El
presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, inicia discurso de clausura del
cuarto periodo ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional en su IX
Legislatura. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel
Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, en la clausura del IV
Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular
en su IX Legislatura, en el Palacio de Convenciones, el 21 de diciembre
de 2019, “Año 61 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Querido compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central de nuestro Partido;
Compañero Esteban Lazo, Presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado;
Compañeros de la Generación Histórica que nos acompañan;
Diputadas y diputados;
Pueblo de Cuba:
En vísperas de otro aniversario de la Revolución invicta y victoriosa, ante todo quiero exclamar: ¡Felicidades!
Atravesamos un año cargado de retos, tensiones y agresiones. Juntos los enfrentamos y juntos vamos ganando.
En verdad ha sido duro y desafiante el año 61 de la Revolución,
aunque nunca tanto como aquellos que se sucedieron después del triunfo
de enero cuando el asedio se acompañó de arteros ataques, incluyendo:
una invasión, sabotajes, incendios, bandidismo y el aislamiento de Cuba
en todo el hemisferio.
Aquellos desafíos fueron vencidos y superados uno por uno, legándonos
sus protagonistas una historia que nos enorgullece profundamente y la
más formidable escuela revolucionaria: por el pueblo, junto al pueblo y
para el pueblo: ¡todo es posible!
Curtidos en la resistencia de todos esos años, y apoyados en la
fortaleza de la obra humana levantada “contra viento y marea” durante
seis décadas, hemos podido transitar este 2019 derribando obstáculos que
parecían insalvables y, hoy,
tenemos todo el derecho a celebrar
lo conseguido sin autocomplacencias y conscientes de que cada meta es
un nuevo punto de partida.
Hablando de obstáculos, empecemos por el peor y más abarcador de
todos: el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados
Unidos.
Cuando se escriba la historia de estos días, habrá que reservar un
capítulo al año 2019 por el modo brutal, demente, podría decirse, en que
durante este año escaló la agresión a Cuba, prácticamente,
al ritmo de más de una medida por semana; es decir, una “vuelta de tuerca” cada siete días para asfixiar a nuestra economía.
Se cancelaron, restringieron o prohibieron, cruceros,
vuelos, remesas, servicios médicos, financiamientos, transportación de
combustible y seguros. No hay un área libre de la cacería, del cerco,
de la persecución. Tampoco queda proyecto o acción revolucionaria ajena a
la difamación.
Para justificar su actuación, Washington ha acudido nuevamente a groseras mentiras, y a la burda acusación de que
somos un factor de inestabilidad y amenaza para la región, las que hemos desmentido enérgicamente.
Las medidas adoptadas se dirigen a sabotear el comercio exterior de
Cuba y a obstaculizar las transacciones financieras con terceros países,
incluyendo pagos, cobros y posibilidades de créditos.
Buscan
interrumpir los suministros de la industria nacional, limitar el acceso a
la tecnología y a las fuentes de capital y de ingresos económicos, con acciones específicas contra el transporte de combustible, el turismo y los servicios internacionales de salud.
Con este fin, Estados Unidos ha desplegado una intensa e injuriosa campaña contra la colaboración médica que Cuba ofrece.
Es
inmoral e inaceptable que se cuestione la dignidad, la profesionalidad y
el altruismo de los más de 400 000 colaboradores de la salud que, en 56
años, han cumplido misiones en 164 naciones.
Como conoce el pueblo, en una conducta sin precedentes, el Gobierno
de Estados Unidos hoy se jacta de haber amenazado, perseguido y tomado
medidas ilegales contra más de diez compañías y decenas de embarcaciones
de terceros países que transportan petróleo a Cuba.
Para la historia quedan registradas estas agresiones como actos de cobarde piratería.
El objetivo declarado es privar de suministros de combustible a un
país de 11 millones de habitantes. Su impacto no ha sido más severo
gracias a
la unidad y a la respuesta solidaria y consciente del pueblo,
la fortaleza del sistema económico y social socialista y la experiencia
de 60 años de enfrentamiento a la agresión imperialista.
Pero ahí está, en los resultados de la economía, la afectación que causó.
Prácticamente, todos los sectores tuvieron que lamentar interrupciones o atrasos en sus producciones.
Logramos espantar los incómodos apagones y soportar las restricciones
con medidas ajustadas a la situación particular por territorio y por
organismo. Todo el país volvió a “apretarse el cinturón”, pero
no se implantó ninguna medida de ajuste que descargara sobre el pueblo
el costo del criminal bloqueo.
¡Somos territorio libre de neoliberalismo!
Según nuestros enemigos y los que amplifican sus mensajes en
cualquier plataforma de comunicación, el bloqueo está dirigido a dañar
al Gobierno. ¡Mentira!
El bloqueo afecta a todo el pueblo porque afecta a todos los sectores y actores de la economía.
