Venezuela
sufre una guerra despiadada por parte de EE.UU., la derecha venezolana y
sus aliados en Latinoamérica y Europa. Una guerra brutal, que se está
llevando a cabo a través de bandas terroristas que esperan el llamado de
Washington de dar un Golpe de Estado contra Caracas.
No se había visto tamaña campaña de desestabilización, desde
los momentos más duros del enfrentamiento entre la Cuba de Fidel contra
las administraciones estadounidenses. Una campaña que ha significado,
incluso, el abierto llamado sedicioso del Senador estadounidense
anticastrista de origen cubano, Marco Rubio, que como clásico inmigrante
ultraderechista suele alentar intervenciones en Latinoamérica en forma
más criminal que el más White Anglo-Saxon Protestant – WASP – halcón
republicano. Rubio sostuvo que “el mundo apoyaría a las Fuerzas
Armadas de Venezuela si decidieran proteger al pueblo y restaurar la
democracia quitando a un dictador”.
Las palabras sediciosas de Rubio se dan a pocos días de las
declaraciones del Secretario de Estado Norteamericano Rex Tillerson, que
en visita efectuada a México señaló que se vería con buenos ojos una
intervención militar del Ejército Venezolano para concretar una
“transición pacífica” en la nación sudamericana. No debe extrañar estos
llamados subversivos tanto de Rubio como de Tillerson pues siguen el
ejemplo del inquilino de la Casa Blanca quien ha sostenido,
permanentemente, que no descarta una opción militar para sacar a Maduro
del poder.
La Doble Moral Como Arma Política
Estas declaraciones ya no sorprenden a aquellos que analizamos la
política exterior estadounidense. Son parte de su ADN golpista,
ejemplificado en los golpes militares propiciados en gran parte de
Latinoamérica en el siglo XX: Chile, Brasil, Argentina, Uruguay,
Grenada, Panamá, Guatemala. Su apoyo a dictaduras militares y su
oposición a movimientos de Liberación en Nicaragua, El Salvador,
República Dominicana. O la mudez exhibida a la hora de no condenar el
fraude electoral en Honduras, donde el candidato pro-estadounidense Juan
Orlando Hernández se mantiene en el poder a pesar del fraude cometido.
Es la hipocresía y la doble moral exhibida por Washington en forma
permanente, que es difundida como máxima y auto de fe por las grandes
corporaciones mediáticas internacionales.
Esta conducta desestabilizadora ha tenido la reacción digna de la
cancillería venezolana pero que ha merecido el reproche y la crítica de
todos aquellos gobiernos que suelen llenarse la boca con el concepto de
democracia y exigencia de certificados de buena conducta, y que callan
cobardemente callados cuando Washington les ordena secundarlo en sus
objetivos subversivos. No hemos leído declaración alguna de los
cancilleres y sus gobiernos agrupados en la Organización de Estados
Americanos – OEA – condenando el llamado a la sedición, con honrosas
excepciones como Bolivia, Cuba. Una OEA, cuya Secretaria General
dirigida por el uruguayo Luis Almagro ha dado muestras de una conducta
genuflexa, vergonzosa como no se había visto en años.
En el caso chileno la conducta seguida por el canciller chileno
Heraldo Muñoz ha sido el ejemplo más claro y vergonzoso del funcionario
que ha seguido los dictados de Washington en materia de cómo conducirse,
qué decir y cómo actuar en su labor como garante en las conversaciones
entre el gobierno venezolano y la oposición de ese país. Este
funcionario del saliente gobierno de Michelle Bachelet emitió
declaraciones claramente intervencionistas, deplorables y sobre todo
falsas en materia de lo que se conversó en República Dominicana.
