jueves, 17 de diciembre de 2015

Un año después, el bloqueo sigue ahí

Aunque el presidente conserva amplias facultades ejecutivas para cambiar la aplicación del bloqueo, es el Congreso de Estados Unidos el único capaz de derogarlo por completo. Foto: AP
El aterrizaje de la nave Apolo en la Luna, el levantamiento de la prohibición del alcohol en Misisipi y el fin de la segregación racial, son materia de los libros de historia en Estados Unidos. Sin embargo, esos tres acontecimientos son posteriores a la implantación del bloqueo económico, político y financiero contra Cuba.

Muchos se preguntan cómo es posible que aún esté en pie una reliquia de la Guerra Fría que cada año es rechazada en la ONU por la inmensa mayoría de la comunidad internacional, especialmente después que La Habana y Washington abrieran un nuevo capítulo en su relación bilateral.
Sus daños económicos se calculan en cientos de miles de millones de dólares, pero resulta casi imposible medir el costo humano de una política diseñada para rendir a los cubanos por hambre y desesperación.

Tras más de medio siglo, las principales autoridades nortea­mericanas reconocen que esa política no ha logrado cumplir sus objetivos y es hora de “probar algo distinto”.
Expertos, académicos y políticos de ambos lados del Es­trecho de la Florida compartieron con Granma su visión sobre el futuro del bloqueo y la posibilidad de que sus días estén contados.

UN TIRO DE GRACIA

Aunque el presidente conserva amplias facultades ejecutivas para cambiar la aplicación del bloqueo, es el Congreso de Estados Unidos el único capaz de derogarlo por completo, ya que desde 1996 está codificado en la Ley Helms-Burton.

El escenario actual en el legislativo norteamericano es ten­so, con los republicanos al frente de ambas cámaras en fuerte oposición al Ejecutivo demócrata.

“Una política de más de medio siglo no es posible eliminarla de una sola vez, requeriría de un consenso extraordinario que actualmente es impensable en el Congreso estadounidense, sobre todo por el fenómeno de polarización política que se observa”, señala Carlos Akira de la Puente, profesor e investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, de la Universidad de La Habana (Cehseu).

Akira precisa que lo importante es considerar que existen sectores dentro del partido republicano que están a favor de que se derogue, lo que indica un nuevo criterio dentro de ese partido, tradicionalmente opuesto a un acercamiento con Cuba.

El propio presidente Barack Obama reconoció en una en­trevista reciente que ha crecido el apoyo bipartidista al cambio de política hacia Cuba, lo cual abre posibilidades para acciones del Congreso.
El abogado estadounidense Robert Muse, especializado en el tema Cuba, recuerda que en el sistema político norteamericano es mucho más difícil derogar una legislación que aprobarla. Cita como ejemplo un fallo sobre la protección de la mar­ca Havana Club que pasó por el Congreso en un proyecto de presupuesto de cientos de páginas, pero que más de 20 años después sobrevive en violación de tratados internacionales y a pesar de los intentos por dejarla sin efecto.

“La inercia es la principal característica del Congreso de los Estados Unidos”, apunta Muse.
El profesor visitante del Centro de Asuntos Globales de la Universidad de Nueva York, Arturo López-Levy, señala que un “golpe significativo” podría desmontar el bloqueo como un todo debido al nivel de conexión de sus respectivas partes. “El embargo (bloqueo) es un barco a medio hundir a la espera de un torpedo que le quiebre la línea de flotación”
.
López-Levy apunta en especial a la prohibición de viajar a Cuba (al menos como turista) que se mantiene vigente y está en el estrato de la política de agresión contra Cuba.

DESMONTAJE PASO A PASO

Actualmente en el legislativo norteamericano hay varios proyectos de ley con el objetivo de desmontar algunas partes del bloqueo. El nivel de respaldo y posibilidades de éxito varía en cada uno de ellos.
“El embargo (bloqueo) tiene muchas capas impuestas a lo largo del tiempo en diferentes leyes. Creo que algunos aspectos serán levantados antes que otros. Por ejemplo, el derecho a viajar a Cuba, incluso como turista, puede ser restaurado antes que la totalidad del embargo (bloqueo) porque los estadounidenses tienen un derecho constitucional a viajar”, señala el profesor estadounidense William M. Leogrande, coautor del libro Ca­nales secretos hacia Cuba. La historia oculta de las negociaciones entre Washington y La Habana.

Asimismo, asegura que  la prohibición de conceder créditos a Cuba para compra de alimentos también puede ser levantada porque tiene un fuerte apoyo del lobby agrícola.

“El proyecto que está más cerca de ser aprobado por el Congreso es el que permitiría los viajes a Cuba. Encuesta tras encuesta muestran cuán sólidamente los estadounidenses rechazan esa prohibición. La última de ellas recoge que el 81 %, tanto de demócratas como republicanos, se opone”, asegura James Williams, presidente de EngageCuba, una coalición bipartidista que cabildea en Washignton por el fin del bloqueo. 

El profesor e investigador cubano Carlos Alzugaray apunta que los éxitos parciales en viajes y comercio agrícola son más probables en el mediano plazo porque conviene a intereses am­plios y puede argumentarse en términos de derechos ciudadanos.

En una entrevista reciente, el excongresista Bill Delahunt, veterano defensor de un acercamiento a Cuba, dijo a este diario que se puede aprender del pasado para abrir huecos en la legislación del bloqueo.

Recordó cómo varias décadas atrás de ese tema no se hablaba y se mantenía secuestrado por los representantes de Florida, pero sucesivas visitas de legisladores de otros estados a Cuba y sus encuentros con Fidel fueron cambiando el panorama.
Delahunt defiende que en el éxito de los acercamientos, tanto políticos como económicos, está la clave de la victoria. “Si tenemos intereses de los comerciantes estadounidenses aquí, ellos se convertirán en aliados. Serán nuestros lobbistas”.

“La nueva etapa del proceso ha tenido efectos favorables en las expectativas sobre Cuba en Estados Unidos y el resto del mundo y por supuesto, incentiva intereses en las relaciones entre los dos países en el comercio y las inversiones, que progresivamente tendrían un gran alcance por las ventajas de Cuba —cercanía geográfica, estabilidad y seguridad y una alta calificación de la fuerza de trabajo—, por mencionar solamente algunos aspectos”, señala el profesor e investigador del Cehseu, Luis René Fernández.

“Estas fuerzas interesadas en ampliar sus relaciones con Cuba deben incrementar su presión sobre el Congreso para abrir esa posibilidad”, añade.

UN CASCARÓN VACÍO

El presidente de Estados Unidos, utilizando sus poderes ejecutivos, tiene la potestad de emitir licencias que dejen sin efecto práctico la mayoría de las sanciones contra Cuba.

Hasta el momento Obama solo ha utilizado esas facultades para influir sobre un reducido grupo de elementos de la aplicación del bloqueo, fundamentalmente en el envío de remesas, el sector por cuenta propia y las telecomunicaciones, dejando en pie el grueso del bloqueo.
Varios analistas coinciden en que los sectores escogidos tienen evidentes intereses políticos de fondo.
El presidente tiene la prerrogativa para hacer viable una sustancial colaboración con Cuba en áreas de seguridad tradicional y la nueva agenda de seguridad, educación, salud, uso del espacio aéreo de ambos países, viajes directos a Cuba desde múltiples ciudades estadounidenses, protección am­biental, lucha contra el delito y el tráfico de personas y estupefacientes, asegura López-Levy
Asimismo, indica que la cooperación multilateral entre los dos países es tan importante como la bilateral. “Mientras ma­yor e integral sea el acercamiento entre los dos países más firmes serán los alicientes para afianzar la nueva dirección estratégica de EE.UU. hacia Cuba”
.
Sin embargo, algunos de los analistas consultados refieren que el Presidente podría medir el alcance de sus acciones Ejecutivas por motivos de coyuntura política. El propio O­ba­ma dijo que será “cauteloso y selectivo” en este sentido.

Un punto clave en el que coinciden los especialistas es que el presidente se podría concentrar en los aspectos que entorpecen la aplicación de las medidas que ya se han tomado.

“Probablemente sus próximas decisiones se deben dirigir a destrabar algunas de las restricciones que se han hecho más visibles en las negociaciones bilaterales, que pueden por e­jem­plo, estar asociadas al empleo del dólar norteamericano, o la prohibición de otorgar créditos a empresas cubanas por bancos de Estados Unidos”, indica el profesor Luis René Fer­nández.

Añade que los obstáculos a las relaciones monetarias y fi­nancieras, como las inversiones, estarían también entre los elementos más importantes sobre los que puede actuar la administración antes de terminar su mandato.

EL FACTOR TIEMPO

El factor tiempo es otra clave del proceso en marcha entre Cuba y Estados Unidos, con unas elecciones presidenciales en el horizonte y con poco más de un año de permanencia de Obama en la Casa Blanca.

Además, dado que las transformaciones en la política hacia Cuba han venido del Ejecutivo, un presidente con una posición distinta podría revertir lo hecho hasta ahora. 

Todos los analistas consultados coinciden en que lo más importante es avanzar y lograr resultados concretos. 

El profesor Luis René Fernández, refiere que el incremento de los intercambios y las negociaciones, incluso al nivel limitado por el bloqueo, contribuye a su más rápida eliminación porque actúa sobre las visiones sobre Cuba dentro y fuera de Estados Unidos.

“Hay que avanzar y demostrar que somos capaces de ne­gociar y llegar a acuerdos en todo aquello que esté en nuestros intereses”, indica Alzugaray.

 “Aunque son grandes los desafíos, las condiciones socioeconómicas de Cuba y el perfeccionamiento de su sistema están en franca consolidación y progreso; y esta es la variable decisiva para explicar el curso de la política norteamericana hacia Cuba”, concluye el profesor Luis René.

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