Las restricciones adicionales a la disponibilidad de
combustible, que comenzaron en abril, afectaron sensiblemente el
transporte público, obligaron a paralizar temporalmente o a disminuir el
ritmo de algunas inversiones, perjudicando la agricultura, la
producción y la distribución de alimentos y otros renglones de alto
impacto económico y social.
La interrupción del arribo de cruceros, de vuelos a provincias, el
recorte de remesas, el cierre de oficinas consulares, la limitación de
licencias de viaje, entre otras, golpean especialmente al sector no
estatal de la economía.
El pueblo lo sabe porque lo sufre; pero también lo ha afrontado con
mayor sabiduría y previsión, con esa fuente de energía inagotable que
hay en cada cubano: la creatividad y la capacidad insuperable de
encontrar una solución a cada problema.
Esa es nuestra historia,
la que nos enseña que la unidad, la resistencia, la lucha y la
emancipación son las claves de nuestras victorias.
En primerísimo lugar, gracias a eso y, también, a la cooperación de
gobiernos soberanos y empresarios valientes, dispuestos a desafiar la
hegemonía estadounidense para comerciar con Cuba, hemos enfrentado y
resistido la guerra económica.
Y, ¡estamos aquí! De pie, dignos y firmes. Tranquilos, pero atentos.
Conscientes de que quien llega tan lejos en su villanía, no tendrá
escrúpulos en acudir a planes más perversos aún, si eso le permite
borrar del mapa este ejemplo de osadía y resistencia que tanto los
irrita, y que no han podido vencer en 61 años, ni por la presión ni por
la seducción.
Hace exactamente dos años, en la clausura de la Asamblea Nacional, el General de Ejército Raúl Castro recordaba que
“La
Revolución Cubana ha resistido los embates de 11 administraciones de
los Estados Unidos de distinto signo y aquí estamos y estaremos, libres,
soberanos e independientes”.
Con el mayor de los orgullos, las actuales generaciones de
dirigentes, de pueblo y, particularmente, la juventud cubana, presentes
hoy en la Revolución decimos:
¡De Fidel, de Raúl y de todos sus compañeros y compañeras de lucha: Somos Continuidad!
Sé que esa declaración por sí sola enfurece a los adversarios, porque
es la confirmación de que ninguno de sus planes resultó. Nos han
golpeado y nos golpean. El bloqueo hace más lento el avance y les resta
eficacia a nuestros esfuerzos. Duele, molesta e irrita, como duelen,
molestan e irritan el abuso, la prepotencia y la maldad; pero es
importante que sepan que ¡no vamos a rendirnos!
El bloqueo es una política tan desacreditada, tan inmoral y tan
contraria a todo derecho, que sus defensores desbordan cualquier límite
legal y humano para mantenerlo, olvidando un proverbio español, más
antiguo que el Quijote: “Tanto va el cántaro a la fuente, hasta que al
final se rompe”. Los proverbios, por cierto, expresan la sabiduría
nacida de las experiencias de los pueblos, incluidas sus luchas.
¡Quién sabe si un día de la legendaria lucha del pueblo contra ese
engendro nacerá un proverbio en todas las lenguas como un monumento
universal a nuestra resistencia! Podría decir ese proverbio:
“Imperio que aísla, aislado termina” (Aplausos).
Carcomida por la corrupción y la disfuncionalidad internas,
la administración estadounidense ha extremado su conducta agresiva y
unilateralista en casi todas las regiones del mundo frente a problemas
medulares para el futuro de la humanidad, y ha agudizado los
conflictos existentes con irrespeto absoluto al Derecho Internacional y
las prerrogativas soberanas de muchos Estados.
En el hemisferio reafirmó oficialmente la vigencia de la Doctrina
Monroe y viene actuando en plena coherencia con esa ambición
imperialista. Sus estructuras políticas a cargo de la región parecen
dominadas por elementos de la extrema derecha cubano-americana y
personajes asociados a la trayectoria terrorista y delincuencial de los
Estados Unidos en esta región.
Pero no todo el mundo se postra bajo sus presiones.
La
Asamblea General de Naciones Unidas, que cada año se pronuncia contra
esa política criminal, la ha condenado otra vez en 2019 de manera
prácticamente unánime. En la región, apenas dos gobiernos
tomaron distancia de la condena mundial: solo el de Brasil votó en
contra, en claro sometimiento al imperio, y el de Colombia se abstuvo en
la votación de una resolución que apoyaba desde 1992.
Para justificar esta censurable decisión las autoridades colombianas
acudieron a la manipulación, ingrata y políticamente motivada, sobre la
altruista, consagrada, discreta e inobjetable contribución de Cuba a la
paz en ese país, un tema en el que la conducta del Gobierno cubano es
universalmente reconocida.
