 | 10:20 pm
Apenas a
unos días de que la Asamblea General de la ONU conozca, debata y vote por 27ma.
vez consecutiva la Resolución que condena el largo y brutal bloqueo de Estados
Unidos contra Cuba, una «casualidad» intenta obstaculizarla y desacreditar a la
Isla
.
Vaya
coincidencia, acaban de darle asilo político a uno que se presentó como
periodista independiente perseguido, y al que —por cierto—, tuvieron durante
seis meses detenido en una de sus prisiones del ICE, esas creadas para los
inmigrantes indocumentados que llegan por la frontera sur, y que inhumanamente
han servido para separar a miles de familias latinas, especialmente a los
menores de sus padres.
Esta
relación en tiempo, trae al escenario de los medios estadounidenses a ese nuevo
comediantillo para tratar de enturbiar lo que es verdad y se sabe desde hace
casi seis décadas, la principal violación de los derechos humanos de los
cubanos reside en la dura vida, en los obstáculos para el desarrollo personal,
colectivo y de la nación, que ha impuesto el bloqueo económico, financiero y
comercial, sostenido a contracorriente de los intereses y aspiraciones comunes
de dos pueblos vecinos a la convivencia civilizada
.
Nada
novedoso, lo sabemos, en el arsenal de la manipulación estadounidense, pero
vemos que en lo que va de año la actual administración de la Casa Blanca ha
intensificado su injerencia y sus ataques, centrados fundamentalmente en lo que
ha sido siempre la farsa presentada como leit motiv para justificar las crueles
sanciones: la supuesta violación por parte de Cuba de los derechos humanos.
El viernes,
en un comunicado del Departamento de Estado que dirige el ex- jefe de la CIA,
Mike Pompeo, se anunció el lanzamiento de una campaña a favor de los que llaman
presos políticos, y en la misma la misión de EE. UU. ante la ONU y la Oficina
de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo han sido encargadas de la maniobra
descarada en la que también está involucrado otro magro fantoche cargado de
mala fe, el Secretario General de la OEA.
El
injerencista ataque se perfilaba desde el pasado agosto, cuando las siamesas de
la añeja y obsoleta agresión teleradial abrieron diz que «una línea de
emergencia para recibir denuncias de violaciones de derechos humanos en Cuba» y
trasladarlas a los organismos internacionales: «Estamos enviando un mensaje muy
claro a Cuba, la línea dura es parte de la nueva política de los EE. UU.»,
vociferaba en los micrófonos, alguno de la «alianza estratégica» forjada en
Miami.
Se trata de
gastar —sin perder las ganancias personales que les reporte— los 15 o 30
millones dispuestos por el Congreso estadounidense para llevar su «democracia»
a Cuba y los 29 millones de dólares para las transmisiones.
Ahora, el
Gobierno que en junio se fue con el rabo entre las piernas del Consejo de
Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra, porque este le dijo algunas
verdades sobre su actuar en el mundo como violador flagrante, busca caja de
resonancia en el organismo mundial en Nueva York, para las mentiras contra la
Isla bloqueada y olvida algo fundamental, la enorme viga que tiene en el ojo…
Justo
también el viernes la publicación The Hill daba a conocer que la administración
Trump está proponiendo revisar las regulaciones de las protestas frente a la
Casa Blanca y en otros lugares emblemáticos de Washington D.C., bajo el
pretexto de preservar esos lugares de herencia de la nación, un acto de
represión que apunta a cerrar la libertad de expresión, denuncian no pocos.
El plan data
de agosto cuando se expuso sin mucha fanfarria; sin embargo, dijo The Hill, los
grupos de derechos civiles han sonada las campanas de alarma.
A comienzos
de septiembre, el mismísimo presidente Donald Trump —en una entrevista que le
hiciera el Daily Caller horas después de que el entonces nominado a la Corte
Suprema de Justicia, Brett Kavanaugh, fuera «saludado» con protestas en el
primer día de las audiencias de confirmación en el Senado—, sugirió que el acto
de protestar debía ser ilegal. Ese mismo día mas de 70 personas fueron
arrestadas por la policía del país que se levanta como «guardián y juez de los
derechos humanos» en el mundo. Y no fueron estas ni las primeras, como tampoco
las últimas de las detenciones masivas practicadas, desconociéndose cuántos
esperan o están sometidos a procesos legales por participar en esas
demostraciones que, supuestamente, protege la Constitución que le dieron los
padres fundadores.
