Escrito por Frank Marín Vergara
sábado, 10 de julio de 2010.
Tomado de Prensa Latina.
Reconocido como el partido que nadie quiere jugar, el duelo entre Alemania y Uruguay por la presea de bronce del Mundial de fútbol Suráfrica-2010 colocará hoy enfrente a dos adversarios con sensaciones muy distintas.
Hace cuatro años la escuadra alemana acogió con gran regocijo el tercer lugar ganado frente a Portugal, luego de ceder en semifinales ante Italia al recibir dos goles en el epílogo del tiempo extra.
Similar a la pasada edición, el conjunto germano llegó a Suráfrica rodeado por la incertidumbre y un cauto optimismo entre su afición sobre sus opciones de rubricar una buena faena.
Ante esa perspectiva, su desempeño y la posible consecución de otro tercer peldaño deberían significar una alegría parecida a la de 2006, pero las caras de sus jugadores y su DT, Joachim Low, después de perder en semifinales con España, no transmitieron esa idea.
Un segundo metal bronceado consecutivo no sería en absoluto un disgusto para Low y su selección, pero no les dejará el mismo sabor, vistas las expectativas generadas durante la competencia.
Nuevamente la Mannschaft mostró el mejor juego de la lid y podrá pavonearse de sus contundentes goleadas ante Inglaterra y Argentina, pero se marchará otra vez con la sensación de fallar a la hora cero, aunque prefiere hacerlo con la medalla de bronce en sus maletas.
Del otro lado de la cancha aparecerá un plantel uruguayo que puede sentirse satisfecho con su trabajo, pues muy pocos le creyeron capaz de llegar tan lejos, a raíz de sus problemas para clasificar a la cita.
La Celeste aprovechó el camino menos sinuoso que se le presentó después de la conclusión de Inglaterra como segundo puesto del grupo C, y reivindicó su espacio de privilegio en la historia de la competición.
Los charrúas crecieron con el avance del campeonato, luego de protagonizar con Francia uno de los peores choques del torneo el día inaugural.
Sin estridencias, a base de una eficaz defensa y un peligroso binomio atacante con Diego Forlán y Luis Suárez, los bicampeones del mundo sortearon a México, Surcorea y Ghana -con mucha fortuna- para regresar a semifinales 40 años después.
Su sueño culminó ante la efectividad holandesa en semifinales, pero igual mostraron su reconocido espíritu de lucha y sólo un breve momento de desconcentración sentenció sus aspiraciones.
Empero, este sábado se abre ante ellos una nueva ilusión en Port Elizabeth, donde esperan encontrar un consuelo con la consecución de su primera medalla de bronce en Mundiales
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