La agresividad del imperialismo se complementa con un intenso y
grosero programa de subversión política e injerencia en los asuntos
internos de Cuba, al que
le han dedicado, en los últimos tres años, alrededor de 120 millones de dólares que sufragan los contribuyentes de ese país.
Con creciente activismo y como se ha divulgado ampliamente, hay un
involucramiento directo de su Embajada en Cuba en estas acciones, en
franca violación de las leyes cubanas y del Derecho Internacional,
específicamente, de la Convención de Viena sobre Relaciones
Diplomáticas.
Fiel a la trayectoria histórica de la Revolución, el
Gobierno cubano ha permanecido firme y sereno frente a esta abierta y
creciente hostilidad.
Hemos rehusado morder el señuelo de las provocaciones y seguimos
comprometidos, responsablemente, con la preservación de los lazos
bilaterales formales y los escasos espacios de cooperación oficial que
aún permanecen en vigor entre ambos países, procurando proteger las
condiciones que permiten los vínculos familiares de millones de
ciudadanos y la comunicación entre los dos países.
Sin embargo, conviene enfatizar con absoluta claridad que
Cuba adoptará todas las medidas que resulten necesarias para frenar los propósitos intervencionistas de los Estados Unidos,
proteger la tranquilidad y el bienestar de la población, salvaguardar
la unidad nacional y defender, al precio que sea necesario, la soberanía
y la independencia del país (Aplausos).
No nos dejaremos provocar, ni renunciaremos a nuestra sagrada independencia.
Ante las amenazas del enemigo, actuaremos como nos ha convocado Raúl:
cada uno desde su barrio, desde su comunidad, debe estar listo para
salir al combate y hacer suya aquella frase que dijimos cuando el
fallecimiento del Comandante en Jefe de la Revolución cubana: ¡Yo soy
Fidel! (Aplausos.)
Cuando se mira afuera, se confirman todas las razones para resistir y
crear sin desmayos. La crisis del multilateralismo, tan cuestionada en
la más reciente Cumbre de los No Alineados, por los profundos
desequilibrios que provoca y su permanente amenaza a la paz, nos muestra
un mundo donde se profundizan las desigualdades y se margina y excluye a
las mayorías.
El neoliberalismo, empujado por los poderes mediáticos y los
fundamentalismos de todo tipo, empobrece naciones que ayer fueron
prósperas. Acabamos de comprobarlo en Argentina, salvada ya
una vez del desastre neoliberal y convertida, nuevamente, en “tierra
arrasada” en solo cuatro años de desproporcionados ajustes, como están
documentando sus intelectuales y artistas, indignados por las elevadas
deudas sociales que deja el Gobierno saliente, gran impulsor de las
recetas neoliberales.
Bajo similares esquemas, el modelo chileno, tan exaltado por los
organismos financieros internacionales, hoy muestra la incapacidad para
resolver los problemas sociales que genera la economía diseñada por los
Chicago Boys.
Sus jóvenes, golpeados y abusados por cientos, están protagonizando, en
manifestaciones incansables, una batalla épica contra el sistema que
los excluye.
Reclaman derechos que no ha atendido con seriedad su Gobierno ni
parecen ser visibles para la OEA, que tanta preocupación muestra por la
estabilidad y la democracia en Venezuela, Nicaragua y hasta en Cuba, que
no tiene nada que agradecer al “ministerio de colonias”, al que por
suerte dejamos de pertenecer hace más de 50 años.
Ratificamos que mantendremos la solidaridad y cooperación con
la República Bolivariana de Venezuela, su Gobierno legítimo bajo la
presidencia de Nicolás Maduro Moros, y con el Gobierno y pueblo
sandinistas, liderados por el presidente Daniel Ortega.
Valga el recordatorio para aquellos que montan los
shows anticubanos con el grotesco Secretario General de la OEA en el centro de la escena.
Otro episodio indignante e inaceptable que nos deja 2019 es el golpe de Estado al presidente Evo Morales Ayma, en Bolivia, promovido por la oligarquía local bajo orientaciones yanquis, también con la escandalosa complicidad de la OEA.
Profundamente racistas, los ejecutores del golpe de Estado, repiten
la fórmula ensayada contra Venezuela de poderes autoproclamados. Ya no
importa si se ha comprobado que fue mentiroso el informe de la OEA y que
jamás hubo violaciones ni fraude por parte del MAS. Sus líderes están
refugiados hoy en otros países, perseguidos por los reales delincuentes:
los que se hicieron del poder con la Biblia en una mano y el fusil en
la otra.
Desde que se inició el golpe, Cuba lo condenó.
Reafirmamos hoy aquí nuestra solidaridad con el compañero Evo Morales Ayma y el pueblo boliviano (Aplausos).
A los intentos foráneos por desestabilizar a los Estados caribeños de
Dominica y Surinam, respondemos que la solidaridad de Cuba con ambos
gobiernos y pueblos es sólida y firme.
