Por José Miguel.
Un día como hoy el 17 de febrero de 1860 fue inaugurado aquí en Matanzas el Liceo Artístico y Literario, una importante institución cultural que mucho tuvo que ver con la vida cultural de la ciudad.
Esta sociedad había sido constituida en 1859, pero su apertura oficial ocurrió un año después y justamente en ese acto inaugural, la ciudad de Matanzas fue proclamada como “La Atenas de Cuba”.
Esta comparación con la capital griega respondía al gran desarrollo cultural que tuvo el territorio, producto de un notable desenvolvimiento económico que estuvo aparejado a lo social, educativo y cultural.
En la década anterior ya se reconocía a Matanzas por su riqueza económica, así como la notoria presencia de la poesía y el arte dramático en la vida de la población.
El Colegio “La Empresa” y el Periódico “La Aurora”, eran orgullo de los matanceros junto a la de personalidades nacionales como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Cirilo Villaverde.
El Liceo Artístico Literario propició la celebración de los “Juegos Florales” y otras actividades culturales que afianzaron el prestigio de Matanzas en las letras y en el arte.
Su bien provista biblioteca tuvo como director al matancero Carlos Trilles, el más destacado bibliógrafo cubano, nuestra ciudad tuvo predisposición natural hacia la relación con la literatura descollando entre el resto de las artes .Por eso, cuando en 1860, Rafael del Villar lanza en público la propuesta del título "La Atenas de Cuba", la aceptación es unánime, porque la idea ya estaba desde mucho antes, en el habla y en la mente de muchos. Todos los presentes respiran satisfechos, y esa noche los poetas cantan con brío renovado. Ha triunfado el epíteto perfecto, la definición esperada. Ese es el título conveniente para un conglomerado social que sueña con una diáspora violenta y promisoria de la literatura y el arte, con un período de oro, similar al renacimiento europeo de varios siglos atrás. El sobrenombre fue sin embargo, el orgullo de la ciudad y fascinó a varias generaciones, hasta la más reciente, que aún no ha pensado en renunciar a él. Era la corona de laurel propicia al esfuerzo sistemático por elevar la cultura. El esplendor local era comparado así con la gloria imperecedera del siglo de Pericles. La aristocracia provinciana soñaría entonces con imponer a la posteridad la gloria de un Prometeo o de un Edipo y hacia esa meta lanzaba su reto.
Es por ello que a través del tiempo el sobrenombre de “Atenas de Cuba” ha sido ratificado por otros yumurinos que en sucesivas generaciones han sabido hacer perdurar este calificativo hasta nuestros días.
Un día como hoy el 17 de febrero de 1860 fue inaugurado aquí en Matanzas el Liceo Artístico y Literario, una importante institución cultural que mucho tuvo que ver con la vida cultural de la ciudad.
Esta sociedad había sido constituida en 1859, pero su apertura oficial ocurrió un año después y justamente en ese acto inaugural, la ciudad de Matanzas fue proclamada como “La Atenas de Cuba”.
Esta comparación con la capital griega respondía al gran desarrollo cultural que tuvo el territorio, producto de un notable desenvolvimiento económico que estuvo aparejado a lo social, educativo y cultural.
En la década anterior ya se reconocía a Matanzas por su riqueza económica, así como la notoria presencia de la poesía y el arte dramático en la vida de la población.
El Colegio “La Empresa” y el Periódico “La Aurora”, eran orgullo de los matanceros junto a la de personalidades nacionales como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Cirilo Villaverde.
El Liceo Artístico Literario propició la celebración de los “Juegos Florales” y otras actividades culturales que afianzaron el prestigio de Matanzas en las letras y en el arte.
Su bien provista biblioteca tuvo como director al matancero Carlos Trilles, el más destacado bibliógrafo cubano, nuestra ciudad tuvo predisposición natural hacia la relación con la literatura descollando entre el resto de las artes .Por eso, cuando en 1860, Rafael del Villar lanza en público la propuesta del título "La Atenas de Cuba", la aceptación es unánime, porque la idea ya estaba desde mucho antes, en el habla y en la mente de muchos. Todos los presentes respiran satisfechos, y esa noche los poetas cantan con brío renovado. Ha triunfado el epíteto perfecto, la definición esperada. Ese es el título conveniente para un conglomerado social que sueña con una diáspora violenta y promisoria de la literatura y el arte, con un período de oro, similar al renacimiento europeo de varios siglos atrás. El sobrenombre fue sin embargo, el orgullo de la ciudad y fascinó a varias generaciones, hasta la más reciente, que aún no ha pensado en renunciar a él. Era la corona de laurel propicia al esfuerzo sistemático por elevar la cultura. El esplendor local era comparado así con la gloria imperecedera del siglo de Pericles. La aristocracia provinciana soñaría entonces con imponer a la posteridad la gloria de un Prometeo o de un Edipo y hacia esa meta lanzaba su reto.
Es por ello que a través del tiempo el sobrenombre de “Atenas de Cuba” ha sido ratificado por otros yumurinos que en sucesivas generaciones han sabido hacer perdurar este calificativo hasta nuestros días.
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