Por: Dunielis Díaz *
Los festejos por los 500 de
Remedios y Santiago de Cuba obligan a los matanceros a echarnos una ojeada,
como apunta un colega es cierto que cinco siglos, no compiten con tres y unos
años más que cuelgan decadentes pero no
creo que los números constituyan la razón de la apatía colectiva, la
matanceridad se ha descocido como un abrigo viejo que deja pasar los fríos
hasta llenarte de escarchas.
A pocos se les escucha hablar
con orgullo de la ciudad y los lamentos pasaron de aguaceros a diluvios sin vidas
a un foráneo ¿qué le muestras, Monserrate? Donde se puede mirar de lejos la elegancia,
porque si te acercas un poco, descubres los parches indecentes, una bahía
olvidada por casi todos con un malecón tan excepcional como moribundo muestras lo
que está mudo y no pueden gritar improperios que escapan de los escombros
.
Con
un Tsunami de voluntad rescatamos el patrimonio pero, ¿qué pasa si dejamos de
sentirnos matanceros? Tirar el papel en el suelo se ha hecho costumbre y guardarlo en el bolso cuando no encuentras
un cesto de basura es un endemismo de bichos raros. Realmente preocupa que los
retazos del sitio histórico dejen de preocupar:
La indiferencia popular
sobreviene a las pocas decisiones gubernamentales por hacer algo. Sin bombos
ni platillos la parte más antigua de
Matanzas fue declarada Monumento Nacional en el 2013, sin embargo la algarabía
de los medios locales no erizó la piel
del pueblo. La tarja se halla en la Vigía apenas perceptible como si fuera un
aguijón para obligadas reparaciones pero poco cambia y ya casi no duele.
Me
pregunto ¿Cómo acontecerán los 500 de Matanzas? si para ese entonces hayan funcionado los
cosméticos arquitectónicos, si permanecerán el Teatro Sauto, la Sala White, el
Louvre resucitado, si tendremos menos grietas y paredes en otoños, si la ciudad
se habrá inflamado con casas hechas para ese entonces, quién sabe si de cristal
reconciliadas con las viejas tejas y el portón de los zaguanes.
Imagino una gala con
pirotecnia ahora ciencia ficción por el medio milenio de Matanzas, y el
matancero del 2 mil 193 con el San Juan en la médula Medio, Tirry, y Plácido en
las palmas de su mano y al Abra del Yumurí surcándole la frente. Solo quiero
que la nombrada ciudad que le faltaba al mundo, para ese entonces, perviva, y
no haya mutado tanto que nos falte de veras en el alma.
*Licenciada en Periodismo, graduada en la Universidad de Matanzas, atiende la esfera cultural en Radio 26 Matanzas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario