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jueves, 6 de septiembre de 2018
Científicos y médicos de Estados Unidos niegan la teoria de las armas de microondas.
Por Sarah Kaplan and Joel Achenbach
Una
serie de ataques con un arma de microondas es la última teoría acerca
de lo que podría haber enfermado o angustiado a aproximadamente dos
docenas de personas asociadas con la Embajada de los EE.UU. en Cuba en
los últimos dos años.
Esta
hipótesis, avanzada en los últimos días en varios informes de noticias,
dominó una audiencia del subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara
de Representantes sobre la política de Cuba, que tuvo lugar este jueves
en la tarde. Pero un panel de funcionarios del Departamento de Estado
aseguró que todavía no hay explicación para las lesiones reportadas.
“Estamos viendo un síndrome único. Ni siquiera puedo llamarlo un síndrome. Es una constelación única de síntomas y hallazgos, pero sin una causa obvia”, testificó Charles Rosenfarb, director médico del Departamento de Estado.
A
pesar del rumor sobre las microondas, los expertos advierten que el
escepticismo está a la orden del día. Hay un viejo aforismo científico
según el cual los reclamos extraordinarios requieren evidencia
extraordinaria. “Y no están aportando ninguna evidencia extraordinaria. No están aportando ninguna prueba”, dijo el físico Peter Zimmerman, experto en control de armas y ex asesor científico del Departamento de Estado y el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
No se sabe que exista ningún arma de microondas que afecte al cerebro. El FBI ha investigado los casos en Cuba y no ha encontrado evidencia de un complot. Las búsquedas en la Embajada de los EE.UU. y otros lugares en La Habana no revelaron ninguna señal de arma.
Lo más significativo es que los médicos que examinan a los diplomáticos enfermos no han establecido un vínculo claro entre sus síntomas y cualquier fuente externa.
El único examen médico importante de los diplomáticos enfermos, publicado en el Journal of the American Medical Association en febrero, descubrió que “pareciera que estos individuos han sufrido lesionesen amplias redes cerebrales sin un trauma craneoencefálico”, y sugirió que podrían ser víctimas de un agente novedoso
.
El New York Times informó el sábado
que Douglas H. Smith, un médico de la Universidad de Pensilvania que el
fue autor principal del informe de JAMA, considera a las microondas
como el principal agente sospechoso
en el caso de Cuba. Smith le dijo al Times que él y sus colegas están
cada vez más seguros de que los pacientes tienen daño cerebral.
Smith
no respondió a las solicitudes de The Washington Post para una
entrevista, y Penn no proporcionó pruebas de esta opinión ni las puso a
disposición de otros médicos involucrados en las evaluaciones del
personal diplomático.
Los
escépticos de la hipótesis del arma de microondas enfrentan un desafío
adicional: es imposible refutar la existencia de agentes invisibles. En
este caso, el agente es un arma teórica utilizada por asaltantes no
identificados que no dejan rastros.
Los críticos dicen que esto simplemente no pasa una prueba de plausibilidad.
“Es una locura”,
dijo Kenneth R. Foster, profesor de bioingeniería en la Universidad de
Pensilvania, quien estudió los fenómenos de microondas mientras
trabajaba en el Centro de Investigación Médica Naval en Bethesda.
Foster, que no participó en el examen del personal diplomático, dijo que
las enfermedades informadas siguen siendo misteriosas y que él no tiene una explicación.
“Es seguro que esto pasa en el infierno, pero no con un microondas”, agregó.
El neurólogo de la Universidad de Cincinnati, Alberto J. Espay, dijo: “Las armas de microondas son el equivalente más cercano en la ciencia a las noticias falsas”.
Los críticos dicen que Smith y sus colegas han buscado una explicación exótica para una ocurrencia relativamente común.
Los casos en los que un número de pacientes informan síntomas físicos
sin causa detectable, dicen, pueden tener una variedad de orígenes no
externos, incluidos factores psicológicos como el estrés, y pueden
diseminarse de forma contagiosa.
En tal escenario, los síntomas son reales. El sufrimiento debe tomarse en serio. Pero no se explican con armas de microondas.
Más
allá de los fenómenos psicológicos, otras posibles causas que se han
considerado incluyen patógenos bacterianos o virales y señales
ultrasónicas. No se han
presentado pruebas que respalden estas explicaciones, y el Departamento
de Estado dijo que “no hay una fuente o causa conocida”.
En
el último recuento, 26 personas asociadas con la Embajada de los
Estados Unidos en Cuba informaron síntomas médicos consistentes con una
lesión cerebral traumática leve, de acuerdo con el Departamento de
Estado. Los primeros casos surgieron a finales de 2016. Las personas
generalmente informaron que oían ruidos extraños, como de grillos o
zumbidos. Luego sufrieron síntomas como dolores de cabeza, mareos,
insomnio y zumbidos en los oídos.
Estos
incidentes no ocurrieron en un solo lugar, sino en varios lugares de La
Habana, incluidos hogares y habitaciones de hotel proporcionados por el
gobierno de EE. UU. En una gran reunión con personal de la Embajada en
marzo de 2017, los funcionarios advirtieron que hubo una ola de ataques,
y poco después los informes de los ataques se dispararon, según una investigación publicada este año por ProPublica .
Los incidentes de los ataques informados se extendieron luego a los
diplomáticos canadienses en Cuba y sus familias, y finalmente a los
empleados del Departamento de Estado en China. Esta semana, el
Departamento dijo que un solo empleado en China ha sufrido síntomas
consistentes con una lesión cerebral traumática leve.
