Miguel
Díaz-canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del PCC y
Presidente de la República. Foto: Estudios Revolución.
Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel
Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de
Cuba y Presidente de la República, en la clausura del II Pleno del
Comité Central de Partido Comunista de Cuba, en el Palacio de
Convenciones, el 24 de octubre de 2021, “Año 63 de la Revolución”
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;
Compañeras y compañeros miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba;
Invitados:
Durante casi dos días ha sesionado el II Pleno del Comité Central del
PCC, que es el primero posterior al Congreso, porque recuerden que el I
Pleno se desarrolla durante el Congreso, y que fue postergado por la
incidencia del brote pandémico, eso ha requerido centrarnos en aspectos
concernientes al funcionamiento del Partido como continuidad del
Congreso, pero también para abordar temas actuales de la labor
partidista.
Fueron tratados la implementación de los acuerdos del Octavo
Congreso, la modificación de los estatutos, las normas para el
funcionamiento de las comisiones permanentes, la estrategia de
implementación de la política de cuadros, el programa para la
transformación del trabajo político-ideológico, el proceso de balance de
los comités del PCC y el programa de transformación digital de la
organización.
Además, se trató el aseguramiento político a importantes procesos que se desarrollarán y el necesario debate sobre el perfeccionamiento del Poder Popular.
La complejidad del momento actual nos señala la necesidad de
reunirnos con más frecuencia para debatir y decidir sobre los problemas
más urgentes y estratégicos de la actual coyuntura que vive el país,
sobre todo, si somos capaces de discutir los temas con profundidad,
objetividad, integralidad y de manera crítica para encontrar soluciones a
los complejos problemas que nos atañen. Ese espíritu se manifestó,
como planteó el General de Ejército, en este II Pleno.
Un análisis de la situación del país y de la situación global
nos plantea que el mundo en COVID-19 no es ni siquiera el mundo injusto
que los revolucionarios soñamos cambiar. Es ese mismo mundo,
ahora bajo los efectos de muchas crisis simultáneas: económica, laboral,
productiva, ambiental, sanitaria y también moral.
Cuba no escapa a la conjunción crítica del planeta; sin duda, no somos los más afectados, pero sí los más castigados. Ninguna
nación subdesarrollada carga como nosotros con las citadas crisis y con
las condiciones que impone el bloqueo económico reforzado y recrudecido
con 243 medidas aplicadas por Trump y mantenidas por Biden, además de
enfrentar una intensa, descarnada y perversa guerra comunicacional. Somos únicos en el mundo por la duración y crueldad de ese castigo.
Depende de nosotros dar respuesta digna a esa inmerecida e inmoral
condena. Nuestra originalidad está obligada a ser tan grande como la
maldad del adversario. Estamos desafiados a ser excepcionales en la
capacidad de resistir y crear. Así ha sido desde los orígenes de la
nación cubana; así ha resistido 62 años invicta la Revolución Cubana.
II
Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, el cual fue
dirigido este sábado, desde el capitalino Palacio de Convenciones, por
su Primer Secretario y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel
Bermúdez. Foto: Estudios Revolución
El enemigo no cesa en su empeño de destruirnos. No nos perdona la
osadía de que nuevas generaciones continúen la voluntad y el compromiso
de mantener la independencia, la soberanía y la construcción del
socialismo.
El objetivo declarado del Gobierno norteamericano es derrocar a la Revolución Cubana.
La esperanza del enemigo es que nuestras grandes dificultades
materiales reblandezcan al pueblo y lo hagan ponerse de rodillas, por
eso alimenta la desidia con la idea de que el país no puede resistir.
La administración norteamericana está atrapada por el deseo de ganar
el voto de la Florida y esos fines electorales condicionan su política
hacia Cuba, que pasa a ser dominada por la mafia cubanoamericana de
Miami. Estos hechos no son casuales, hay una intención, una premeditación, y un interés político.
