Tres visitas a la extrema derecha de Miami figuran en el expediente del actual administrador de los asuntos del imperio
Reincidente en las malas prácticas. Así pudiéramos llamar al
señor Donald Trump, quien recién se rodeó de políticos anticubanos,
gente de la más arcaica ralea contrarrevolucionaria, mercenarios
derrotados de la Brigada 2506, y mercenarios de estos tiempos que se
hacen llamar disidentes cuando son anexionistas del siglo XXI.
Lo vimos en el acto en la Pequeña Habana de Miami, cuando, el pasado
20 de junio, montó el espectáculo del año, el toma y daca de pagarse
mutuamente favores y con un discurso pedestre, habituales
gesticulaciones y muecas para acompañar las bravuconadas, anunció la
reversión de la política de Obama hacia Cuba y el endurecimiento del
bloqueo, entre gritos de ¡U.S.A., U.S.A., U.S.A.!, proferidos por la
audiencia.
25 de octubre de 2016: El «brevísimo» segundo encuentro en busca de los votos para llegar a Presidente. Foto: The Miami Herald
Con anterioridad ya había estado con sus vecinos miamenses —recuerden
que tiene una enorme mansión-resort en Palm Beach, en Mar-e-Lago—, y
durante la campaña electoral, en busca de los votos suficientes para
acceder a la Casa Blanca dio mítines en la Florida y fue deferente con
los «veteranos» de Bahía de Cochinos, con quienes se reunió el 25 de
octubre de 2016, en un «brevísimo acto» de diez minutos, según el
reporte de El Nuevo Herald, pero en el cual sugirió que su política
hacia Cuba pondría más presión al Gobierno de la Isla porque «lo que
ustedes están pidiendo es justo y está en lo correcto». Lo «justo y
correcto» era bloqueo y más bloqueo a contracorriente de los propios
intereses de empresarios estadounidenses y de los cubanos residentes en
ese país.
En las afueras de la sede de la 2506 se habían reunido simpatizantes
de Trump de origen cubano y el reportaje del Herald describía la escena
cuando veían pasar al entonces candidato: «Un joven de origen latino se
asomó a ver qué sucedía. Uno de los manifestantes le gritó en español
“no te preocupes que todavía no te van a deportar”. Luego se volteó y en
inglés masculló: “a esta pequeña gente de piel tostada no les caemos
bien”».
Una visita en 1999
Pero tampoco fue esta la primera vez que el ahora administrador del
imperio acudió a ese auditorio. Tenemos que remontarnos al 15 de
noviembre de 1999.
Entonces, y esa es la foto de nuestra historia, Donald Trump y su
girlfriend, la modelo Melania Knauss (pues todavía no habían firmado
papeles como pareja), se unieron a la representante republicana por la
Florida Ileana Ros-Lehtinen —a quien en Cuba conocemos como «la loba
feroz» por aquella arremetida a dentelladas contra un niño, su padre y
el pueblo que le apoyó firme—; fueron a visitar un museo, el de la
derrota.
Trump, su novia Melania, la Ileana de Miami y el mercenario 2506 Perez Franco. Foto: Getty Images
La imagen es elocuente, los acompaña Juan Pérez-Franco, a la sazón
presidente de la Brigada de Asalto 2506, y la instalación es la dedicada
a esos «luchadores de la libertad», porque los términos que se emplean
por allá son ejemplos de neologismos para calificar a terroristas y
mercenarios.
¿Qué hacía allí el magnate de las inmobiliarias? No precisamente
jugar al golf en uno de sus campos para intentar hacer un hoyo ganador,
¿o sí? Pues su viaje era exploratorio de la posibilidad de correr tras
la presidencia de Estados Unidos como candidato del Partido de la
Reforma.
Años después, en 2015, cuando Trump aspiraba a ser candidato
republicano a las elecciones de 2016, The Hill, la publicación
especializada en los asuntos del poder en Washington, describió así
aquella aventura trumpiana de 1999: «Fue una fascinante campaña de
oscilación» y agregaba que «pocos le prestaron atención», pero fue el
ensayo general, pues «casi todo lo que ha mostrado en 2015 fue muy claro
durante los pocos meses de 1999»
.
Trump había abandonado el Partido Republicano y se unió al de la
Reforma para buscar la nominación, formó un comité exploratorio, inundó
los programas de entrevistas, tomó una «campaña oscilatoria» de alto
perfil en California y prometió gastar cien millones de dólares para
ganar no solo la nominación del Partido Reformista, sino «toda la
megillah». (Megillah es una palabra talmúdica que significaría rollo).
Cuando le habló a un selecto grupo VIP (personas muy importantes) de
muy alta paga, les dijo «En los negocios y en la vida, la gente quiere
escuchar conversaciones directas» y agregó: «Estamos cansados de ser
cag… por estos idiotas políticos», lo que encantó a la audiencia
entonces, «como a muchos ahora» acotaba The Hill.
El Partido de la Reforma venía de los intentos de otro millonario,
Ross Perot, en 1992 y 1996, quien logró estar en las boletas de todos
los estados. Pero no lo pudo Trump, aunque se rumorara que podría llevar
como compañero en la boleta a la famosa conductora de show televisivo
Oprah Winfrey o al actor Warren Beatty, o a la actriz Cybill Shepherd o
al comentarista conservador Pat Buchanan, todos figuras del espectáculo.
Por aquellos años, el magnate escribió un libro The America We
Deserve, donde proyectó su visión de Estados Unidos con elementos que
repitió en su intento ganador de 2016, cuando djo: «Yo comprendo los
buenos tiempos y los malos tiempos. Quiero decir, porque un político va a
hacer mejor trabajo que yo».
En aquel año que iba dejando atrás al siglo 20, Pat Buchanan, quien
también llegó a aspirar a la candidatura presidencial dijo sobre Trump:
«Yo no creo que la nominación del Partido de la Reforma puede ser
comprada, y no creo que la presidencia pueda ser comprada»…
Finalmente Donald Trump abandonó la carrera, pero dejó claro esto:
«dentro de unos años, yo puedo (volver a) considerarlo». Y así lo hizo.
¿Hubo trato con la extrema derecha anticubana en 1999 cuando fue con
la loba feroz a la casa de los mercenarios? ¿Hubo trato en 2016 con la
nueva visita promocional? La decisión formula el 20 de junio de 2017
parece dar respuesta desde una posición de obcecación ideológica y no
desde los cálculos racionales de un hombre de negocios.
16 de junio de 2017: rodeado del bestiario anticubano de Miami endurece el bloqueo contra Cuba. Foto: The Miami Herald
De manera que aspiraciones y amistades no son nada nuevas. Ya lo dijimos, Donald Trump es reincidente en las malas prácticas.
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