Muñoz, en una jugada tejida entre la oposición venezolana, el
gobierno estadounidense y el llamado Grupo de Lima, decidió suspender su
participación como acompañante del diálogo entre la oposición y el
Ejecutivo venezolano. Esto, según la cancillería chilena se hace “mientras
no se concrete a la brevedad las condiciones entre las partes para la
realización de las elecciones presidenciales democráticas, transparentes
y conforme a estándares internacionales. Chile suspende
indefinidamente
la participación en las negociaciones que se llevan adelante en Santo
Domingo por la incertidumbre del proceso entre el Gobierno y la
oposición venezolana…”
Declaraciones mañosas, falsas, direccionadas para desacreditar al
gobierno venezolano y un proceso de diálogo llevado en forma seria y
honesta. Muñoz ha sido la punta de lanza, un títere manejado por hilos, a
estas alturas muy visibles, lo que debería avergonzar a un gobierno
que da sus últimos estertores sacudido, no sólo por estas maniobras en
el plano de la política exterior, sino por los propios desaciertos en el
plano interno como ha sido el caso de la denominada Operación Huracán,
que terminó siendo un burdo montaje policial contra el movimiento
mapuche. En la jerga del Baseball, cuando algo anda mal, se suele decir
“no da pié con bola” y en este plano la cancillería chilena no da pié
con la necesaria dignidad que hay que tener en materia de relaciones
internacionales.
El diálogo mencionado refiere a las conversaciones llevadas a cabo en
República Dominicana en que el gobierno venezolano y la oposición
llegaban con seis de los siete puntos previamente consensuados como
elementos base del diálogo. Esos puntos se plasmaron en un acta de
pre-acuerdo firmada por las partes y entregada al presidente de la
República Dominicana Danilo Medina, quedando sólo por precisar la fecha
para la elección presidencial. Los puntos acordados fueron:
1.- Defensa de la soberanía de Venezuela y rechazo a injerencia extranjera
2.- Ampliar garantías electorales
3.- Convivencia pacífica y reconocimiento entre las partes
4.- Cese de la guerra económica y defensa en común frente a las sanciones de EE.UU. y la Unión Europea
5.- Acordar canales de ayuda humanitaria
6.- Liberación de encarcelados culpados por promover la violencia política
Tanto el Mandatario Dominicano como el garante español, el ex
Presidente español José Luís Rodríguez Zapatero solicitaron a ambas
delegaciones cerrar las negociaciones para la fecha electoral en la
ciudad de Caracas, de manera tal que el día 6 de febrero del presente
año se pudiera, en un acto único, firmarse el Acuerdo de Santo Domingo.
Crónica de una canallada
Lo que aconteció, posteriormente, es la “crónica de una canallada”
como lo ha definido un alto funcionario del gobierno venezolano en
Caracas, quien habló con este cronista. Efectivamente, esta infamia e
indignidad significó, que el día 5 de febrero a altas horas de la noche,
en presencia del ex presidente español Rodríguez Zapatero, Gobierno y
oposición venezolana cerraron las negociaciones aceptando la fecha del
22 de abril para elección presidencial, fecha propuesta por la oposición
y aceptada sin contrapropuesta por parte del Gobierno.
José Luís Rodríguez Zapatero encaminó sus pasos al Palacio de
Miraflores en Caracas a informar entusiastamente al Presidente Nicolás
Maduro del acuerdo alcanzado, a la vez que informaba al Presidente de
República Dominicana, Danilo Medina. El Presidente Medina instruye al
Canciller de su país, Miguel Vargas, para que se habilite un acto
formal, para la firma del documento el día 6 de febrero y se convoca
efectivamente para la firma, no para otro asunto, puesto que la derecha
venezolana había dado por culminado el proceso al proponer y aceptársele
la fecha del 22 de abril.
El día 6 de febrero se hacen presente las delegaciones,
inesperadamente, tal como lo afirma vehementemente Rodríguez Zapatero en
su comunicado, Julio Borges exige abrir nuevos temas. Hubo reclamos por
parte del Presidente Medina al respecto. Las horas transcurrían bajo la
negativa de Borges de firmar sino se cumplían nuevas condiciones. Por
supuesto el desconcierto, la decepción, y hasta el enfado de Rodríguez
Zapatero, del Presidente Medina y Canciller Vargas era evidente. No así
para la delegación del Gobierno venezolano dado el historial de
desplantes, soberbia, carencia de ética y seriedad por parte de la
derecha en otros intentos de acuerdos desde el año 2002 a raíz del golpe
de Estado.
Recordemos que ese día 6 de febrero, el Secretario de Estado y
magnate petrolero Rex Tillerson se encontraba de visita en Colombia
dictando pautas al gobierno neogranadino. Borges recibe una llamada
telefónica desde Bogotá, la atiende y se retira al hotel aproximadamente
a las 16.30 Luego regresa al local de reuniones aproximadamente a las
19.00 horas y, bajo evidente y deplorable estado de embriaguez – según
testigos presentes en el momento de este bochornoso incidente - anuncia
que la derecha no firmará el acuerdo porque “no es digno del pueblo
venezolano”. Exigiendo de paso que las s elecciones fueran monitoreadas
por el Grupo de Lima, convertidos en un grupo de países fieles
servidores de los deseos de Washington.