La estrategia imperialista es crear el máximo de descontento dentro
de nuestro país. Fomentar la inestabilidad a través del empeoramiento
de las condiciones de vida de la población, ponernos cada vez más
difícil la posibilidad de sobrevivir, para conducirnos al estallido de
un conflicto violento. Pretenden llenarnos de odio y arrebatarnos la
felicidad.
El
objetivo declarado del Gobierno norteamericano es derrocar a la
Revolución Cubana, dijo el presidente de la República. Foto: Estudios
Revolución
Es vil la campaña: se desacreditan los logros, se utilizan imágenes
groseramente distorsionadas de nuestra realidad, se trata de asfixiarnos
económicamente, de debilitar la solidaridad con Cuba, haciendo uso de
la mentira y la calumnia. Varios representantes del Gobierno
norteamericano insisten en sus pronunciamientos en redes sociales por
mantener acusaciones contra Cuba en materia de derechos humanos en un
alto perfil.
Como reflejo del actual escenario bilateral en las relaciones con los
Estados Unidos, la Embajada de ese país en Cuba viene desempeñando un
activo papel en los esfuerzos por subvertir el orden interno en nuestro
país. Esta conducta no es nueva, siempre ha estado presente de un modo u
otro desde que se establecieron las secciones de intereses en 1977.
En contraste, si bien nuestra misión en Washington despliega una
intensa labor política y diplomática a favor de las relaciones
bilaterales, en función del levantamiento del bloqueo económico,
dirigida a mostrar la verdad de nuestra realidad y a contrarrestar las
calumnias contra Cuba, puede afirmarse categóricamente que no ha habido
nunca actividad ilegal alguna dirigida a socavar las bases políticas,
legales o constitucionales de ese país.
La trayectoria de nuestra Embajada y de, antiguamente, nuestra Sección de Intereses, ha sido siempre absolutamente limpia.
Son frecuentes las reuniones de los funcionarios diplomáticos
norteamericanos con cabecillas de la contrarrevolución, a los que
brindan orientación, estímulo, apoyo logístico y financiero.
En sus plataformas comunicativas, incluyendo las redes digitales, emiten
a diario pronunciamientos ofensivos que constituyen entrometimientos
abiertos en los asuntos internos de nuestro país. Se trata de un
comportamiento provocador, ajeno a lo que debe ser la conducta de una
misión diplomática y en total violación de la Convención de Viena sobre
Relaciones Diplomáticas, la que tiene entre sus pilares el respeto de
los diplomáticos a las leyes del país donde están acreditados y
abstenerse de emitir juicios sobre sus asuntos internos.
La Embajada estadounidense busca información para difamar a Cuba en
temas como derechos humanos, democracia y contradicciones sociales en
nuestro país. Pretenden identificar y promover líderes, sobre todo
jóvenes, prepararlos en el extranjero con el fin de utilizarlos para
impulsar sus ideas antisocialistas, procapitalistas y neoliberales.
Frente a estas conductas no nos quedaremos de brazos cruzados. Tenemos
la determinación de enfrentar la labor subversiva y agresiva de esa
representación diplomática, lo que incluye la denuncia pública.
Contamos con la experiencia de muchos años de trabajo diplomático y
operativo frente a Estados Unidos bajo la guía de la dirección histórica
de la Revolución, y contamos también con el respaldo de las
instituciones del Estado y las organizaciones políticas y de masas que,
bajo la orientación del Partido, desempeñan un importante papel en esta
batalla.
Tenemos como herramientas poderosas la unidad, la disciplina, la
organización, las estrategias de trabajo aprobadas, los procedimientos
necesarios y la claridad ideológica.
En un momento como este podemos hacer también algunas consideraciones
sobre los llamados sucesos del 11 de julio, que no fueron más que
provocaciones y hechos vandálicos como parte de toda esta estrategia de
la Guerra No Convencional y del “golpe suave” contra nuestra Revolución.
Se trata de mantener una narrativa que pretende presentar el 11 de
julio como un referente de ruptura y de rechazo popular a la Revolución,
y los intentos de aprovechar las inconformidades existentes para
provocar desestabilización; pero el 11 de julio no es un
referente de ruptura, es, en todo caso, un referente de unidad, y el 11
de julio constituyó una victoria más de la Revolución Cubana. Los
revolucionarios salieron a defender la Revolución con elevada moral, con
disposición a luchar y vencer.
