El
presidente de Estados Unidos, durante un mitin político en Iowa,
demostró su evidente ceguera respecto a nuestro país y ahora acusó al
gobierno cubano de tratar de manera “terrible” a las mujeres
Donald Trump ha vuelto a la carga con
Cuba. El presidente de Estados Unidos demostró, una vez más, su
evidente ceguera respecto a nuestro país y ahora acusó al gobierno
cubano de tratar de manera “terrible” a las mujeres.
Durante un mitin político en Cedar Rapids, Iowa, el inquilino de la
Casa Blanca, altamente cuestionado por sus numerosos comentarios
sexistas, racistas y misóginos contra las damas, señaló a La Habana como
un lugar hostil para la vida de las mujeres.
En la línea con los anuncios del pasado 16 de junio, cuando canjeó la
política hacia la Isla a la extrema de la Florida por unos cuantos
votos a su favor en el Congreso, Trump retomó el tema Cuba con igual
desconocimiento.
Contrario a lo que sucede en Estados Unidos en materia de
empoderamiento femenino, la Mayor de las Antillas tiene mucho que
mostrar.
Las palabras de Donald Trump contrastan con la realidad de la mujer
cubana y en general con los principios de dignidad y emancipación para
todos que triunfaron en enero de 1959.
El magnate-presidente, involucrado en varios escándalos por sus
comentarios hacia las mujeres, desconoce que la igualdad de género y la
autonomía de la mujer son uno de los logros más preciados de la
Revolución.
Las cubanas no solo son beneficiarias de plena igualdad de derechos,
sino que cuentan además con acceso universal y gratuito a la educación y
a la salud, a un sistema de atención a la familia y a servicios en
materia de salud sexual y reproductiva, incluyendo la planificación
familiar, a licencia de maternidad pagada y salario igual por trabajo
igual en relación con los hombres.
Donald Trump se atrevió a cuestionar el reconocimiento internacional
ganado por Cuba en cuestión empoderamiento femenino, sin tan siquiera
mirar un poco las cifras, que en nuestro caso son contundentes.
En Cuba las mujeres representan el 48%de las personas ocupadas en el
sector estatal, mientras que una cifra similar ocupa altos cargos de
dirección.
La agencia de las Naciones Unidas para la igualdad de género y
empoderamiento de las mujeres (ONU Mujeres) se refiere constantemente al
ejemplo de Cuba como una sociedad que ofrece plenitud de facilidades al
sexo femenino y acceso igualitario.
Las cubanas poseen además valiosas oportunidades de trabajo,
participación y liderazgo. Dentro de las Asamblea Nacional del Poder
Popular tienen una representación del 48,86% por lo que su contribución
al diseño de las políticas para la conducción y perfeccionamiento del
sistema socialista es más que evidente.
En el contexto latinoamericano y caribeño, donde los hombres ganan en
promedio 19% más que las mujeres y el 55% de los empleos femeninos está
en el sector informal, en Cuba integran el 78,5% del personal de salud,
casi la mitad de los investigadores científicos y más del 66% de la
fuerza de mayor calificación técnica y profesional del país. Cerca del
60% son graduadas de Educación Superior, de acuerdo con cifras
oficiales.
Con afirmaciones carentes de toda credibilidad, se intenta obviar el
trabajo de nuestra nación y específicamente de la Federación de Mujeres
Cubanas (FMC), una institución con más de cuatro millones de afiliadas
actualmente, el 90,6% con más de 14 años, exaltada mundialmente por su
labor en la defensa y construcción de un marco de bienestar para las
damas.
UNA REVOLUCIÓN DENTRO DE OTRA REVOLUCIÓN
Tan solo ocho meses después del triunfo de la Revolución, la situación de la mujer cubana comenzó a cambiar.
Bajo la dictadura de Fulgencio Batista (1952 a 1958), la mujer
representaba solo el 17% de la población laboral activa y en la mayoría
de los casos su papel se limitaba al de ama de casa. Ellas, además, eran
mayoría entre los más de 800 000 analfabetos que existían en ese
entonces.
Desde los inicios del proceso liderado por el Comandante en Jefe
Fidel Castro, fue prioridad la generación de políticas públicas para
avanzar en la inclusión y el despliegue de las potencialidades de las
cubanas, por lo que el 23 de agosto de 1960 quedó constituida la FMC,
con Vilma Espín Guillois como presidenta.
Se abrió allí una nueva etapa en la vida de las mujeres cubanas. Se cerró allí un capítulo ignominioso de la historia de Cuba.
“La mujer es una Revolución dentro de la Revolución”, expresó Fidel
aquel día histórico y llamó a “trabajar, a organizar y a poner en
actividad el espíritu creador, el entusiasmo de la mujer cubana, para
que la mujer cubana, en esta etapa revolucionaria haga desaparecer hasta
el último vestigio de discriminación; y tenga, la mujer cubana, por sus
virtudes y por sus méritos, el lugar que le corresponde en la historia
de la Patria”. Palabras que difícilmente Donald Trump conozca pueda
entender.
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