Washington debería reconocer que la trama de los “ataques sónicos” no da para más.
En inglés se le llama hot air,
aire caliente, al modo de hablar incoherente y hueco con el que se
pretende confundir al otro. En español, tenemos una palabra más gráfica,
cantinfleo, que está a punto
de quedarse corta para los voceros estadounidenses que intentan extender
más allá de la insensatez esa historia de los supuestos “ataques
sónicos” en Cuba. Y la trama, deberían reconocer, ya no da para más.
De
hecho el público se ha hartado del tira y afloja y de las
contradicciones flagrantes entre el Departamento de Estado y la Casa
Blanca, que obviamente tienen las líneas interrumpidas entre ambos
edificios en lo que respecta a Cuba.
Mientras,
el Secretario Rex Tillerson se aburre de decir que no tienen evidencias
para culpar al gobierno cubano y que la salida de la mayoría del
personal diplomáticos estadounidense de La Habana es “una medida preventiva para proteger a los estadounidenses de futuros ataques” (sic), el Presidente Donald Trump lo desmiente alegremente cada vez que puede: “Creo que Cuba es responsable, realmente lo creo”, dijo el lunes.
Poco después el Departamento de Estado se apresuró a aclarar, en un
cable dirigido a sus embajadas en el extranjero, que no ha asignado, de
momento, culpa por el suceso
.
Heather
Nauert, vocera del Departamento de Estado, aumentó el viernes la cuota
de confusión. Evitó culpar al gobierno cubano, pero declaró que los
supuestos afectados por los “ataques sónicos” son ahora 24 –inicialmente
eran 21, de ellos 5 canadienses-, sin nombres, sin pruebas, sin médicos
que lo confirmen, aunque cualquiera que siga con atención el día a día
de la “noticia” ya perdió la cuenta del número de científicos de las más
disímiles disciplinas que niegan la posibilidad de un ataque tal como
lo describe la administración Trump.
Tras
los primeros intentos serios para explicar el asunto y llegar a la
conclusión de que ni las leyes de la física ni del sentido común
explican daños y circunstancias descritos, los propios expertos han
pasado a tirarlo a choteo y a bromear con que quizás la “sordera
selectiva” sea el efecto de la pistola mágica del Agente 007, el canto
de unos grillos mutantes o los alienígenas.
La evidencia de que esto ya cansa la aporta la herramienta Trends, de Google,
que permite visualizar el interés que despierta en los cibernautas
cualquier término de referencia en un período determinado de los últimos
13 años. Cuando comparamos cuánto le importa a la gente la noticia del
“ataque sónico”, tanto entre los lectores angloparlantes como los de
habla hispana, se aprecia que en ambos idiomas ese concepto apenas
importó hasta agosto pasado y tuvo un pico de atención el 30 de
septiembre, cuando el gobierno de los Estados Unidos anunció la decisión
de retirar la mayor parte de su personal diplomático en La Habana.
A
partir de ese día, el interés por la noticia ha ido decayendo hasta
casi desaparecer este domingo. Por tanto, podría interpretarse que las declaraciones del viernes de la vocera Heather Nauert,
infructuosamente, trataron de darle respiración artificial al tema, con
Cantinflas posado sobre su hombro y echando bocanadas de “aire
caliente”: “Las aseveraciones (de que ahora son 24 los atacados) se
basan en evaluaciones médicas de personal que se vieron afectados por
incidentes a principios de este año. No reflejan nuevos ataques”,
comentó.
Los
periodistas que asistieron a la conferencia de prensa todavía deben
estar intentando enterarse qué quiso decir la funcionaria, lo que no
impidió que hicieran su trabajo. Las declaraciones de la señora fueron
reportadas puntualmente por los más poderosos medios estadounidenses.
Pero ni así el nuevo episodio de la saga “sónica” ha remontado el
interés de las audiencias, como se puede ver en este gráfico de Google
Trends:
Como ha demostrado Craig Silverman, periodista y fundador del blog Regret the Error,
cuanto más sensacionalista es una historia, más probabilidad tiene de
viajar lejos, por dos causas fundamentales: la información incorrecta
está destinada a ser más provocativa e interesante que un desmentido, y
se presta poco o ninguna atención a las correcciones que vienen detrás
de las noticias falsas.
Por
cierto, todo esto ocurre en vísperas del aniversario 79 de la famosa
locución radial de “La Guerra de los Mundos” de Orson Welles, que
durante varios minutos hizo pensar a millones de estadounidenses que los
extraterrestres habían llegado para quedarse. La invasión marciana era
ficticia, pero el pánico que sintieron muchos radioyentes aquel 30 de octubre de 1938 fue más que real.
Entonces,
la histeria colectiva tuvo sus raíces en la sombra de la nueva guerra
que se gestaba, donde morirían millones por la fuerza de las armas, el
hambre, las cámaras de gas y los bombardeos que calcinaron a dos
ciudades japonesas bajo las órdenes del presidente de los Estados
Unidos, Harry S. Truman.
¿Estaremos
a las puertas de una situación similar? Para el actor, cantante y
activista por los derechos civiles, Harry Belafonte, la respuesta es sí.
En una presentación que hizo este viernes en Pittsburg, dijo a los estadounidenses que al elegir a Donald Trump, “el
país cometió un error y creo que el próximo error podría ser la cámara
de gas, y lo que sucedió con los judíos bajo Hitler no está muy lejos de
nuestra puerta”.
Creer
que Cuba podría atacar a diplomáticos con láser para provocarles
sordera es tan fantástico como la destrucción de ciudades
estadounidenses con los rayos mortíferos de unos marcianos que iban
camino a la Nueva York de 1938.
“Recuerden
en los próximos días la terrible lección que han aprendido esta noche:
(…) si su timbre suena y no hay nadie allí, no era ningún marciano, esto
es Halloween”. Así despidió Welles el espacio, pero antes había tenido
la decencia de alertar a los oyentes de que lo que escuchaban era la
adaptación radiofónica de la obra de H.G. Wells. Si la histeria se
impuso no fue por la falta de advertencia de un genio que sabía contar y
convencer en la radio, cualidades que están ausentes en el remake mediocre de “La Guerra de los Mundos”, a cargo de Trump, Tillerson, Nauert y compañía.
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