Ellos creían que la Revolución se derrumbaba en unas horas, como lo
creyeron cuando la caída del campo socialista, pero una vez más se
equivocaron.
Foto: Estudios Revolución.
De esos sucesos y de los acontecimientos que hemos vivido en este
último año y medio de pandemia hemos tomado también algunos
aprendizajes. Uno de esos aprendizajes es que tenemos que
defender y asumir como fortaleza la heterogeneidad de la sociedad
cubana, y esto implica, como aquí se abordó, un trabajo
político-ideológico diferenciado; que tenemos que robustecer y
desarrollar los mecanismos de participación popular y de trabajo con la
población, que no se pueden desmontar en ninguna de las situaciones
adversas que podamos vivir, y que la guardia revolucionaria, la
vigilancia revolucionaria no se pueden descuidar jamás.
El referente, en realidad, es el Octavo Congreso del Partido. En ese
magno evento de nuestra organización se analizaron las causas de todos
los problemas que el país vive, fueron abordadas las estrategias y
también las propuestas de trabajo para enfrentarlas, ¡ese es el
verdadero referente!
El país ha vivido en Revolución otros momentos difíciles, este no es el más complejo de esos momentos.
Se trata de sembrar la matriz de que nada funciona, de que todo
funciona mal, y se trata de negar la obra de justicia social lograda, es
por eso que nosotros tenemos que fomentar el análisis crítico de la
realidad, la autocrítica y alejarnos de la complacencia, potenciando la
necesidad de comunicar más oportunamente y mejor y que todas nuestras
estructuras de trabajo escuchen, dialoguen, den respuestas y también
soluciones.
Es importante priorizar el trabajo en la atención y el
diálogo con los jóvenes, lo cual debe ser una prioridad, y la necesidad
de proponer e implementar medidas para resolver cada uno de los
problemas también perfeccionando los métodos de atención a la población.
Tal como estamos haciendo, es importante renovar el trabajo social en
las comunidades, donde radica la base social de apoyo a nuestra
Revolución, tejiendo y desarrollando un proceso genuino, inclusivo,
democrático y participativo que defienda ese concepto de poder popular
que estuvimos discutiendo aquí, de manera que llegamos a consensos de
cómo lo podemos ejercer. Esos temas distinguen nuestra unidad, la
capacidad de resistencia y nuestra dignidad.
En medio de estas dificultades el país marcha, tenemos ánimo para
enfrentarlas y capacidad para encontrar soluciones. No podemos
desalentarnos, porque los pueblos que se desalientan, como dijo Fidel,
no llegan lejos, son víctimas de la confusión y van al fracaso, ese no
será el caso de la Revolución Cubana. Esta batalla la ganamos
defendiendo y desarrollando las ideas del socialismo, contamos con una
fuerza tremenda de inteligencia, creatividad, innovación,
emprendimiento, tenacidad, firmeza, conciencia, patriotismo y espíritu
revolucionario en nuestro pueblo, tenemos la obligación de salir
adelante, y ellos, los imperialistas, se llevarán una nueva lección al
subestimarnos.
Debemos recordar lo que expresó el Comandante en Jefe cuando vivíamos
los tiempos del Periodo Especial: “Llevamos nuestras dificultades y
nuestras escaseces con dignidad, con la dignidad de aquellos que no se
rinden, con la dignidad de aquellos que no se pondrán jamás de
rodillas”. Por eso vamos a salir vencedores de esta batalla en
difíciles condiciones ante un imperio lleno de soberbia y de
frustraciones.
Luchando es como se vencen los obstáculos y los problemas, no
entregándose a los designios de quien cínica y descaradamente es el
principal causante de ellos, sin ceder a nuestros principios, sin
faltarle a nuestra independencia y a nuestra soberanía. Son tiempos
difíciles, pero también con perspectivas de nuevas oportunidades para
crecernos y superarnos a nosotros mismos. Tenemos una gran
responsabilidad como generaciones, que es el desafío de salvar la
Revolución y de salvar la nación cubana.
