Es normal, lógico y, una vez más, justo, que los atletas, la afición, el pueblo, la prensa de esas provincias esté feliz, disfrute, festeje, celebre, por todo lo alto, la victoria de su equipo, incluso está bien que otros sin importar de dónde sean, también feliciten los triunfos, pero lo lamentable es la alegría de terceros por la derrota de Matanzas.
Ser un hincha del fracaso ajeno es una actitud mediocre en cualquier ámbito de la vida, típica de los incapaces que no logran brillar con luz propia y, lamentablemente, si bien el equipo de béisbol de Matanzas suma miles de aficionados leales y apasionados, también sufre demasiados fanáticos a sus descalabros.
Algunos, la mayoría, por la antipatía enfermiza por un hombre: Víctor Mesa, el polémico mentor. Ni siquiera me interesa a estas alturas decir lo que pienso sobre el número 32, ya lo he hecho antes, además, resultados le sobran este año para estar por encima de cualquier especulación, pues sin una dirección efectiva, ningún equipo logra lo que los Cocodrilos, no solo en la Serie 56, sino desde que dejaron el sótano para permanecer establemente entre los tres mejores de Cuba. Sin embargo, la pregunta que me hago en este momento es si, por casualidad, alguno de los acérrimos detractores de los cocodrilos han pensado que ese equipo es mucho más que un hombre, es un colectivo de atletas disciplinados, entregados y talentosos que han dejado lo mejor de cada uno en el terreno durante toda la serie, los números son elocuentes.
Matanzas ha sido, por mucho, el mejor equipo este año ¿no merecía, al menos, el beneficio de la duda en el primer juego contra Holguín, aquello de “esto no se acaba hasta el out 27”, por ejemplo? El hecho era que en el octavo inning los yumurinos estaban abajo por tres carreras, pero en lugar del entusiasmado “Holguín está a tres outs de romper la racha victoriosa de Matanzas”, que se escuchó una y otra vez durante la transmisión televisiva, me pregunto si no tocaba un poquito de confianza como: “a Matanzas le queda una sola oportunidad para defender su invicto”. ¿Qué necesita hacer ese equipo para recibir el respeto de ciertas voces?
No sé a ciencia cierta qué sucedió con Víctor Mesa durante el juego suspendido frente a Holguín, supongo que algo muy grave por la sanción que está cumpliendo, los rumores corren en todas las direcciones, pero como nadie ha tenido la bondad de explicar oficialmente lo ocurrido, simplemente no podemos expresarnos en ese sentido. Sin embargo, lo que sí me consta es que justo en el momento en que Matanzas comenzaba a reaccionar la lluvia detuvo el partido y también que no habían pasado dos horas cuando el terreno estaba listo para continuar.
La Serie continúa y, a pesar de las tres derrotas consecutivas, confiamos en Matanzas, no por chovinismo o ceguera, porque han sido hasta hoy los mejores, y cuando un equipo juega de la forma en que ellos lo han hecho ganan, pero no solo ellos, también el béisbol cubano, la calidad de nuestra Serie Nacional y la afición, que siempre espera un buen espectáculo. Pero parece que hay a quienes les interesa más ganar sus apuestas simbólicas y regodearse en sobrenombres de “Segundo” o “Tercero”, aunque en ese resentimiento arrastren no a un hombre, sino a toda una nómina que hoy juega presionada, pero no precisamente por Víctor Mesa, como muchos especulan, sino por quienes no soportan la luz del sol y buscan desesperadamente magnificar sus manchas, ya nos los describió muy bien José Martí. Esos también ganan cuando pierde Matanzas.
(Giusette León García / CubaSí)
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