Sarah Stephens, directora ejecutiva del Center for
Democracy in the Americas, dice que en la superficie todo está bien,
pero por debajo hay un mar profundo, lleno de peligros. “Lo difícil
viene ahora”, comenta, y quedamos en vernos en los próximos días para
una entrevista.
No se puede hablar con calma en la casa de Cuba en Washington. Hay
cientos de personas que van y vienen con mojitos o vasos de agua con
limón. Ha concluido hace un rato la ceremonia de reapertura de la
Embajada, en la que habló el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, y
el ambiente es festivo. “Cuba reactiva la ceremonia del mojito”, tituló
la corresponsal de El País, Silvia Ayuso, invitada también a la
ceremonia, como decenas de colegas de los principales medios
norteamericanos que andaban, como nosotros, pescando a salto de mata
declaraciones de los invitados.
Por lo tanto, en diálogos más bien informales intentamos hilar la
respuestas a una sola pregunta: ¿qué viene ahora en la relación entre
Cuba y Estados Unidos? Wayne Smith responde que hay muchos problemas por delante, pero con diálogo hay esperanzas para resolverlos.
“Estamos siendo testigos de la posibilidad de una nueva era en la que
nuestros dos países puedan hacer negocios, tratarse con respeto y
comenzar a vivir normalmente”, reconoce este veterano de la lucha por el
restablecimiento de las relaciones entre los dos país. La hija de
Wayne, Melinda, lo toma de la mano y habla en tono confidencial: “Él
está muy emocionado. Este día es una especie de cierre de toda su
carrera de diplomático”.
Danny Glover, actor y cineasta, el hombre que visitó en la cárcel a Gerardo Hernández
-uno de los cubanos liberados el 17 de Diciembre-, está convencido de
que esto es comienzo de algo nuevo en las relaciones, algo lleno de
posibilidades, “de otra narrativa”, mientras el representante José Serrano
(Demócrata por Nueva York) reconoce que la apertura de la Embajada “fue
un momento muy emotivo, con un montón de lágrimas cuando Bruno dijo
‘Bienvenidos’”.
Peter Kornbluh, coautor de Back Channel to Cuba,
un libro formidable sobre la historia oculta de las negociaciones entre
Washington y La Habana desde Eisenhower hasta Obama, no se hubiera
perdido esta ceremonia en la Embajada por nada del mundo: “La bandera
ondeaba con vientos de cambio”.
Philip J. Brenner, profesor de la American
University, dice que hubo una guerra larguísima de 56 años, pero “los
estadounidenses y los cubanos ganaron… Ahora los dos países pueden hacer
frente a sus desacuerdos con respeto mutuo.”
“Este es un gran día”, asegura la representante Barbara Lee,
Demócrata por California y ex Presidenta del Caucus negro: “Yo estaba
enWashington, DC, en 1977, cuando este lugar se convirtió en la Sección
de Intereses. He estado en Cuba muchas veces, más de 20, tratando de
llegar a este punto. Así que estoy muy feliz. Tenemos un largo camino
por recorrer para levantar el embargo y permitir los viajes de todos los
estadounidenses”.
El representante Raúl Grijalva, Demócrata por
Arizona y copresidente del caucus Progresista (compuesto de unos 75
legisladores), dice también efusivo que “este es un día histórico…
Tenemos la oportunidad de establecer un puente”, aunque antes de que ese
puente sea firme vaticina que “los estadounidenses apoyarán cada vez
más la normalización”.
Grijalva no se equivoca
No ha terminado el lunes y las encuestas confirman lo que dice Grijalva. Un sondeo nacional del Pew Research Center
realizado entre el 14 y el 20 de julio de 2015, y en el que se recogió
la opinión de 2002 adultos de todo el país, registra que el 73% de los
estadounidenses apruebael restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Son 10 puntos porcentuales más que en enero, destaca la encuestadora.
Aunque
el apoyo es mucho mayor entre demócratas (83%) e independientes (75%),
la cifra de republicanos que apoyan esta decisión llega a un histórico
56%, lo que significa 16 puntos más que en enero, cuando el Pew hizo una
encuesta similar entre el mismo número de personas.
El respaldo es abrumador a la pregunta de si están a favor de poner fin al bloqueo contra Cuba.
De hecho la organización encuestadora reconoce que hay “cambio
dramático” en el posicionamiento de los republicanos conservadores: el
55% de ellos apoya ahora acabar con esa política que pretende rendir por
hambre a los cubanos, cuando en enero solo lo hacía el 40%.
Un 72% de los encuestados respondió afirmativamente, al considerar
que este paso “le permitiría a las empresas norteamericanas realizar
negocios en Cuba y a empresas cubanas hacer negocios en EEUU”.
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