Hay problemas objetivos serios, hay escaseces, circunstancias como
esta, nos alertaba también Fidel, son propicias para los oportunismos,
las cobardías, las inconsistencias, las deserciones, las traiciones, las
flojedades, la cobardía, lo cual exige más de la labor partidista. No
podemos estar satisfechos con lo hecho, pero no se puede acusar de
torpeza ni de incapacidad a la Revolución, porque son realmente grandes
los problemas que estamos enfrentando entre todos.
En medio de esta situación se eleva nuestro orgullo nacional, cuando
tenemos victorias como nos han dado nuestros científicos con las
vacunas; cuando en medio de una compleja situación somos capaces de
desarrollar un intenso ejercicio legislativo; cuando tenemos una
propuesta del Código de las Familias realmente inclusivo y moderno;
cuando damos paso a nuevos actores económicos; cuando estamos de lleno
en los programas en los barrios y en los intercambios en los encuentros
con sectores sociales de nuestro país. Podemos definir irrefutablemente
que la mayoría de nuestro pueblo acompaña y apoya a la Revolución
(Aplausos).
En medio de estas circunstancias y ante el fracaso de sus planes se
siguen tejiendo nuevas acciones. Ahora se aparecen con una supuesta
marcha pacífica. No es más que una escalada en el modo de actuar contra
la Revolución y un desafío a las autoridades y al Estado de derecho
socialista refrendado en nuestra Constitución; es un plan orquestado
desde el exterior, se involucran tanques pensantes y portavoces del
Gobierno de los Estados Unidos en la concepción y preparación de estas
acciones.
Recientemente han amenazado con aplicar más sanciones a nuestro país
si se emplea la legislación vigente para procesar a los que desobedezcan
el mandato de las autoridades. Es acogida esta acción en los círculos
de la extrema derecha anticubana radicada en Estados Unidos y forma
parte de un modo de actuación de acuerdo con el manual de Guerra No
Convencional. Sus fines violentos se advierten en la remembranza que
hacen de las guarimbas en Venezuela, de los crímenes contra luchadores
chavistas, de los sucesos de Nicaragua, la exaltación del vandalismo,
las amenazas de muerte a revolucionarios y el apoyo de personajes y
organizaciones con historial violento y terrorista radicados en los
Estados Unidos.
El derecho a manifestarse está reconocido y regulado en el Artículo
56 de la Constitución, debe ejercerse con fines lícitos y pacíficos,
respetando el orden público y el acatamiento a las preceptivas
establecidas en la ley. Otro artículo de nuestra Constitución, el 45,
plantea que: “El ejercicio de los derechos de las personas solo está
limitado por los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el
bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a
las leyes”.
Por otro lado, el Artículo 4 del mencionado cuerpo legal plantea,
entre otras cuestiones, que el sistema socialista que refrenda la
Constitución es irrevocable, y que los ciudadanos tienen el derecho de
combatir por todos los medios, contra cualquiera que intente derribar el
orden político, social y económico establecido por la Constitución. No
es lícito, por lo tanto, el llamado a la marcha, es un aviso de
protesta en el que sus promotores, sus proyecciones públicas y los
vínculos con organizaciones subversivas o agencias financiadas por el
Gobierno de Estados Unidos tienen la intención manifiesta de promover un
cambio de sistema político en nuestro país, es una provocación como
parte de una estrategia de “golpe suave”. Sus propósitos
coinciden con las principales líneas de ataque, calumnias, mentiras y
amenazas utilizadas por quienes financiados por el Gobierno de los
Estados Unidos se oponen al sistema político cubano e intentan
desestabilizarlo y restaurar el capitalismo.
No vamos a legitimar el accionar imperialista en la política interna
ni dar cauce a los deseos de restauración neocolonial que han acumulado
algunos y que se refuerzan en situación de crisis. No es un acto de
civismo, es un acto de subordinación a la hegemonía yanqui. Tales
acciones pretenden regresar al país a un tiempo histórico de
subyugación, al cual nunca regresaremos.
