El
centro del debate republicano de este jueves fue el multimillonario
Donald Trump, quien llegó al evento como líder en las encuestas de cara a
las primarias de su partido
Si alguien pensaba que era imposible ver en la Casa
Blanca a un misógino declarado, que califica a sus vecinos del sur como
delincuentes y no dudaría en empezar una guerra con China o Rusia,
debería ajustar sus pronósticos con urgencia.
El centro del debate republicano de este jueves fue el
multimillonario Donald Trump, quien llegó al evento como líder en las
encuestas de cara a las primarias de su partido y continúa acaparando
titulares por sus polémicas declaraciones sobre las mujeres, la
emigración y la política exterior de Estados Unidos.
El escenario era similar a los reality show que han hecho famoso a
este magante inmobiliario, cuya fortuna se estima en 10 000 millones de
dólares. Trump está detrás del concurso de belleza Miss Universo y
otros programas estrellas de la llamada telerrealidad como El
Aprendiz, una competición de gerentes para dirigir una de sus empresas.
Los diez principales aspirantes republicanos a la carrera por la Casa
Blanca desfilaron durante dos horas por las pantallas de Fox News, la
plataforma televisiva de la ultraderecha estadounidense. Pero la
atención de los medios estaba en qué estrategia asumiría Trump ante sus
rivales y la andanada de preguntas de tres de los principales
periodistas de la cadena.
Sus comentarios siguieron la misma línea extremista que lo ha
catapultado en las intenciones de votos. No se arrepintió de sus
comentarios sexistas (aunque fue una mujer quien le hizo esa pregunta),
ratificó su idea de construir un muro para evitar la entrada de
mexicanos al país y no aceptó darle su apoyo a otro candidato
republicano en caso de perder las primarias.
Aunque algunos analistas califican su actuación de desastrosa, al
menos en los marcos convencionales, todavía no están disponibles los
sondeos para saber el efecto real en las aspiraciones de este
multimillonario sin experiencia previa en la política.
Trump le apuesta al sector más oscuro de la sociedad norteamericana,
ese que expresa un sentimiento de supremacía sobre el resto del mundo,
desconfía de cualquier tipo de gobierno y cree que la libertad
consiste en la libre empresa y estar armado con un fusil de asalto.
Un empresario voraz, quien dice en público las ideas que otros se
reservan para sus casas, parece funcionar para una Norteamérica
profundamente conservadora y que a veces se intenta esconder bajo la
alfombra.
Hasta ahora, todo parece indicar que ha tenido éxito a pesar de las
dudas sobre las posibilidades reales de una figura tan polémica en el
interior del GOP (las siglas en inglés de El Viejo Gran Partido), que
aspira a regresar al poder en el 2016 tras ocho años fuera de él.
Pero más preocupante que el propio Trump es el “trumpismo”, o la
posibilidad real de que sus ideas y su modelo se terminen reciclando en
otro candidato más moderado.
En el debate del jueves se vio algo parecido con el gobernador de
Ohio, John Kasich, quien defendió el fondo de las ideas del magnate y
llamó a no tomarlo por loco.
Si bien Trump es la mezcla más explosiva del conservadurismo,
algunos de sus ingredientes se vieron repartidos en menores dosis entre
los otros nueve aspirantes.
Otra variante sería que su extremismo sirviera de contraste para
otras figuras no menos retrógradas como el exgobernador de Florida, Jeb
Bush, cuyo apellido habla por sí solo en la historia presidencial
norteamericana, y quien al lado de Trump parecía un modelo de político
moderado y respetuoso.
Los candidatos sin experiencia ejecutiva como el senador por Kentucky, Rand Paul, aprovecharon la ocasión para afianzar su imagen pública.
Los candidatos sin experiencia ejecutiva como el senador por Kentucky, Rand Paul, aprovecharon la ocasión para afianzar su imagen pública.
El senador por la Florida Marco Rubio, un furibundo detractor del
cambio de la Casa Blanca hacia La Habana, utilizó el debate para
venderse como un “hombre de abajo” que se ha labrado su propio éxito.
El tema Cuba no estuvo presente en esta ocasión, aunque otros aspirantes
como el senador por Texas, Ted Cruz, también se oponen
.
Entretanto, los que tienen una experiencia como gobernadores, Chris
Christie en Nueva Jersey o Jeb Bush en la Florida, hablaron de su legado
en esas funciones.
Con 17 aspirantes y mucho camino por delante hasta las primarias,
todavía es pronto para vaticinar quién llevará el batón republicano. De
cualquier manera, las trompetas de Trump ya anuncian lo que vendrá en el
2016 para definir el próximo inquilino de la Casa Blanca.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario