Tomado de la Pupila Insomne
José Manzaneda*
El expreso y “disidente” cubano Diosiris Santana narraba el pasado 23 de mayo una escena de brutalidad policial hacia varios de sus compatriotas: “los arrastraron en el suelo, les golpearon la cara, el brazo, uno tiene la nariz partida y un pie” (1).
Cualquiera podría pensar que su acusación se dirigía contra la policía cubana. Pero no. Santana narraba la actuación de la Policía Municipal de Madrid, al arrestar a cuatro expresos cubanos acampados frente el Ministerio de Asuntos Exteriores de España.
“Estoy preocupado por esta situación; yo nunca había visto esto en España”, decía otro de los “disidentes”, Francisco Bacallao, en referencia a la violencia policial. Un comentario un tanto cínico tratándose, en este caso, de una persona que reside desde hace años en Madrid donde, apenas unos días antes, la Policía Nacional había desalojado, con mucha mayor violencia, a decenas de personas del movimiento 15 M en la cercana Puerta del Sol (2).
El motivo de la protesta de los cubanos era el fin de la ayuda económica que entregaba el Gobierno de España a los 115 expresos y 647 familiares acogidos en 2010 y 2011 por el anterior Ejecutivo, tras un acuerdo con Gobierno e Iglesia católica de Cuba (3). Recordemos que, a los pocos días de su llegada a Madrid, dichos expresos rompían con el propio gobierno que les acogió, el de Rodríguez Zapatero, y varios de ellos viajaban a Bruselas de la mano del Partido Popular para defender la política de mano dura y sanciones contra su país contenidas en la llamada Posición Común europea (4). Lo curioso es que, ahora, el Gobierno del Partido Popular –en pleno apogeo de recortes presupuestarios- es quien ha decidido no prorrogar su ayuda económica, acabados los 18 meses de cobertura firmados en el acuerdo de acogida. El Partido Popular ha rechazado, incluso, una propuesta del grupo Unión, Progreso y Democracia (UpyD), para destinar 2,5 millones de euros a estas personas (5).
Y es que quienes –curiosamente- abogan por la implantación en Cuba de un sistema de libre mercado capitalista, son ahora devorados por éste.
En abril, se suicidaba en Canarias uno de ellos, Alberto Santiago Du Bouchet (6). Su familia apuntaba que “no pudo aguantar” la incertidumbre tras el anuncio del fin de las ayudas (7). La penuria económica se ha hecho común al colectivo. Bárbara Pura Yurubi Dueñas, familiar de uno de los expresos, advertía desesperada, en una carta, que puede perder la custodia de su hija por no poderla mantener económicamente (8). Y varias personas del grupo muestran ya, sin reparo alguno, su deseo de regresar a Cuba (9).
Para otras personas, sin embargo, la solución se encuentra… en EEUU. La “dama de blanco” Sabina Martín, exigía así, hace unos meses, su traslado a ese país: “Desde que vinimos a España, nada de lo que se nos prometió se ha cumplido en este gobierno (sic). Queremos ir a los EEUU, que es donde se defienden verdaderamente la democracia y los derechos humanos” (10). Esta persona sigue siendo presentada en medios españoles como “luchadora por los derechos humanos” en Cuba (11). La web de Unión, Progreso y Democracia (UpyD), partido que ha hecho bandera del “anticastrismo” y que ha afiliado a varios de ellos, describe a Sabina Martín como una “luchadora por la libertad” y una “mujer (…) con un gran sentido común” (12). Repasemos algunas de las muestras de su particular “sentido común”.
En junio de 2011 fue expulsada, junto al resto de su familia, del centro de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en la ciudad de Málaga, debido a las agresiones físicas entre ellos, las amenazas e insultos a los trabajadores, la introducción de alcohol y armas blancas en el centro y el abandono de los talleres ocupacionales (13). Sabina Martín explicaba a la agencia EFE que detrás de su expulsión de este centro de Málaga estaba –¡cómo no!- el Gobierno cubano (14). Su marido –dando muestra también de un gran “sentido común”- acusaba a CEAR de desalojarles mediante un “despliegue militar” (15).
Durante su acampada de protesta en Madrid, Sabina Martín denunciaba que su vida y la de sus familiares se encuentran en peligro (16). Un medio de Miami hablaba, incluso, de que “agentes encubiertos” amenazan su seguridad (17).
La dama de blanco acusaba, además, al Gobierno cubano por su actual situación, al no informar a su ciudadanía de los problemas económicos en Europa. “En Cuba nadie sabe que en España hay tantísimos parados y las cosas están tan mal”, decía a un medio, añadiendo que de haberlo sabido no habría aceptado venir (18). Es decir, quienes siempre han acusado a los medios cubanos de exagerar los problemas del capitalismo, ahora denuncian que no lo hacen lo suficiente. Otro absurdo que cae por sí solo con solo conectar la Televisión cubana, cuyos espacios informativos sobre la crisis y el desempleo en Europa son casi diarios (19).
Pero, al margen de los casos más esperpénticos, el drama de este colectivo es la repetición de una vieja historia: la de la utilización política de un grupo de personas a quienes, primero, el Gobierno de EEUU financió y organizó como ariete contra el Gobierno cubano (20); a quienes, posteriormente, la derecha europea llevó a instituciones y medios para respaldar su política de sanciones a Cuba; y a quienes, posteriormente, se dejó abandonadas a su suerte. Los nombres de muchas de estas personas, como el de Diosiris Santana, el mismo que denunciaba la violencia de la Policía Municipal de Madrid, aparecen en manifiestos de apoyo a las posiciones más extremas contra su propio país: en favor del mantenimiento de la Posición Común europea (21), de la prohibición de los viajes a Cuba desde EEUU (22), incluso del bloqueo económico a la Isla (23).
Es una vieja historia que se repite, desde hace más de 50 años, antes en Miami, ahora en Madrid.
José Manzaneda*
El expreso y “disidente” cubano Diosiris Santana narraba el pasado 23 de mayo una escena de brutalidad policial hacia varios de sus compatriotas: “los arrastraron en el suelo, les golpearon la cara, el brazo, uno tiene la nariz partida y un pie” (1).
Cualquiera podría pensar que su acusación se dirigía contra la policía cubana. Pero no. Santana narraba la actuación de la Policía Municipal de Madrid, al arrestar a cuatro expresos cubanos acampados frente el Ministerio de Asuntos Exteriores de España.
“Estoy preocupado por esta situación; yo nunca había visto esto en España”, decía otro de los “disidentes”, Francisco Bacallao, en referencia a la violencia policial. Un comentario un tanto cínico tratándose, en este caso, de una persona que reside desde hace años en Madrid donde, apenas unos días antes, la Policía Nacional había desalojado, con mucha mayor violencia, a decenas de personas del movimiento 15 M en la cercana Puerta del Sol (2).
El motivo de la protesta de los cubanos era el fin de la ayuda económica que entregaba el Gobierno de España a los 115 expresos y 647 familiares acogidos en 2010 y 2011 por el anterior Ejecutivo, tras un acuerdo con Gobierno e Iglesia católica de Cuba (3). Recordemos que, a los pocos días de su llegada a Madrid, dichos expresos rompían con el propio gobierno que les acogió, el de Rodríguez Zapatero, y varios de ellos viajaban a Bruselas de la mano del Partido Popular para defender la política de mano dura y sanciones contra su país contenidas en la llamada Posición Común europea (4). Lo curioso es que, ahora, el Gobierno del Partido Popular –en pleno apogeo de recortes presupuestarios- es quien ha decidido no prorrogar su ayuda económica, acabados los 18 meses de cobertura firmados en el acuerdo de acogida. El Partido Popular ha rechazado, incluso, una propuesta del grupo Unión, Progreso y Democracia (UpyD), para destinar 2,5 millones de euros a estas personas (5).
Y es que quienes –curiosamente- abogan por la implantación en Cuba de un sistema de libre mercado capitalista, son ahora devorados por éste.
En abril, se suicidaba en Canarias uno de ellos, Alberto Santiago Du Bouchet (6). Su familia apuntaba que “no pudo aguantar” la incertidumbre tras el anuncio del fin de las ayudas (7). La penuria económica se ha hecho común al colectivo. Bárbara Pura Yurubi Dueñas, familiar de uno de los expresos, advertía desesperada, en una carta, que puede perder la custodia de su hija por no poderla mantener económicamente (8). Y varias personas del grupo muestran ya, sin reparo alguno, su deseo de regresar a Cuba (9).
Para otras personas, sin embargo, la solución se encuentra… en EEUU. La “dama de blanco” Sabina Martín, exigía así, hace unos meses, su traslado a ese país: “Desde que vinimos a España, nada de lo que se nos prometió se ha cumplido en este gobierno (sic). Queremos ir a los EEUU, que es donde se defienden verdaderamente la democracia y los derechos humanos” (10). Esta persona sigue siendo presentada en medios españoles como “luchadora por los derechos humanos” en Cuba (11). La web de Unión, Progreso y Democracia (UpyD), partido que ha hecho bandera del “anticastrismo” y que ha afiliado a varios de ellos, describe a Sabina Martín como una “luchadora por la libertad” y una “mujer (…) con un gran sentido común” (12). Repasemos algunas de las muestras de su particular “sentido común”.
En junio de 2011 fue expulsada, junto al resto de su familia, del centro de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en la ciudad de Málaga, debido a las agresiones físicas entre ellos, las amenazas e insultos a los trabajadores, la introducción de alcohol y armas blancas en el centro y el abandono de los talleres ocupacionales (13). Sabina Martín explicaba a la agencia EFE que detrás de su expulsión de este centro de Málaga estaba –¡cómo no!- el Gobierno cubano (14). Su marido –dando muestra también de un gran “sentido común”- acusaba a CEAR de desalojarles mediante un “despliegue militar” (15).
Durante su acampada de protesta en Madrid, Sabina Martín denunciaba que su vida y la de sus familiares se encuentran en peligro (16). Un medio de Miami hablaba, incluso, de que “agentes encubiertos” amenazan su seguridad (17).
La dama de blanco acusaba, además, al Gobierno cubano por su actual situación, al no informar a su ciudadanía de los problemas económicos en Europa. “En Cuba nadie sabe que en España hay tantísimos parados y las cosas están tan mal”, decía a un medio, añadiendo que de haberlo sabido no habría aceptado venir (18). Es decir, quienes siempre han acusado a los medios cubanos de exagerar los problemas del capitalismo, ahora denuncian que no lo hacen lo suficiente. Otro absurdo que cae por sí solo con solo conectar la Televisión cubana, cuyos espacios informativos sobre la crisis y el desempleo en Europa son casi diarios (19).
Pero, al margen de los casos más esperpénticos, el drama de este colectivo es la repetición de una vieja historia: la de la utilización política de un grupo de personas a quienes, primero, el Gobierno de EEUU financió y organizó como ariete contra el Gobierno cubano (20); a quienes, posteriormente, la derecha europea llevó a instituciones y medios para respaldar su política de sanciones a Cuba; y a quienes, posteriormente, se dejó abandonadas a su suerte. Los nombres de muchas de estas personas, como el de Diosiris Santana, el mismo que denunciaba la violencia de la Policía Municipal de Madrid, aparecen en manifiestos de apoyo a las posiciones más extremas contra su propio país: en favor del mantenimiento de la Posición Común europea (21), de la prohibición de los viajes a Cuba desde EEUU (22), incluso del bloqueo económico a la Isla (23).
Es una vieja historia que se repite, desde hace más de 50 años, antes en Miami, ahora en Madrid.
*Coordinador de Cubainformación
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