En medio de estas circunstancias también muchos se plantean
hacia dónde vamos, y creo que es importante responder esa interrogante:
no hay nada nuevo que decir, sencillamente vamos hacia lo que recogen
nuestros documentos programáticos, hacia el desarrollo de esas ideas en
los tres últimos congresos del Partido y que están contenidas en la
Conceptualización de nuestro Modelo Económico-Social y nuestro Plan
Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, en nuestros
Lineamientos y, ante todo, en nuestra Constitución, y todos estos
documentos, elementos que dan respuesta: “Cuba es un Estado socialista
de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano,
organizado con todos y para el bien de todos como república
unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo
y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la
equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad
individual y colectiva”.
Nuestra Visión de la Nación nos define como una nación soberana,
independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, mediante
el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social a largo plazo y otras
acciones para consolidarlo.
Garantizar la irreversibilidad y continuidad de nuestro socialismo
afianzando los principios que lo sustentan, el desarrollo económico y la
elevación del nivel y calidad de vida de nuestro pueblo se conjugan con
la necesaria formación de los valores éticos y políticos, y es parte de
los temas que aquí hemos abordado.
Una sociedad socialista democrática, próspera y sostenible
podrá alcanzarse a partir de una profunda conciencia revolucionaria y
sentido del deber, el rescate del valor del trabajo con eficiencia y
eficacia, la participación e iniciativa creadora de los trabajadores, la
alta motivación, el uso racional y ahorro de los recursos, los
progresos y la aplicación y generalización de los resultados de la
ciencia, la tecnología y la innovación; tomando en cuenta
también el incremento sostenible de la producción como premisa material
imprescindible para elevar gradualmente el nivel y calidad de vida de la
población, y tributando a la realización plena del ser humano y sus
proyectos individuales, familiares y colectivos mediante una justa y
equitativa distribución de la riqueza, avanzando en la erradicación de
desigualdades ilegítimas. Ese es el camino que hemos asumido, ese es el
camino que estamos transitando y al que llegaremos más temprano que
tarde.
Si alguien nos pidiera en una pequeña oración, en una pequeña frase definir nuestro socialismo, diríamos que es alcanzar la mayor justicia social posible (Aplausos).
En un encuentro como este no podemos soslayar la situación económica que vive el país; la
inflación que enfrenta la economía se sitúa actualmente en niveles
superiores a los previstos en la Tarea Ordenamiento, afectando la
capacidad de compra de los ingresos que en pesos cubanos reciben los
jubilados, los pensionados, los trabajadores y la población.
El recrudecimiento del bloqueo, unido a los efectos de la COVID-19
han reducido a niveles mínimos los ingresos en divisas del país, lo que
no ha permitido financiar las producciones industriales, ni importar
materias primas y bienes de consumo para mantener una estabilidad de la
oferta minorista estatal en pesos cubanos, situación que aprovechan
personas inescrupulosas para lucrar a costa de las necesidades del
pueblo revendiendo productos, incluso alimentos y medicamentos a precios
muy superiores a los oficiales.
Por otra parte, a partir de la demanda creciente de divisas por la
población y el sector no estatal para compras en plaza o importaciones,
unido a la imposibilidad que tenemos de vender divisas al tipo de cambio
oficial, se ha generado un mercado informal de compraventa de divisas
con cambios muy superiores también a los oficiales que se expresan en
los precios que enfrenta la población. Es por eso que tenemos
que seguir trabajando con prioridad en la implementación de medidas de
corte antiinflacionario que exigen una mayor participación de los
productores nacionales, estatales y no estatales, en función de
satisfacer la demanda de la población. Se requieren acciones
que permitan un mejor control de la liquidez en manos de la población y
que su aumento venga acompañado del incremento de la oferta.
Además, se han adoptado medidas compensatorias para la atención a los más vulnerables que resultan aún insuficientes.
