lunes, 30 de julio de 2018

Frank País: El alma joven de la Revolución Cubana


«Símbolo de toda la generación que se sacrificó», así calificó Fidel a Frank País García.
SANTIAGO DE CUBA.–«Símbolo de toda la generación que se sacrificó», así calificó Fidel a Frank País García. Nacido el 7 de diciembre de 1934, en esta ciudad, sobre la esmerada educación recibida de sus padres bajo preceptos religiosos, y la marcada inclinación hacia la música, la pintura y otras artes, se impusieron la temprana madurez, la identificación con el ideario martiano y una innata vocación patriótica, que definirían su vida.

La luz brotó del Moncada aquel 26 de julio de 1953, en que burlando la vigilancia logró penetrar por la noche al cuartel y observar el cuadro de horror provocado por la soldadesca del régimen: «Yo los llegué a ver (se refiere a los asaltantes) estaban todavía tirados en el suelo, todos llenos de sangre, de balas y de honor…».

Pronto le seguirían las razones de La Historia me Absolverá y definitivamente Fidel, para que abrazara la causa de la cual ya no se separaría. Raúl diría más tarde: «Después de aquella acción (el Moncada) y la matanza que le siguió, Frank agrupó a lo mejor de la juventud santiaguera… Él quiso continuar la lucha en cuyo inicio no había participado, y cuando se crearon las condiciones con la mayor naturalidad (…) puso a sus combatientes y se puso él mismo bajo las órdenes de Fidel…».

Su figura se levanta sobre sus 21 años, y así lo ve Fidel desde el primer encuentro en México. En octubre siguiente vuelve a la capital azteca para precisar detalles del alzamiento de Santiago de Cuba, y retorna designado por Fidel como Jefe Nacional de Acción del Movimiento, cargo en el cual multiplica el accionar con una efectividad que tras el Triunfo de la Revolución destacaría el General de Ejército: «... Frank País, y la ciudad de Santiago de Cuba, se convirtieron en el primer punto de avanzada de la eficiente retaguardia, en que se transformó luego todo el pueblo de Cuba, en apoyo al núcleo guerrillero…».

Así, bajo las más difíciles condiciones y perseguido tenazmente por la jauría de matones del régimen, Frank despliega hasta su asesinato el más intenso periodo clandestino para ser fiel a la confianza depositada en él por Fidel, y a la palabra de que «el día que quede un solo cubano que crea en esta revolución, ese cubano seré yo».

De esa personalidad, el valor y la trascendencia de Frank, una íntegra reflexión realizaría Raúl tras el Triunfo de la Revolución: «Con poco más de 20 años, Frank tenía la talla de un auténtico político, la madurez de un luchador avezado, el fogueo combativo de un veterano, la tenacidad de un hombre convencido y la valentía personal de un combatiente de la primera línea. Recto en los principios, organizado y exigente, de una modestia proverbial, valiente hasta la temeridad y de una intuición poco común, era el tipo de hombres que penetran hondo y definitivamente en el corazón del pueblo.

«Si adolescente todavía lamentó no haber participado en el Moncada, le quedó tiempo para entrar en la historia de nuestra patria y hacer a ella un aporte singular».

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