Una aproximación desde la historia...
Elier Ramírez Cañedo
Centro político
https://www.ecured.cu/Centro_pol%C3%ADtico
https://lapupilainsomne.wordpress.com/tag/centrismo/
El centrismo político en su origen es un concepto de raíz geométrica: el
punto equidistante de todos los extremos.
Supuestamente sería una posición
política que se colocaría entre la izquierda y la derecha, entre el socialismo y
el capitalismo, una tercera vía que hace “conciliar las mejores ideas” de los
extremos que le dan vida y donde se postula la moderación frente a cualquier
tipo de radicalismo.
Lenin calificó esta postura de “utopismo traicionero
producto del reformismo burgués”. Y es que ciertamente las denominadas
terceras vías, o centrismos, nunca han sido una opción revolucionaria, sino
estrategias para instaurar, salvar, recomponer, modernizar o restaurar el
capitalismo.
Cuando se pondera la moderación frente al radicalismo revolucionario cubano
–que es ir a la raíz, para nada asociado al extremismo que es otra cosa-
(iii) , me es inevitable no encontrar determinadas analogías entre ese
centrismo que hoy se intenta articular en Cuba, con el autonomismo
decimonónico.
El autonomismo
como corriente política surge desde la primera mitad del siglo XIX, pero se
conforma como partido político a partir de 1878, como uno de los frutos que
produjo la revolución del 68. (iv) Fue una corriente que compartió
tiempo histórico con el independentismo, el integrismo y el anexionismo. Era la
corriente por excelencia de la moderación, de la evolución, enemiga de los
radicales independentistas cubanos.
Asumían una posición también “equidistante”,
entre el integrismo –la defensa del status quo- y la independencia, pero en
momentos de definición, cerraban filas junto al integrismo para frenar y atacar
la revolución, la cual consideraban el peor de los males. Algunas figuras
célebres del autonomismo terminaron compartiendo las ideas anexionistas al
producirse la intervención-ocupación estadounidense en Cuba.
Sus principales
líderes brillaron por sus dotes intelectuales, eran grandes oradores, pero con
un pensamiento de élite, esencialmente burgués, de ahí que jamás pudieron
arrastrar detrás de sí a las masas cubanas. El pueblo cubano en ese momento lo
menos que necesitaba era ideas de laboratorio, de ahí que cuando se produjo la
nueva arrancada independentista de 1895, el partido autonomista quedara
totalmente descolocado ante la nueva realidad nacional.
El autonomismo defendió
un nacionalismo moderado y excluyente de las grandes mayorías, cuyas
aspiraciones fundamentales no estaban en romper el vínculo con “la madre patria
española”, sino en modernizar su dominación en la Isla, no en el balde la
vanguardia patriótica cubana, encabezada por José Martí, combatió tanto sus
ideas. El 31 de enero de 1893, en uno de sus extraordinarios discursos, Martí
expresó: “…dábase el caso singular de que los que proclamaban el dogma
político de la evolución eran meros retrógrados, que mantenían para un pueblo
formado en la revolución las soluciones imaginadas antes de ella…”.
(v)
Sin embargo, la idea de apoyar en Cuba una tercera fuerza –moderada, de
centro o tercera vía- adquirió mayor fuerza en la política exterior de Estados
Unidos a finales de los años 50, con el objetivo de evitar que el Movimiento 26
de Julio llegara al poder, algo que se convirtió en una obsesión para la
administración Eisenhower en los últimos meses del año 1958. Esta tendencia
debía estar en una posición equidistante entre Batista y Fidel Castro y se
estimuló su desarrollo tanto en el plano militar como el político.
La estación
local de la CIA en La Habana fue la primera en manejar esta idea y luego sería
su principal ejecutora. Así lo confirma el oficial David Atlee Philips en su
libro autobiográfico The Night Watch, cuando señala que James Noel -a
la sazón jefe de la estación local de la CIA en la capital habanera- le había
informado en una de sus pocas frecuentes reuniones, sobre su recomendación al
gobierno de los Estados Unidos de patrocinar discretamente la acción de una
tercera fuerza política en Cuba, “un grupo entre Castro a la izquierda y
Batista a la derecha (…)”. (vi)
En febrero de 1958 se había incorporado al II Frente Nacional del Escambray
que dirigía Eloy Gutiérrez Menoyo, el agente de los servicios secretos
estadounidenses, William Morgan, que tenía la misión de convertirse en el
segundo jefe de aquella guerrilla, algo que logró en poco tiempo al igual que
sus grados de Comandante.