La apertura del turismo y de la actividad económica, como parte del
éxito con que vamos enfrentando la epidemia, nos pondrá en mejores
condiciones para enfrentar este complejo escenario; por lo tanto,
tenemos luces en el camino, hay soluciones para cada uno de los
problemas. Es necesario seguir incentivando un debate colectivo para
potenciar las salidas a los problemas, argumentarlas, socializarlas,
convencer, asegurar, movilizar, participar y mejorar.
Ante la ofensiva para desacreditar a la Revolución Cubana y las
campañas en redes sociales, las provocaciones en escenarios
internacionales, el llamado a constantes protestas y las acciones de
desestabilización, tenemos la articulación revolucionaria en esas redes
sociales, el enfrentamiento efectivo a la contrarrevolución desde la
vigilancia revolucionaria y administrativa que se ha reorganizado en
estos tiempos.
Ante el recrudecimiento del bloqueo contamos con apoyo internacional,
con la denuncia constante que hacemos del mismo y también moviendo la
participación y el apoyo de la comunidad cubana en el exterior que no ha
roto con la Revolución ni ha roto con su país.
Ante los limitados ingresos en divisas tenemos que seguir avanzando
en la reanimación de la economía en las condiciones actuales,
potenciando el turismo, la exportación de vacunas, la exportación de
divisas, potenciando la producción nacional de alimentos y también
contribuyendo al ahorro y eficiencia energética.
Ante los desabastecimientos que hemos vivido por un tiempo
prolongado, tenemos que poner en el mercado producciones nacionales,
hacer todo lo posible por abastecer mejor las tiendas en moneda
nacional, elevar la comercialización de productos agropecuarios y
también buscar una mayor incidencia e impacto con las medidas que hemos
tomado en momentos recientes de apertura de la economía, el desarrollo y
aporte de los nuevos actores económicos junto al desarrollo de la
empresa estatal.
Para eliminar las colas habrá que perfeccionar el comercio interior,
buscar una mejor oferta de bienes y servicios, mejores horarios, mejor
gestión, y que contribuya a esto también la apertura de las nuevas
actividades económicas.
En la inestabilidad que hemos tenido en el Sistema Electroenergético
Nacional vamos avanzando en reparaciones, mantenimientos, ahorro, y
también en la atención a los trabajadores de este sistema, lo cual nos
propiciará estar en una mejor situación a finales de este año.
A la pandemia la estamos venciendo con las medidas sanitarias
adoptadas y con esa enorme campaña de vacunación a la cual ahora vamos a
añadir las dosis de refuerzo, que han provocado indudablemente ya un
resultado de inmunización en nuestra población, de esa manera seguiremos
avanzando en cortar la transmisión y volver, en el menor tiempo
posible, a la nueva normalidad, lo cual nos permitirá también
desarrollar con más intensidad nuestra actividad económica y nuestra
actividad social.
Y ante las insatisfacciones en nuestra población, mucha
sensibilidad y trabajo con las personas, atendiendo adecuadamente a la
población, trabajando en los barrios y reactivando los mecanismos de
participación popular. Todo eso lo debemos tener presente en
el debate que desarrollaremos en los importantes procesos que debemos
asegurar políticamente en medio de esta situación y que aquí también
fueron discutidos. Esto requiere del Partido un amplio despliegue de la
política revolucionaria.
Debemos dar argumentos convincentes, plantear debates y sostenerlos
con coherencia, comunicar con precisión y claridad, colocarnos en el
lugar del otro para intentar comprender su realidad, contraponer ideas y
posiciones que conduzcan a conclusiones objetivas y que permitan
construir una percepción sólida de las circuntancias alrededor de un
fenómeno; se trata de convertirnos en pedagogos a la hora de interactuar
con la sociedad, no solo en la manera en que trasladamos nuestros
contenidos, sino también en el modo en que apredemos de esa interacción.
La mayor virtud está en ser útiles y hacer por los demás.
