El capítulo de El rostro de los días en el que Lia habla con Aurora. Foto: TVC Cubana.
Al finalizar el capítulo de
El rostro de los días en el que
Lia habla con Aurora, su tía adoptiva, en una escena melodramática bien
lograda, recibí la llamada de la poeta y escritora Georgina Herrera, una
intelectual a la que respeto mucho.
Ella, que tiene la computadora rota, me pregunta que si había escrito
algo de esta propuesta televisiva. A Georgina se le cortó la voz, ella
como una buena cantidad de los televidentes ha sido manipulada. Como yo,
que quiero saber por fin que sucede con esa púber violentada por su padrastro.
Y no le tengo miedo a la palabra manipular: todos lo hacemos, desde
que escogemos el color de la ropa que nos favorece o el peinado ideal,
para gustar a los otros. O utilizamos un lenguaje específico, no el
habitual, para conversar con alguien a quien deseamos impresionar.
Entonces… en ese sentido uso la palabra.
La de Lía ha sido de las subtramas más seguidas y tiene varias
causas: el abuso sexual siempre es llamativo y si a eso se le añade la
excelente actuación de Liliana Sosa González, se comprende por que tan
buen resultado. Claro que Roberto Espinosa, ese repugnante Machi, logra
un acercamiento adecuado pero su personaje ha transitado por el cinismo
desde la primera escena, el de Liliana no.
La joven actriz se estrenó a los 9 años en el filme
Y sin embargo de Rudy Mora, ha sido una integrante activa durante 14 años en
La Colmenita y
actualmente estudia en el Instituto Superior de Arte, ISA, a la vez que
tiene un papel en la próxima película de Fernando Pérez.
En El rostro... ha sido de forma creíble la estudiante aplicada,
amiga consecuente, adolescente enamorada, hija que reclama sus derechos y
una muchacha que ve con pavor el acercamiento lascivo de su padrastro,
intenta rebelarse pero la ceguera de la madre lo impide.
Su
rostro ha transitado de la más sana y desenfadada alegría, la coquetería
con su novio, la desconfianza con el padrastro, el terror, la angustia y
los deseos de no querer vivir.
Si solo este asunto se hubiera tratado en la telenovela actual
despertaría el agradecimiento, porque está provocando (o lo intenta) que
al abuso sexual sea tratado en la familia como una posibilidad real y
más abundante de lo que muchas personas se imaginan.
Pero, y aquí viene el pero, según me dice mi amigo Amaury Pérez
Vidal. Hay muchos comentarios en redes, a favor y en contra, y cito el
lúcido post de la Dra Denia García Ronda que tituló Cuestión de lógicas:
“Toda obra de ficción, incluso las más fantásticas, debe
tener una lógica interna y una determinada relación con la zona de la
realidad que le sirve de fuente. No creo que esto se cumpla en la
telenovela cubana El rostro de los días. Entre los varios desajustes que
en ese sentido veo (problemas con la línea del tiempo, por ejemplo)
está la manera en que han abordado la violación de una niña y las
reacciones de los implicados en ella. No hay que ser ginecólogo para
saber que en el cuerpo de la persona abusada (y más si es virgen) y en
el entorno del hecho quedan indicadores de la agresión. En este caso, lo
próximo que ve el televidente después de la violación de Lía es que
ella sale apresurada de la casa antes de que su madre despierte; va
asustada, pero sin gestos de dolor físico ni molestias al caminar. Por
otra parte, ¿qué pasó con las sábanas ensangrentadas y en desorden? ¿La
madre no se percató de eso cuando, muy temprano, entró en el cuarto de
la hija?
Después de unas escenas de retraimiento, Lía "sospecha" que está
embarazada. ¿Qué tiempo ha pasado desde la violación? El desarrollo de
las otras historias hace pensar que, si acaso, solo varios días. ¿Cómo
lo supo? ¿o es que pasó tanto tiempo como para notar la falta de
menstruación? ¿Y entonces estuvo conviviendo con el violador sin
manifestaciones de conducta que hicieran reaccionar a la madre, y solo
cuando se sabe embarazada se niega a volver a su casa?
Aurora la lleva a una revisión médica que confirma el embarazo. ¿La
doctora no supo ver las laceraciones que ese acto violento deja en los
genitales femeninos?.
Mucho habría que hablar de las acciones de René y de la madre de Lía,
pero me falta espacio. Si diré que hasta ahora nadie, ni la amiga
confidente, ni Aurora, ni mucho menos la madre, ha pensado en la
posibilidad de una violación ni que René haya sido el violador. Estos
son ejemplos.
Esperemos el desarrollo de la trama para ver si habrá lógica ficcional e incluso lógica lógica.
Sergio Luis Perez acotó: “Hay huecos narrativos y, efectivamente, serios problemas con la temporalidad de la historia”
Neyda Izquierdo apuntó “Tienes toda la razón. El tiempo de la
narración tiene muchas lagunas. En unas escenas ha pasado tiempo y en
otras solo días; sin hablar de lo que afecta un acto de violación en una
niña.
Frank Padron Nodarse subrayó “ Y nadie absolutamente sospecha excepto el novio cuando se cae de la mata”.