Un
panel de expertos designados por el gobierno cubano para investigar el
tema el año pasado concluyó que los diplomáticos estadounidenses
probablemente sufrieron un “desorden psicogénico colectivo” provocado
por el estrés.
“Si
su gobierno viene y te dice: ‘Estás bajo ataque. Tenemos que sacarte
rápidamente de allí’, y algunas personas comienzan a sentirse
enfermas.. . existe la posibilidad de un contagio psicológico”, dijo
Mitchell Valdés-Sosa , director del Centro Neurociencias de Cuba y
miembro del panel.
Él
y sus colegas planean publicar los resultados completos de su
investigación en los próximos días. Van a poner sus datos a disposición
del público, dijo Valdés-Sosa, y se han comunicado con sus contrapartes
en la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos para sugerir
una investigación conjunta.
El Departamento de Estado dijo esta semana que continúa etiquetando los eventos en La Habana como “ataques” debido al “posible enfoque exclusivo en diplomáticos y sus familias”, así como también “el alcance y la duración de los incidentes”.
El informe de JAMA publicado en febrero reconoció que no había pruebas contundentes de que los pacientes fueran atacados. Los
doctores no encontraron daño cerebral físico que pudieran vincular a
ningún evento en Cuba. El informe no menciona las microondas.
Smith y dos colegas publicaron una respuesta
que decía que estaban realizando “estudios avanzados de neuroimagen” de
los pacientes y que “esperan identificar cambios estructurales en el
cerebro que puedan ser la base de las manifestaciones neurológicas”.
Beatrice
Golomb , profesora de medicina de la Universidad de California en San
Diego, es una de las principales defensoras de la teoría de que las
microondas pulsadas podrían explicar los síntomas. Ella dijo que un
amigo envió su teoría del caso al Departamento de Estado en enero.
Ella
es autora de un artículo que se publicará en los próximos días en la
revista Neural Computation, dijo. Los síntomas experimentados por los
pacientes de Cuba coinciden con los síntomas en otras personas que son
“electrosensibles”, según su análisis, que se basa en el estudio de JAMA
y en los informes de noticias.
Golomb dijo que ella no había visto ni se había comunicado con ninguno de los pacientes o con los médicos que los evaluaron.
Los
defensores de la teoría de microondas citan estudios que investigan un
posible vínculo entre teléfonos celulares y cáncer. Los teléfonos
celulares emiten radiación en cierta zona del espectro electromagnético,
que incluye microondas.
Pero
décadas de investigación no han establecido que los bajos niveles de
radiación por radiofrecuencia puedan dañar la salud humana. La Sociedad
Americana del Cáncer y los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades dicen que no hay evidencia científica que vincule los
teléfonos celulares al cáncer, aunque ambos requieren más investigación
sobre el tema. La Organización Mundial de la Salud clasifica la
radiación de radiofrecuencia como un “carcinógeno de Clase 2B”, lo que
significa que posiblemente puede causar cáncer en humanos.
Y no está claro cómo funcionaría una hipotético arma de microondas.
Allan
Frey , un neurocientífico retirado, reportó evidencia en la década de
1960 de que las microondas pueden causar que una persona perciba sonidos
en ciertas circunstancias. Eso podría, en teoría, explicar por qué
algunas de las personas que experimentaron “ataques” escucharon ruidos
inusuales. Pero Frey
reconoció que la biología detrás de este fenómeno aún se desconoce y
dijo que cree que lo que pasó en Cuba seguirá siendo un misterio.
Las
ondas de radio y microondas son mucho más bajas en frecuencia que los
tipos de radiación conocidos por causar daño tisular (que produce algún
tipo de lesión o lastimadura en la piel), como los rayos ultravioletas y
los rayos X. Las
microondas no son ionizantes, no llevan suficiente energía para eliminar
los electrones de los átomos, lo que puede dañar el ADN.
Las
microondas son absorbidas por la piel y pueden causar daño tisular al
calentarlas a altas intensidades. Por esta razón, sería una mala idea
meter la cabeza dentro de un horno de microondas mientras está
encendido. Los experimentos en agua , gatos y roedores han encontrado
alguna evidencia de que las ondas de sonido pequeñas pueden ser
producidas por las microondas que calientan el agua en el tejido
cerebral.
“Pero esos efectos son básicamente triviales”, dijo Foster, el ingeniero que estuda las microondas.
Los
investigadores sugieren que crear una onda de sonido lo suficientemente
grave como para ser dolorosa consumiría millones de vatios de energía y
cocinaría el tejido cerebral de la víctima antes de que el sonido los
molestara
.
Foster dijo que no
hay tecnología capaz de usar microondas para producir los tipos de
síntomas que los diplomáticos estadounidenses han experimentado, y no por falta de intentos.
Durante
la Guerra Fría, después de descubrir que la Embajada de los EE.UU. en
Moscú estaba siendo bombardeada con microondas de bajo nivel
(probablemente con fines de vigilancia), el Pentágono pasó varios años
investigando las consecuencias de la exposición a microondas y descubrió que no había evidencia de efectos físicos o psicológicos. Más recientemente, varias ramas del ejército han tratado de crear herramientas de
microondas que deshabiliten a los oponentes al interferir con su
audición u otros sistemas cerebrales, pero ninguno parece haberse
desarrollado completamente .
“En
realidad, la Armada estaba interesada en ver si esto podía usarse como
arma, y pasamos mucho tiempo en ello”, recordó Foster, “pero el
fenómeno era simplemente demasiado débil como para ser posible”.
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