Que el disenso
le da urticaria a Trump es conocido, incluso ha llegado a sugerir que los
manifestantes debieran perder sus trabajos o ser enfrentados con violencia por
expresar sus opiniones; así instó a los propietarios de la NFL (Liga Nacional
de Futbol Americano) a que despidieran a los jugadores que se arrodillan cuando
se escuchan las notas del Himno estadounidense en protesta contra la
sistemática injusticia racial en EE. UU. Tampoco podemos olvidar que durante su
campaña presidencial en 2016, cuando en varias apariciones públicas los
manifestantes interrumpieron sus mítines electorales, con sus palabras alentó
la violencia contra ellos.
En la
supresión de los derechos de expresión, el mandatario cuenta también con el
contubernio de las oligopólicas empresas de la comunicación, con potestad para
acallar las voces contrarias no solo dentro de Estados Unidos sino a nivel
mundial, incluso en las redes sociales en las que cierran páginas progresistas
dedicadas a darle cobertura a las guerras de Estados Unidos y sus aliados, la
brutalidad policial y otros temas que los medios corporativos por lo general
soslayan.
EE.UU. tiene a millones de humanos sin derechos
Sin embargo,
las más incontestables violaciones de los derechos humanos que comete a diario
Estados Unidos no están contenidas en la censura a la libertad de expresión o
el derecho a la protesta. Son las infracciones que dañan el derecho a la vida
misma
.
No
mencionemos en detalles las guerras, las intervenciones y ocupaciones
militares, la injerencia e intromisión en los asuntos internos de otros países,
el fomento de golpes de Estado, el cínico estímulo a la subversión y al
terrorismo, incluso al magnicidio, la imposición del neoliberalismo que ahoga
la vida y la economía de otros pueblos, el desprecio a los convenios y al
Derecho Internacional…
Detengámonos
en las contravenciones hacia los suyos. Pobreza en la nación más rica del
planeta, negación de la salud y de la educación para todos, injusticia en el
sistema judicial y penitenciario, cárceles secretas, situación de
discriminación hacia las minorías, salarios desiguales por sexo o color de la
piel, persecución y detenciones arbitrarias de los inmigrantes, transgresiones
electorales, y muchas más están entre las violaciones de los derechos de sus
ciudadanos.
He aquí
algunas cifras o datos: 46,7 millones de personas viviendo por debajo de la
línea de la pobreza, de ellas 26 millones son mujeres. La cifra total
representa el 14,8 por ciento de la población estadounidense; el 23,6 por
ciento son hispanos y el 26,2 por ciento negros, los blancos representan el
12,7 por ciento. Más de 560 000 personas no tienen techo. Estos son datos de la
Oficina del Censo de Estados Unidos.
Un estudio
del Registro Nacional de Exoneraciones, dado a conocer el 7 de marzo de 2017,
muestra que los estadounidenses negros tenían aproximadamente siete veces más
probabilidades de ser condenados injustamente por asesinato que los
estadounidenses blancos. Si el crimen involucra drogas, los negros inocentes
tienen aproximadamente 12 veces más probabilidades de ser condenados
injustamente que los blancos sin culpabilidad. Y en estas estadísticas de la
discriminación solo en el aspecto del sistema judicial muestran también que los
delincuentes varones negros recibieron condenas en promedio 19,1 por ciento más
largas que las de los delincuentes varones blancos «en una situación similar».
En el
aspecto de los estándares de vida, encontramos que el Instituto de Política
Económica publicó un informe el 13 de febrero de 2017, que refiere que la
riqueza promedio de las familias blancas es siete veces más alta que la riqueza
promedio de las familias negras, y que la riqueza blanca media es 12 veces más
alta que la riqueza negra promedio.
La brecha
por género no es menos amplia. Las mujeres reciben solo el 64 por ciento del
pago que reciben los hombres por un mismo trabajo y qué decir del desprecio que
acaban de recibir cuando el Senado avaló al juez del Supremo nominado por
Donald Trump y a quien se le acusó de violación en su época de escolar, pero no
se le dio crédito a la acusadora.
Mucho más
pudiéramos mencionar de las transgresiones dadas a conocer por sus mismos
índices públicos. Entonces ¿Cómo se atreven a juzgar a otros?
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