Es necesario tener en cuenta que sí hubo acuerdo asentados y firmados
por ambas partes en el acta que está en posesión del Presidente Medina y
al cual los gobiernos latinoamericanos y la prensa internacional pueden
consultar. Lo que no hubo fue firma protocolar del acuerdo por la
irresponsabilidad de Julio Borges y sus acompañantes. En este escenario y
en una operación planeada con antelación, los cancilleres de Chile y
México desisten de seguir participando como acompañantes por presiones y
exigencias del gobierno norteamericano y por cuanto ya conocían la
decisión de Washington de impedirle a la derecha firmar el acuerdo
final.
Como bien lo dijera el pasado 11 de febrero en TV Jorge Rodríguez,
primer vocero de la delegación del Gobierno lo vivido refleja “…la
inaudita e indecente conducta cobarde y antiética de Julio Borges…” Aun
cuando tales revelaciones son aplicables también al resto de la
delegación, que con su silencio avalan este artero atropello a la
verdad, a la democracia y al derecho de los venezolanos a darse su
propio derrotero fuera de los dictados de potencias extranjeras.
Para Rodríguez Zapatero lo acontecido no sólo fue una sorpresa, sino
que en círculos del gobierno venezolano y a representantes opositores
dio cuenta de su indignación por la actitud de Borges y los suyos, que
echaban por la borda dos años de trabajo. El ex Presidente español es
testigo de los esfuerzo del gobierno venezolano por alcanzar la paz
social y avanzar en el diálogo con una oposición violenta y carente de
dignidad nacional. Rodríguez Zapatero sostuvo que con la conducta
opositora se ha dado un portazo a "un proceso electoral con
garantías y consenso en la fecha de los comicios, la posición sobre las
sanciones contra Venezuela, las condiciones de la Comisión de la Verdad,
la cooperación ante los desafíos sociales y económicos, el compromiso
por una normalización institucional y las garantías para el cumplimiento
del acuerdo, y el compromiso para un funcionamiento y desarrollo
plenamente normalizado de la política democrática."
El Presidente Nicolás Maduro afirmó que el Gobierno tomará los
acuerdos logrados como un compromiso ético con el pueblo y que serán
puestos en práctica a cabalidad. De hecho, ya presentó su candidatura
para el proceso electoral el día 22 de abril, en cumplimiento de fecha
propuesta por la derecha. Hasta el día de hoy, esa derecha no ha dado la
cara al país y seguramente no la dará en la forma que los
acontecimiento se dieron y para ello utilizaran la maquinaria mediática
de Estados Unidos y sus aliados para desvirtuar lo acordado, mentir,
subvertir y tratar de impedir que Venezuela siga adelante con conceptos
claves como son los de soberanía y dignidad.
La derecha venezolana vuelve a asumir su verdadero camino político.
Donde se visualiza caminos de entendimiento entre los líderes
ultraderechistas Henrique Capriles y el reo Leopoldo López, para
cerrarle el paso a un Henry Ramos Allup dispuesto a competir en las
presidenciales, teniendo como base las cuatro gobernaciones obtenidas en
las elecciones del pasado 15 de octubre del año 2017. La derecha dura,
recalcitrante, el instrumento de Washington en el país sudamericano sólo
pretende desestabilizar, sabotear cualquier intento de paz con una
fórmula de ataque contra el pueblo venezolano, que sólo beneficia a los
grandes poderes de Estados Unidos en lo que nuestro confidente denomina
“el miserable propósito de crear condiciones para una intervención
militar anunciada por los halcones de Washington”.
Pero, en estos intentos de propiciar un Golpe de Estado donde se
reúnen conspiradores de la administración de gobierno estadounidense,
senadores de origen latino y en la suma y resta de los políticos
venezolanos - con un pié más en el norte que en su país – no han
considerado un elemento central: al pueblo venezolano y sus Fuerzas
Armadas, llamados a defender su soberanía, prontas a defender esta
sociedad sujeta a tantas tribulaciones, pero que no ceja en la adopción
de toda clase de medidas que permita enfrentar las amenazas internas y
externas.
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