Armando Hart analizó toda esta práctica revolucionaria y la catalogó
como “la cultura de hacer política”, y tenemos que hacer política,
situando a Martí y a Fidel como sus más destacados y relevantes
exponentes, y señalando a ambos como representantes de “ese fruto más
puro y útil de la historia de las ideas cubanas”.
La definición martiana de política, como “el arte de inventar un
recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses
en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación
cueste el sacrificio, o la merma (...) del ideal que se persigue; de
cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga
sus ejércitos en fila, y su batalla preparada”, la debemos asumir todos
como una constante de vida.
Como nos reiterara Hart en más de una ocasión, es necesario saber
diferenciar y, a la vez, relacionar la ideología, entendida como
producción de ideas, con la ciencia, la ética y la política.
Es, en los tiempos actuales, un humanismo que relacione cultura,
desarrollo, justicia social y permita asumir con ciencia y con ética el
confuso mundo globalizado en lo real y lo virtual para el presente y
para el porvenir.
Ese legado, en conjunto, constituye la cultura de hacer política,
concebida como una categoría de la práctica que, en lo fundamental,
consiste en derrotar el “divide y vencerás” que emplea el enemigo, y
establecer la idea revolucionaria de “unir para vencer”, sobre
fundamentos éticos que incorporen a la gran mayoría de la población.
Hacer política es entonces determinar las contradicciones que tenemos
en la sociedad, estudiarlas, evaluar sus causas, evaluar y proponer
soluciones; compartir con la población, tener en cuenta sus criterios;
enriquecer, convencer, convocar, movilizar, participar y solucionar, y
participar con efectividad también mediante un trabajo en red para cada
uno de los temas que abordemos, evaluando resultados y después
retroalimentando todos nuestros sistemas para perfeccionarlos. Significa entre otras cosas un trabajo especial con la población y en particular con nuestra juventud.
Tomando una máxima conciencia del papel a desempeñar por cada
institución revolucionaria, trabajar particularmente con cada ciudadano,
uno a uno y convencer; convertirnos en predicadores o pastores de la
Revolución y el socialismo; prepararnos bien y estudiar profundamente
para decidir; profundizar en los conocimientos y las ideas de lo que
pasa en nuestro país y en el mundo; ser honestos, valientes, efectivos y
autocríticos, con una mentalidad dialéctica y flexible, no dogmática,
sin admitir oportunismos y con apego a los principios revolucionarios,
pertrechándonos de ideas y sólidos argumentos para que nuestros cuadros
puedan desarrollar su labor; salir a visitar y a conversar con cada
persona en cada lugar; discutir, explicar, enseñar, educar y aprender de
cada proceso.
Ganar el tiempo perdido por la rutina, el esquematismo y la falta de
vínculo con la base en un grupo de escenarios, y enaltecer
constantemente la dignidad y la resistencia de nuestro pueblo, sus
talentos y sus potencialidades. Eso requiere de un predominio del
enfoque antimperialista y anticapitalista contra la injusticia y la
opresión que existe a nivel global; por eso tenemos que mantener con
sistematicidad los encuentros con los sectores de nuestra sociedad que
tanto nos han aportado y que ya, de hecho, se están aplicando muchas de
sus propuestas en lo que estamos implementando.
Seguir trabajando adecuadamente en la implementación de los acuerdos
del Octavo Congreso y seguir defendiendo, tal como lo vimos aquí, el
concepto de poder popular, buscando con el trabajo en los barrios
democracia y participación, que significa que hay espacios para debatir y
proponer, que después que se debata y se proponga haya espacios para
implementar, y que después que se debata y se proponga, se implementen
acciones, entonces también habrá transparencia para controlar, para
ejercer control popular, para rendir cuentas y para avanzar. Y todo eso
lo podemos lograr con el vínculo con el pueblo, con la movilización
popular y fortaleciendo y actualizando la labor de nuestras
organizaciones de masas, como demandó el debate del Octavo Congreso del
Partido.
