Por: Yairis Hernández.
Única de su tipo en el mundo, la Botica Francesa del Dr. Triolet, hoy Museo Farmacéutico, se preserva como una de las joyas más valiosas de los matanceros.
Patrimonio de Cuba desde el 2007, Premio Nacional de
Conservación al siguiente año y propuesta para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las
Naciones Unidas para la
Educación, la
Ciencia y la
Cultura (UNESCO), la Botica Francesa
del Dr. Ernesto Triolet se describe como uno de esos espacios mágicos que
marcan a las personas para toda la vida.
Esa fue la impresión que tuve cuando conversé con Marcia
Brito Hernández, su directora; una mujer sencilla y risueña, que por más de 30
años ha llevado consigo la responsabilidad de resguardar las excepcionales
piezas de esta droguería.
A cada una de sus respuestas le antecedían suspiros y, más
que sus palabras, alcancé a tomar en mi libreta de apuntes toda la información
contenida en el brillo de sus ojos, el tono entusiasta de su relato y el amor
que inundaba el segundo piso de un recinto pequeño, pero acogedor.
“Estamos en la única botica francesa que se conserva
completa en el mundo”, así inició una conversación que hubiese tardado miles de
horas, si el tiempo me lo hubiese consentido.
“Todas sus colecciones son originales y fueron adquiridas
por los dueños para la misma. Los medicamentos que son mostrados en la
colección fueron elaborados aquí (…) Antes existían dos líneas de
comercialización: productos que se importaban de laboratorios de España, Francia,
Alemania y Estados Unidos, por citar algunos países, y que son piezas muy
especiales y de un enorme valor, y medicamentos que se preparaban en este lugar
y quedaban registrados en los libros de asentamientos de recetas. Estos
documentos son trascendentales, porque te indican, por fecha, la cantidad de
recetas que se hacían y que médicos las formulaban, son libros muy importantes
(…) Además de la relevancia de su instrumental, completamente artesanal,
anterior al siglo XX y que estuvo en funcionamiento hasta el 16 de enero
de1964″, expresó Brito al referirse a los valores que distinguen el lugar.
UN POCO DE HISTORIA
La
Botica
fue fundada el 1 de enero de 1882, en la antigua Plaza de Armas de la ciudad de
Matanzas, por los doctores en Farmacia Juan Fermín Figueroa y Ernesto Triolet
Teliebre, amigos que se convirtieron en parientes, luego de que María Justa de
Figueroa, hermana del primero, contrajera nupcias con el doctor Ernesto
Triolet.
A la muerte prematura de Justa, Triolet se casó con la hija
de Figueroa, Doña María de los Dolores, la primera mujer cubana que recibiera
el título de doctora en Farmacia en 1886, y con la cual fundó una familia de
artistas y científicos.
Durante los años que funcionó como farmacia fueron
preparadas más de 150 fórmulas, entre las que se destacan los jarabes,
tinturas, pomadas, esencias, elixires, ungüentos y píldoras, entre otras.
El emblemático lugar, exponente de la arquitectura
neoclásica doméstica de fines del siglo XIX, se nacionaliza el 23 de noviembre
de 1963 y continúa su trabajo, hasta su cierre, en enero de 1964. El primero de
mayo del mismo año reabre sus puertas, esta vez, como museo. A su cargo estuvo,
durante los primeros diez años, el hijo menor del matrimonio, Ernesto Triolet
Figueroa.
“La humanidad entera estará en deuda con la familia Triolet
Figueroa porque ellos lo dejaron todo tal cual estaba. Se nacionalizaba el
negocio pero los bienes eran propiedad de los dueños; pero gracias a Julio Le
Riverend y otro grupo de personas se logró que la Botica no pasara al
Ministerio de Salud Pública, sino a Patrimonio, y es ahí que se decide
convertir en el primer Museo Farmacéutico de Latinoamérica”, expresó Marcia.
EN LA
ACTUALIDAD
Hasta la fecha el museo acumula más de 1 millón de visitas.
En el 2011 asistieron 47 mil 627 personas y para el 2012 se prevé superar la
cifra de 47 mil 800.
Entre las salas de la farmacia se destaca la dedicada a la
hija del fundador, Celia Triolet, artista vinculada a las artes plásticas que
se dedicó al diseño de vitrales. En la actualidad, los mismos artesanos que
restauraron los vitrales de la casa, exponen y comercializan, con exclusividad,
sus piezas en este lugar.
Se exhiben más de 5 millones de piezas en la colección,
desde etiquetas, instrumentales, medicamentos hasta los libros de asentamientos
de fórmulas.
El centro mantiene un estrecho vínculo con la comunidad. En
múltiples ocasiones sus salas se convierten en sede de conciertos para música
de pequeño formato, reúne a jóvenes trovadores o suscita debates literarios.
LA ENTREVISTA
Conocí a Marcia fue dos semanas antes de la entrevista, en
una reunión en la que coincidimos y fuimos presentadas. Confieso que mi interés
era, sobre todo, conocer el museo porque jamás lo había visitado, a pesar de
pasar frente a él casi todos los días y entonces utilicé la excusa del
reportaje como un pretexto.
Varias veces conversamos por teléfono para planificar el
encuentro, pero ella siempre estaba ocupada cuando yo disponía de tiempo libre.
Hubo momentos en los que me dio pena llamarla, temía ser demasiado insistente,
pero así son los periodistas.
Marcia siempre se mostró amable e interesada, razones que
impidieron que desistiera, hasta que al fin y casi por azar nos encontramos.
Toda la conversación fue grabada, aunque lamenté prescindir
de una cámara de televisión, pues la expresividad de su rostro no necesitaba de
palabras. Casi me enamoro perdidamente del museo y solo hablamos durante una
hora.
En estos momentos, Marcia trabaja en la preparación de un
libro que será lanzado por Ediciones Matanzas, con motivo del aniversario 50
del museo. En el mismo se abordará la historia de la Botica y de sus
colecciones, a partir de las investigaciones realizadas durante estos años.
¿Cuál constituye el mayor disfrute de Marcia?
“Mi mayor disfrute es ser parte de un colectivo que tiene
cada día la tarea de conservar este museo, ayudar a que esta Botica se mantenga
como si fuese el primer día, allá por el año 1882″.
¿Qué principio guía el trabajo de este colectivo?
“El principio que defendemos es el de ofrecer un servicio de
excelencia”.
¿Qué fórmula mantiene este lugar casi intacto, luego de
tantos años?
“El amor, este lugar lo distingue el amor…ha sido
minuciosamente preservado por muchas personas, desde sus dueños hasta los
trabajadores actuales. Se trata de un sitio auténtico, en perfecto estado de
conservación y con una colección excepcional”
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