A su vez Aries Morales dijo “Y sobre los problemas con la línea del
tiempo el mejor ejemplo es el bebé de Ania falta un asesor dramatúrgico,
no? Mi madre nos formó en esta especialidad, aún hay alumnos de ella en
el ICRT, pero los directores trabajan directamente con los escritores,
y, me pregunto: esta puesta televisiva, y otras más que casi ni quiero
ver, pasaron por el Trabajo de Mesa en la etapa inicial, el desmonte y
análisis dramatúrgico?. Obvio no está ya en uso o se desconoce. Son
errores de guión y puesta en escena elementales y simples, que sólo en
la lógica saltan, pero que se ve no hay un dramaturgista o asesor en
esto”
Y aquí dejo la escena de la violación.
El tema central de
El rostro de los días
es atractivo: maternidad y paternidad responsable, con una gama amplia
de situaciones: desde el embarazo en la adolescencia, el añoso (con sus
riesgos), con VIH, machismo visceral por medio, separación de la pareja
por infidelidad, derecho de la mujer a parir su hijo sin estar casada, y
otras situaciones no lejanas a la realidad, y que, ¡cómo no!, pueden
servir a un debate para que toda la sociedad entienda la importancia de
ser madre y padre.
La interpretación de Liliana y la de los bebés ha sido conmovedora, veraz y atractiva.
El de Betty, es según recuerdo, el mejor papel de Yia Camaaño, que me
hubiera gustado verla en el protagónico junto a Dennis Ramos, ellos
juntos ofrecen una buena química y un buen actuar. Igual sucede con
Tamara Castellanos y sus hijos, que a propósito representan una familia
funcional, de profesionales pobres pero honrados, en los que fluye la
comunicación y la ayuda como muestra del valor que tienen amor, respeto,
cariño. He leído en algún lado ¿por qué negros?, porque son cubanos y
viven en este país, donde al margen del color de la piel, un profesional
puede ganar muchísimo menos que un “maceta” de la esquina. Situación
que debe cambiar, es cierto, pero cambiar para todos, blancos, negros,
mulatos y albinos.
Otros actores y actrices con buenos roles on Tamara Morales, José M.
Carassou (abuelo de Betty), Luisa María Jiménez, Yasmín Gómez, Rubén
Breña, Obelia Blanco y Erwin Fernández con personajes que tienen
interesantes aristas, que desgraciadamente, no todos poseen.
Desconozco el por qué en esta propuesta tan larga, con tramas que per se resultaban atrayentes,
no
se utilizó un director o una directora de actores, garantes o una buena
ayuda para conseguir los matices de actuación que podían ofrecer
intérpretes de probada calidad, como Daisy Granados y que no estuvieron a
la altura que se requería.
Rafael García Lorenzo, Felito, fue el realizador de la presentación,
realizada a base de fotos con la curaduría de Grettel Morell Otero,
quien seleccionó piezas de de José Gómez de la Carrera, Joaquín Blez,
Raúl Corrales, Tito Álvarez, Raúl Cañibano, Lisset Solórzano, Arien
Chang, Felko, Rigoberto Romero, Chino Arcos, Juan J. Vidal, Ramón M.
Grandal, José Julián Martí, Alejandro Alfonso, Abelardo Rodríguez, Falo
Ruiz, Lena Hernández Rodríguez y Martha Vecino. Esta última es la autora
de las fotos fijas de la telenovela junto con José Cervantes.
De la dirección y la producción musical fue responsable Ernesto
Cisneros. Temas de Adrián Berazaín, Yoel Martínez, Abel Geronés, el Dúo
Iris, Dairon Rodríguez, Giordano Guerra y Camila Daniela forman una
banda sonora que se agradece, pero lo que por momentos es lindo se puede
volver prolongado (el tiempo, de nuevo el tiempo) con imágenes de La
Habana, bellas sí, pero con escenas largas en demasía.
Filmada en exteriores con la mirada de Rafael “Felo” Ruiz,
co-director, hay muy buenos momentos en la fotografía a lo largo de los
capítulos vistos hasta hoy, de los 83 de 40 minutos que tiene El rostro…
Nohemí Cartaya en la dirección general, los guionistas Ángel Luis
Martínez Rodríguez y Sergei Svoboda; Alexander Alfonso en la producción y
Nilda Pérez Monteagudo en la asesoría, se pueden sentir satisfechos por
llevar temas necesarios para crecer como personas, al debate cotidiano y
a las redes sociales.
Creo, sin embargo, que El rostro… pudo ser mejor.
No se trata
de recursos, porque con iguales características de producción se han
realizado obras como Entrega, y que se sigue hablando de ella por muchas
razones; guion, dirección de actores, actuación, fotografía, puesta en
escena…
De todas formas confieso que quiero saber el final de Lia, porque el
de Mariana y Fabián, fue una jugada cantada desde los primeros
capítulos. Y agradezco la parte de manipulación que sufro. Nada mejor
para estos días rodeada de ese bicharraco, con nombre tan lindo como
SARS-CoV2 o Coronavirus y para colmo con esa Laura inoportuna de
recorrido turístico por toda Cuba.
(Tomado del Portal de la TVC Cubana)