Hay que seguir la observación y el enfrentamiento a las trabas y al
burocratismo, profundizar en las esencias de la Revolución, propiciar
debates, fortalecer el ejercicio del poder popular, y así estaremos
fortaleciendo el Estado; adelantar las leyes que profundicen la
democracia socialista; desarrollar la práctica de los parlamentos
obreros; potenciar el rol de los sindicatos, tomando como convicción lo
que nos adelantaba el Che: al imperialismo ni un tantico así. No podemos ceder ante el imperialismo y sus lacayos, y no podemos dar ni un paso atrás en las conquistas de la Revolución (Aplausos).
La respuesta en Cuba fue diseñada por el máximo líder de la
Revolución Cubana, el Comandante en Jefe, y es el poder popular, un
poder popular que es intransferible, que tiene sustento en la soberanía
popular y que se articula en la estructura estatal a través de órganos
con diferentes funciones.
Defender ese concepto de poder popular es defender la sostenibilidad y
la viabilidad del socialismo en Cuba porque genera un sistema
verdaderamente democrático muy superior al capitalismo.
Todo lo que estimule, promueva y realice la participación
popular tiene una importancia defensiva y constructiva para el
socialismo y aporta a la emancipación social y a la emancipación
nacional; es por eso que hay que garantizar la dimensión del
principio de soberanía popular, el poder proviene de la soberanía que
reside intransferiblemente ¿en quién?, en nuestro pueblo.
Hay que promover constantemente mecanismos de participación popular.
No es una concesión, es el elemento imprescindible de legitimación de
nuestro Gobierno.
Es necesario articular y promover en los espacios municipales y
comunitarios las formas participativas para satisfacer las necesidades
de los ciudadanos. Y la gestión municipal hay que basarla en evitar y
prevenir problemas en la comunidad, dejando atrás la tolerancia y las
justificaciones, y diseñando un verdadero y efectivo control popular;
ejerciendo control sobre el cumplimiento de las políticas públicas
aprobadas y de su implementación con efectividad.
Es el momento de estudiar y proponer el perfeccionamiento de
las políticas públicas existentes o la aprobación de nuevas políticas
para enfrentar manifestaciones de pobreza, marginalidad, vulnerabilidad
en personas, familias, y comunidades y en atención a los jóvenes y la
tercera edad. Esos aspectos también fueron discutidos aquí
como continuidad de la reunión que tuvimos con los presidentes de las
asambleas municipales del Poder Popular en días pasados.
Compañeras y compañeros:
El país está organizado, tenemos un Partido fuerte, un Gobierno en
perfeccionamiento, unas Fuerzas Armadas Revolucionarias y un Ministerio
del Interior que forman parte del pueblo, con gloriosas historias y muy
leales, y organizaciones de masas que están en renovación de su labor.
El país y la Revolución han sufrido como consecuencia de la situación
que hemos atravesado, pero se ha sembrado también patriotismo y
heroísmo, se ha sembrado y se cosecha compromiso.
Tenemos que inspirarnos en el pueblo, es una oportunidad de que
tomemos conciencia para vencer las dificultades, para luchar y pelear
por la victoria sin ningún desaliento.
¡La decisión es de lucha y victoria!
¡A cerrar filas, a luchar por nuestros problemas, a luchar con creatividad, es parte del combate!
Aquí hay suficientes revolucionarios para enfrentar con inteligencia,
con respeto y en defensa de nuestra Constitución, pero también con
energía y valor, cualquier tipo de manifestación que pretenda destruir a
la Revolución.
¡Que sepan los imperialistas que van a tener que luchar contra un
pueblo que no se deja engañar, un pueblo suficientemente numeroso,
valiente y heroico para luchar al que no le asustan las amenazas!
Cada problema es una oportunidad para tomar conciencia de nuestra
responsabilidad, un desafío a nuestra capacidad para vencer las
dificultades, una prueba para nuestra voluntad de luchar ¡Hasta la
victoria siempre!
¡Preparados y dispuestos a todo por defender lo más sagrado, lo que
nos une; a ser consecuentes con la decisión invariable de Patria o
Muerte, Socialismo o Muerte y la convicción más profunda de que
Venceremos!
Muchas gracias.
(Ovación.)