Morgan no sería el único agente que infiltró Estados
Unidos en esa zona con la intención de estimular una tercera fuerza guerrillera
que pudiera enfrentarse e imponerse en determinado momento a las fuerzas de la
Sierra Maestra lideradas por Fidel Castro. (vii) Estados Unidos
también se involucró en otros complots donde se manejaron diversos nombres de
figuras que podían integrar una opción política que arrebatara de las manos a
Fidel Castro el triunfo revolucionario, entre ellas: el coronel Ramón Barquín,
Justo Carrillo, jefe de la Agrupación Montecristi, y Manuel Antonio, Tony, de
Varona. Todavía el 23 de diciembre de 1958, en una reunión del Consejo de
Seguridad Nacional, Eisenhower expresaba su esperanza en el crecimiento,
fortaleza e influencia de una “tercera
fuerza”. (viii)
La creación de una “tercera fuerza” no solo era promovida por los Estados
Unidos, sino también por algunos políticos que la propugnaban a lo interno.
“La Tercera Fuerza –señala Jorge Ibarra Guitart- fue un movimiento
de instituciones cívicas privadas que representando el sentir de sectores
importantes de la burguesía y la pequeña burguesía promovió gestiones de paz y
conciliación con el régimen.
El impulsor, bajo cuerdas, de todas las gestiones
fue José Miró Cardona, quien desde la Sociedad de Amigos de la República ya
había planeado la táctica de movilizar a las instituciones burguesas para forzar
al régimen a llegar a un acuerdo. Este era el momento de poner en práctica dicha
táctica, pues había circunstancias que la favorecían: la burguesía, al notar que
cada día más organizaciones revolucionarias ganaban terreno, estaba alarmada por
el peligro que representaba para sus intereses políticos y económicos el
desarrollo de una guerra civil con una participación popular activa”.
(ix)
Al resultar imposible para los Estados Unidos lograr evitar el triunfo de
la Revolución Cubana y la llegada al poder de las fuerzas del 26 de julio, en
los primeros meses del año 59 el objetivo fundamental de Washington consistió en
respaldar y aupar a las figuras que dentro del gobierno revolucionario se
consideraban “moderadas”, de centro, frente a los que calificaban de
“extremistas”, para a través del predominio de esta línea evitar que la
Revolución profundizara su alcance social. (x)
Cuando Fernando Martínez Heredia, señala que en Cuba existe hoy un
nacionalismo de derecha con pretensiones de centro que tiene “una acumulación
cultural a la cual referirse” (xi) , está haciendo mención a la larga
historia de ese nacionalismo que tiene en el plano de las actitudes políticas
antecedentes en el autonomismo; que durante los años de la República Neocolonial
Burguesa admitió y defendió la dominación, y que en muchas ocasiones fue
utilizado por el propio gobierno de los Estados Unidos, con el propósito de
frenar, evitar o lograr situaciones posrevolucionarias que mantuvieran a salvo
las estructuras de dominación capitalista en Cuba, bajo mejores consensos.
Hoy vemos como ese nacionalismo de derecha que se estimula por quienes nos
adversan, bajo el ropaje engañoso de centrismo, no tiene otro objetivo que el
intento desesperado de restaurar el capitalismo en Cuba
. Una vez más, será un
ensayo frustrado, pues el principal obstáculo que siempre ha enfrentado esta
corriente, es que jamás ha logrado anclar sus ideas en el pueblo. Ese pueblo que
en su mayoría ha abrazado a lo largo de la historia la tradición
independentista, patriótica, nacional-revolucionaria y antiimperialista; jamás
la del autonomismo, el anexionismo o el nacionalismo de derecha.
NOTAS
(i) Véase el texto de Esteban Morales: La contrarrevolución cubana nunca
ha existido, en: Esteban Morales y Elier Ramírez, Aproximaciones al conflicto
Cuba-Estados Unidos, Editora Política, La Habana, 2015, pp.363-367. Morales se
cuestiona en ese trabajo que pueda considerarse cubana dicha contrarrevolución,
en tanto se suicidó prácticamente al nacer al asumir una agenda impuesta por el
gobierno de los Estados Unidos.
(ii) Véase en: http://razonesdecuba.cubadebate.cu/cablegates-wikileaks/los-estados-unidos-y-el-papel-de-la-oposicion-en-cuba/
(iv) Véase Elier Ramírez Cañedo y Carlos Joane Rosario Grasso, El
autonomismo en las horas cruciales de la Nación Cubana, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 2008.
(v) José Martí, Discurso en Hardman Hall, New York, 10 de octubre de 1889,
en: Discursos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, p.195.
(vi) Citado por Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez, en:
Una fascinante historia. La conspiración Trujillista, Editorial Capitán San
Luis, La Habana, 2009, p.50
(vii) Ibídem, pp.41-42.
(viii) Francisca López Civeira, El Gobierno de Eisenhower ante la
Revolución Cubana: Un nuevo escenario, en: http://www.radiolaprimerisima.com/articulos/2527
(ix) Citado por Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez en:
Ob.Cit, p.51.
(x) Mucha información al respecto puede encontrarse en la obra de Luis
M.Buch y Reinaldo Suárez, Gobierno Revolucionario Cubano. Primeros Pasos,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.
(xi) Véase en Cubadebate, 17 de marzo de 2016:
http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/03/17/obama-no-pierda-la-oportunidad-de-hacer-algo-historico-podcast-video-y-fotos/#.WSmPPDfB-sx
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