sábado, 11 de mayo de 2013

Los Cinco son mucho más que un número



Sergio Alejandro Gómez

Desconozco si algún eminente psiquiatra ya se ha interesado en este extraño padecimiento.
Aún sin nombre científico, la enfermedad tiene síntomas claros: incapacidad fisiológica de comprender los principios e ideales compartidos por millones de personas en Cuba.

Solo una aproximación clínica podría explicar la interpretación que hacen algunos, dentro y fuera del país, sobre el regreso definitivo de René González, uno de los Cinco cubanos injustamente condenados en Estados Unidos por combatir el terrorismo.

Aseguran que los Cinco Héroes, como son conocidos en el mundo entero, han desaparecido por una simple realidad aritmética. René está en su Patria junto a su familia, mientras sus cuatro hermanos aún permanecen retenidos.

Apuestan a la división y los más bajos sentimientos humanos, los únicos que entienden y comparten. Y es por eso que se dan cabezazos cuando Gerardo Hernández, condenado a dos cadenas perpetuas, dice en un mensaje que "parte de nosotros pasea por las calles de esa Isla, y podemos casi respirar su aire, quemarnos con su sol".

"¡Somos Cinco y seguiremos siendo Cinco!", asegura desde su celda en la prisión de Victorville, California.

Y el desconcierto continúa cuando René, junto a su esposa e hijas en La Habana, le dice al mundo que "mi prioridad es lograr la libertad de mis hermanos. Yo no me siento del todo libre, seguimos siendo Cinco prisioneros de una injusticia".

Por mucho que busquen, la matemática de esta operación no le resta poder al símbolo en que se han convertido los antiterroristas cubanos. Cinco es un número primo, solo divisible por sí mismo y por uno. Sencillamente, como afirma Gerardo, la campaña cuenta desde ahora con un nuevo abanderado: René.

Pero quizás el mayor error que cometen es creer que las ideas se pueden sentenciar a cadena perpetua.

Así lo intentaron en un amañado juicio que nunca estuvo encaminado a juzgar sus actividades en Estados Unidos —más que justificadas para proteger a Cuba y los propios ciudadanos norteamericanos de agresiones terroristas—, sino a aplacar en ellos la rebeldía de todo un pueblo. No claudicaron, como otros, a las prebendas que les daban por declararse culpables y "cooperar con las autoridades". Había que castigarlos.

Sería fútil explicarles a quienes no pueden o no quieren entender los motivos de su resistencia, el porqué no vacilan. Las respuestas se remontan a una historia larga y heroica que se llama Cuba, al primer machete y al primer mambí.

Cada cubano patriota levantará esas banderas hasta que regrese el último de ellos. Pero incluso el día que eso ocurra, cuando finalmente el pueblo pueda recibirlos con los honores de héroes que se les han otorgado, seguirán siendo los Cinco.

teresado en este extraño padecimiento. Aún sin nombre científico, la enfermedad tiene síntomas claros: incapacidad fisiológica de comprender los principios e ideales compartidos por millones de personas en Cuba.

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