Por Arthur González.
No hay que ser un erudito para percatarse que los Servicios de
Inteligencia y Contrainteligencia de los Estados Unidos, junto a la
ultraderecha política, se oponen a cualquier mejoría en las relaciones
con Rusia y, por tanto, ahora le pasan factura al presidente Donald
Trump, por sus pronunciamientos de alcanzar un entendimiento razonable
con Moscú.
Informaciones de las posiciones de Trump hacia el Kremlin, hicieron
que las agencias de inteligencia yanqui se unieran a los políticos para
contrarrestar la simpatía que este demuestra por su homólogo ruso.
El encuentro llevado a cabo en Finlandia entre ambos mandatarios, el
resultado de las conversaciones secretas y la conferencia de prensa,
hicieron que se ejecutara el plan diseñado para manipular a la opinión
pública norteamericana, e impedir un mejoramiento de las relaciones con
Rusia, aunque para lograrlo tengan que afectar la imagen de su propio
Presidente.
Trump, en su conferencia de prensa el 16 de julio 2018, le puso la tapa al pomo, cuando aseguró:
“No veo ninguna razón para que Moscú hubiese interferido en las elecciones presidenciales”. “Creo que la investigación es un desastre para el país, nos está destrozando. No hubo colusión, todos lo saben, vencí a Hillary Clinton fácilmente”.
De inmediato fue puesta en ejecución la operación de la CIA y el FBI.
Entre los ejes principales contemplados en la misma está el de
arrestar, bajo acusación de espiar a favor de Moscú, a la ciudadana rusa
María Butina y de esa forma revertir el efecto positivo que ha tenido
el encuentro entre los dos líderes en la pasada Cumbre de Helsinki.
La información sobre esa detención es ampliamente divulgada por la
prensa, con el propósito de demostrarle a la opinión pública de la
“injerencia” rusa en Estados Unidos y de esa forma evitar la armonía en
las relaciones.
Lo escrito sobre el caso Butina, es digno de las mejores novelas
policiacas, pero el olor que despide a operación fabricada es tal, que
no pocos desconfiarán de su veracidad.
Como una copia de la conocida fábula de la espía de la 1ra guerra Mundial, Margaretha Geertruida MacLeod, conocida como Mata Hari, dibujan el perfil de la rusa María Butina, acusándola de ser agente del Kremlin, bajo la campaña publicitaria de que “ofrecía
sexo a cambio de ventajas en una operación de espionaje, estrechar
lazos con un poderoso grupo defensor de las armas y emplear el traductor
de Google para contactar con sus fuentes”.
Solo cambiaron los bailes árabes de Mata Hari, por formas más modernas de seducción.
Tal cruzada mediática no es de extrañar, porque intentan mantener la
imagen de que Rusia es “el mayor enemigo” de Estados Unidos y de Europa,
para impedir su desarrollo tecnológico y económico.
Al conocerse la noticia del arresto de la mencionada rusa, la
reacción del presidente Trump fue violenta, y arremetió contra quienes
quieren condenarlo por supuestos favores de Moscú en su elección
presidencial.
En su twitter personal publicado el 19 de julio 2018, aseguró:
“Los medios de comunicación de noticias falsas quieren con
desesperación ver un gran enfrentamiento con Rusia, incluso un
enfrentamiento que podría llevar a la guerra. Están presionando
imprudentemente fuerte y odian el hecho de que probablemente tenga una
buena relación con Putin”; y añadió:
“¡Lo estamos haciendo MUCHO mejor que cualquier otro país!”.
Vladimir Putin también respondió a la patraña yanqui, expresando:
“En Estados Unidos hay fuerzas dispuestas a sacrificar con facilidad las relaciones con Rusia. Vemos
que hay fuerzas que ponen sus intereses de grupo y de partido, por
encima de los intereses nacionales. Se trata de personas poderosas y
fuertes, que pueden venderles a millones de sus ciudadanos distintas
historias difíciles de digerir, con una lógica normal”
.
Basta con repasar la prensa para darse cuenta de la línea editorial
impuesta por la ultraderecha, contra los resultados positivos del recién
encuentro en los dos mandatarios en Finlandia. Ataques y críticas
lanzadas por los medios de comunicación, valoran de forma muy negativa
el comportamiento de Trump, llegando a calificarlo de “vergonzoso y de conducta traidora”.
Quienes se oponen a las buenas relaciones con el Kremlin no le
perdonan a Trump sus declaraciones y tratan de frenar sus deseos de
mejorarlas.
Diferentes agencias de inteligencia estadounidenses concluyeron en
2016, que el Kremlin estaba detrás de una campaña de ciberataques y
noticias falsas en redes sociales, dirigida a influir en las elecciones
presidenciales.
Como preámbulo a la actual cruzada propagandística contra Rusia, la
semana pasada fueron apresados 12 supuestos miembros de la inteligencia
rusa, acusados de intentar hackear correos del Comité Nacional
Demócrata.
Los partidarios de la guerra se alarmaron con las palabras de Trump,
de que con Putin trabajaría para ayudar a resolver la crisis en Siria, y
“nuestros militares se han llevado mejor que nuestros líderes políticos
durante varios años, y nos llevamos bien en Siria”.
Para tener una visión más cercana de lo que sucede hoy en Estados
Unidos, basta conocer que el presidente de la Cámara de Representantes
de Estados Unidos, Paul Ryan, alegó:
“El Presidente debe considerar que Rusia no es nuestro aliado. Noexiste una equivalencia moral entre Estados Unidos y Rusia, que sigue siendo hostil a nuestros valores e ideales más básicos”.
Más severo fue el senador republicano John McCain, quien consideró la conferencia como “una de las actuaciones más vergonzosas de un presidente estadounidense de la que se tenga memoria”.
El senador demócrata Mark Warren, calificó como “una completa desgracia, el hecho de que el Presidente se ponga del lado de Putin, en lugar de apoyar sus propios funcionarios de inteligencia, y culpe a Estados Unidos por el ataque de Rusia contra nuestra democracia”
.
Por su parte, el Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Dan Coats, aseguró:
“No veo ninguna razón para que el Presidente no les creyera a sus propias agencias”, e insistió que existen evidencias de la interferencia del Kremlin, recalcando: “Hemos
sido claros en nuestras evaluaciones de la injerencia rusa en las
elecciones del 2016 y sus esfuerzos continuos y generalizados para
socavar nuestra democracia
”.
John Brennan, ex director de la CIA, escribió en Twitter: “considero a Trump como nada menos que un traidor”.
Donald Trump es un inexperto en política y de ahí sus errores con el
propio sistema que representa. Como comerciante puede tener relaciones
con Rusia, pero en política debe entender que no tiene la libertad de
hacer lo mismo.
Se carencia de antecedentes políticos le han hecho cometer el grave
error de considerarse con la potestad de actuar como entienda
conveniente, porque la Casa Blanca es una empresa diferente y
complicada. En Estados Unidos no le permitirán jamás violar las pautas
trazadas por el sistema.
La guerra está declarada contra Trump y si no se doblega ante las
verdaderas fuerzas del poder, su futuro político será muy incierto,
pudiéndole incluso costarle la vida; al final no sería el primero.
Razón tenía José Martí cuando afirmó:
“Acá, pueden todavía más los intereses que las justicias”.
tomado del Heraldo Cubano
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