Se cumple este 5 de marzo el primer aniversario de la partida de Hugo Rafael Chávez, que lejos de irse definitivamente se multiplicó en millones en Venezuela , en Cuba y otras partes del mundo
Mi homenaje para este gigante bolivariano lo es una carta que remitiera Iris Castro Gutierrez, locutora en nuestra emisora Radio 26, a las hijas de Chávez, pocos días despues de su fallecimiento.
Por su hondo sentido humano, por los sentimientos que expresa, la traigo a mi blog y la comparfto con ustedes. He aqui la carta:
María Gabriela y Rosa Virginia Chávez.
Cuando aquél día supe la nefasta noticia, no pude evitar que a mi memoria llegaran de inmediato las últimas imágenes publicadas en el periódico Granma de dos bellas jóvenes rodeando al amado padre convaleciente de su última intervención quirúrgica leyendo muy sonriente la prensa ( dicho sea de paso, alegró mucho a los cubanos).
Y hago referencia a esa concatenación de imágenes, porque era evidente , entonces, el delicadísimo estado de salud de su progenitor y la valentía de sus dos hijas laceradas y destruidas, mostrando una felicidad que no existía ni remotamente. Y me sentí aludida, ya que esa máscara la he tenido que mostrar en los años precedentes.
Hace 11 meses perdí a mi padre Hugo Castro Mesa, víctima de la misma enfermedad que el Hugo de ustedes (ya mío también).
Los comparo irremediablemente (con su permiso, y salvando la distancia, ya que su padre es un estadista y líder Latinoamericano), porque no solo los igualaba el nombre, mi Hugo era un hombre especial, de esos que como el de ustedes dejan una estela de amor y simpatía por donde quiera que pasaba.
Mi padre era capitán del Ministerio del Interior, abogado, presidente de una de las asociaciones de combatientes de la Revolución más grande de la provincia de Matanzas, fundador del Partido Comunista de Cuba, pero además un ferviente fidelista, amigo de los más humildes y desposeídos, carismático, cantor, con un patriotismo inmenso, orador natural, y el más amoroso de los padres.
Fue él quien con su optimismo, su amor por la vida, su alegría de vivir y su luz propia me dio fuerzas para enfrentar la muerte de mi madre hace 11 años, quien también para adicionar un punto más en coincidencia con su bella familia, se llamaba Virginia.
Esta hija llena de dolor por la partida del padre idolatrado, tiene la necesidad de escribirles, porque me siento plenamente identificada con ustedes.
Cada noche, como yo, lo verán en sueños, con sus ojos tiernos y su hermosa sonrisa, escucharán su voz paternal y consejera, sentirán que respiran su mismo aire, y que su mano estará tomando la de ustedes guiándolas siempre por el camino certero.
Ahí está la respuesta exacta de por qué a pesar de tanto dolor, hay que seguir sonriendo, porque “nuestros Hugos “, son sin dudas, eternos.
Iris Amada Castro Gutiérrez
Matanzas .Cuba
Matanzas .Cuba
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