Las recientes revelaciones de un Programa de la USAID contra Cuba que utiliza modernas tecnologías de la comunicación para desestabilizar el país, demuestra cómo este tipo de agencias se pone al servicio de los intereses de Las Fuerzas de Operaciones Especiales del ejército de Estados Unidos.
Por: Roberto García Hernández.
El gobierno de Estados Unidos emplea múltiples entidades federales en sus misiones de subversión en todo el mundo, desde las agencias de espionaje hasta especialistas en manipulación de los medios informativos, confirman documentos oficiales.
Al respecto, la Circular de Entrenamiento TC-1801 Guerra No Convencional (GNC) publicada en el 2010 señala que debido a la naturaleza “político y militar de este tipo de contienda resulta vital la participación de las agencias del gobierno de Estados Unidos”.
“El objetivo es lograr un enfoque gubernamental y el éxito a largo plazo, pues en varios momentos de un conflicto resulta necesaria la integración de las instituciones multinacionales e intergubernamentales”, añade el texto.
Las recientes denuncias sobre los planes para imponer un programa subversivo a través de las nuevas tecnologías denominado Zunzuneo, revelaron una vez más el papel desestabilizador de organismos como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Esa entidad gubernamental, subordinada al Departamento de Estado, se destaca como fachada de los servicios de espionaje estadounidenses en diversas regiones del planeta.
La Usaid también apoya las acciones combativas del Pentágono en zonas de conflicto, y para garantizar ese vínculo el Departamento de Defensa dispone de representantes en las estructuras locales de la agencia en esos escenarios.
Además, dentro de la Usaid existe la Oficina de Cooperación Cívico Militar (Occm), cuya misión es conciliar las políticas de defensa y desarrollo “que tienen como fin estimular las capacidades únicas de ambas agencias para obtener mejores resultados”.
Según el sitio de la Usaid en Internet, la Occm responde a la exigencia oficial de que las actividades “en pro del desarrollo constituyan una asociación fuerte e igualitaria con la diplomacia para la defensa de los intereses de la seguridad nacional norteamericana”.
Pero en esta cooperación entre entidades del Gobierno para el desarrollo de la Guerra No Convencional no son solo el Departamento de Estado y la CIA los únicos que participan.
Expertos gubernamentales y de los medios de difusión apoyan las llamadas Operaciones de Información (OI) que realiza el Pentágono en ultramar.
Según el manual JP-3-13 que regula esa actividad, las OI tienen como fin el empleo coordinado de la propaganda y otros métodos similares para lograr el éxito de las operaciones militares y su objetivo es “influir, corromper y usurpar el proceso de toma de decisiones del adversario”.
También el Buró Federal de Investigaciones (FBI) constituye un elemento clave en estas funciones.
Según un reciente artículo del diario estadounidense The Washington Post, los oficiales del FBI están ahora más dispuestos a discutir acerca de “una alianza poco conocida entre esa entidad y la jefatura de las Fuerzas de Operaciones Especiales (FOE)”.
Esta relación beneficia a ambas partes porque dichas unidades élites utilizan la experiencia del FBI en el uso de los medios digitales y otras tecnologías para localizar a los insurgentes y detectar “posibles planes terroristas”.
Según el Post, el FBI profundizó en los últimos años sus lazos con las fuerzas armadas estadounidenses y realiza entrenamientos de gran envergadura con los Destacamentos Seals de la Marina norteamericana, unidades élites que forman parte de las FOE.
Estos son solo algunas evidencias de una obvia participación de mayor nivel del FBI en tareas de subversión desde las posiciones públicas o encubiertas que ocupan sus funcionarios en decenas de países, sobre las cuales existe muy poca información disponible al público.
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