sábado, 8 de agosto de 2015

Suena la “trompeta” en el debate republicano


El centro del debate republicano de este jueves fue el multimillonario Donald Trump, quien llegó al evento como líder en las encuestas de cara a las primarias de su partido
Trump fue el centro del dabate republicano de este jueves transmitido por Fox News. Foto: AP
Si alguien pensaba que era im­posible ver en la Casa Blanca a un misógino declarado, que califica a sus vecinos del sur como delincuentes y no dudaría en empezar una guerra con China o Rusia, de­bería ajustar sus pronósticos con ur­gencia.

El centro del debate republicano de este jueves fue el multimillonario Donald Trump, quien llegó al evento como líder en las encuestas de cara a las primarias de su partido y continúa acaparando titulares por sus polémicas declaraciones sobre las mujeres, la emigración y la política exterior de Estados Unidos.

El escenario era similar a los reality show que han hecho famoso a este magante inmobiliario, cuya for­tuna se estima en 10 000 millones de dólares. Trump está detrás del concurso de belleza Miss Uni­ver­so y otros programas estrellas de la llamada telerrealidad  como El Apren­diz, una competición de gerentes para dirigir una de sus empresas.

Los diez principales aspirantes republicanos a la carrera por la Casa Blanca desfilaron durante dos horas por las pantallas de Fox News, la plataforma televisiva de la ultraderecha estadounidense. Pero la atención de los medios estaba en qué estrategia asumiría Trump ante sus rivales y la andanada de preguntas de tres de los principales periodistas de la cadena.

Sus comentarios siguieron la misma línea extremista que lo ha ca­tapultado en las intenciones de vo­tos. No se arrepintió de sus comentarios sexistas (aunque fue una mujer quien le hizo esa pregunta), ratificó su idea de construir un muro para evitar la entrada de mexicanos al país y no aceptó darle su apoyo a otro candidato republicano en caso de per­der las primarias.

Aunque algunos analistas califican su actuación de desastrosa, al menos en los marcos convencionales, todavía no están disponibles los son­deos para saber el efecto real en las aspiraciones de este multimillonario sin experiencia previa en la política.

Trump le apuesta al sector más os­curo de la sociedad norteamericana, ese que expresa un sentimiento de supremacía sobre el resto del mun­do, desconfía de cualquier tipo de gobierno y cree que la libertad con­siste en la libre empresa y estar ar­mado con un fusil de asalto.

Un empresario voraz, quien dice en público las ideas que otros se reservan para sus casas, parece funcionar para una Nortea­mérica profundamente conservadora y que a veces se intenta esconder bajo la alfombra.

Hasta ahora, todo parece indicar que ha tenido éxito a pesar de las dudas sobre las posibilidades reales de una figura tan polémica en el interior del GOP (las siglas en inglés de El Viejo Gran Partido), que aspira a regresar al poder en el 2016 tras ocho años fuera de él.

Pero más preocupante que el propio Trump es el “trumpismo”, o la posibilidad real de que sus ideas y su modelo se terminen reciclando en otro candidato más moderado.

En el debate del jueves se vio algo parecido con el gobernador de Ohio, John Kasich, quien defendió el fondo de las ideas del magnate y llamó a no tomarlo por loco.

Si bien Trump es la mezcla más explosiva del conservadurismo, al­gunos de sus ingredientes se vieron repartidos en menores dosis entre los otros nueve aspirantes.

Otra variante sería que su ex­tremismo sirviera de contraste para otras figuras no menos retrógradas como el exgobernador de Florida, Jeb Bush, cuyo apellido habla por sí solo en la historia presidencial norteamericana, y quien al lado de Trump parecía un mo­delo de político moderado y respetuoso.
Los candidatos sin experiencia ejecutiva como el senador por Ken­tucky, Rand Paul, aprovecharon la ocasión para afianzar su imagen pública.

El senador por la Florida Marco Rubio, un furibundo detractor del cambio de la Casa Blanca hacia La Ha­bana, utilizó el debate para venderse como un “hombre de abajo” que se ha labrado su propio éxito.  El tema Cuba no estuvo presente en esta ocasión, aunque otros aspirantes como el senador por Texas, Ted Cruz, también se oponen
.
Entretanto, los que tienen una experiencia como gobernadores, Chris Christie en Nueva Jersey o Jeb Bush en la Florida, hablaron de su legado en esas funciones.

Con 17 aspirantes y mucho camino por delante hasta las primarias, todavía es pronto para vaticinar quién llevará el batón republicano. De cualquier manera, las trompetas de Trump ya anuncian lo que vendrá en el 2016 para definir el próximo inquilino de la Casa Blanca.

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