En ese amargo contexto
han emergido procesos esperanzadores en México y Argentina.
Ninguno de ellos se ha propuesto construir el socialismo ni estatizar
la economía y, aun así, ya ha comenzado la guerra contra sus políticas
sociales, agitando el fantasma de la influencia marxista.
Ratificamos nuestras simpatías y solidaridad con el Gobierno
de Andrés Manuel López Obrador en México, y aplaudimos la elección de
Alberto Fernández y Cristina Fernández como presidente y vicepresidenta
de Argentina (Aplausos). Insistimos en que debe reclamarse la
restitución de la inocencia de Lula, sus derechos políticos y su
consiguiente libertad plena.
En México y Argentina asistimos, durante el último año transcurrido,
al resurgimiento del sueño integrador y la idea de preservar la Celac,
diversa y plural, que logró establecer en nuestro país, en 2014, más que
una Proclama, una voluntad compartida de ser para siempre Zona de Paz.
Los lazos con África, Asia, Oceanía y Medio Oriente, se consolidan.
Se han fortalecido nuestras relaciones políticas y los intercambios de
alto nivel con la Federación de Rusia, la República Popular China y la
República Socialista de Vietnam.
Ha sido un año positivo en los vínculos con la Unión Europea y
sus Estados Miembros en las diferentes esferas, incluida la económica
comercial, de inversión y la cooperación.
La participación de Cuba en la XVIII Cumbre del Movimiento de Países
No Alineados, celebrada en Bakú, Azerbaiyán, fue activa y fructífera.
Reiteramos la importancia de que el Movimiento desempeñe un papel
internacional cada vez más vigoroso para enfrentar unidos los grandes
desafíos impuestos a los países del Sur.
Compañeras y compañeros:
A grandes rasgos hemos descrito la situación política internacional,
agravada por la ya citada crisis del multilateralismo y la elevada
injerencia norteamericana en nuestra región.
En ese contexto, plagado de riesgos y amenazas, el discreto
comportamiento de la economía cubana no es una excepción. La Cepal
(Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas),
confirmó que persiste la desaceleración generalizada en América Latina y
el Caribe, previéndose un crecimiento del 0,1 %. Y anuncia que será
bajo para 2020, con una tasa estimada del 1,3 %, en un contexto
internacional caracterizado por el agravamiento de las tensiones
comerciales, entre otros factores.
En esos índices se mueven los
resultados económicos de Cuba en 2019, con su 0,5 % de crecimiento y
los pronósticos para el 2020, situados en un realista 1 %.
No somos excepción. Lo verdaderamente excepcional es que no hayamos
descendido bajo el peso de las descomunales presiones y la persecución
financiera exacerbada este año hasta límites insólitos.
La excepcionalidad es también que
no hemos acudido a las cómodas recetas neoliberales que vuelven a ponerse de moda,
aunque esté más que probado que solo sirven para agigantar la brecha
entre los pocos, poquísimos, cada vez más ricos y las mayorías que se
empobrecen aceleradamente.
Permítanme recordar que en el apogeo del neoliberalismo, en la década
de los años 90 del pasado siglo, Fidel “fue al futuro y regresó para
contarlo”, como se dice de sus facultades premonitorias. En el contexto
de una Cumbre Iberoamericana, en 1993, nuestro líder histórico avisó:
“El neoliberalismo no tiene porvenir y llegará el momento
en que todo eso empiece a cuestionarse, pero tiene que pasar el tiempo
y, mientras tanto, tenemos que estar ahí luchando por las cosas más
justas, por las ideas más correctas, formando conciencia. Es muy
importante que los pueblos tomen conciencia, y los pueblos van a tomar
conciencia en la medida en que ven que estas recetas no resuelven los
problemas”.
Cuando Fidel expresó aquella crítica adelantada, los teóricos del
sistema se empeñaban en convencernos de que el capitalismo era el fin de
la historia. Hoy podríamos decir que estamos asistiendo al fin de la
historia del capitalismo. Todo lo que vemos es repetición de fórmulas
que ya probaron su ineficacia y, lo que es peor, a pesar de su elevado
costo social.
No, gracias, no queremos eso para nuestro pueblo.
Queremos
prosperidad y vamos a luchar por ella a brazo partido; pero nunca al
costo de dejar a las mayorías fuera de sus beneficios.
No nos interesa una sociedad, como hemos visto tantas por ahí, donde
las luminarias que publicitan el progreso opacan a las estrellas en el
cielo, mientras cientos de personas duermen en los parques y decenas de
niños se lanzan sobre vehículos climatizados para limpiarles los vidrios
a sus acomodados pasajeros, hombres y mujeres que creen aliviar sus
conciencias lanzándoles unas monedas para comer.
Queremos que la decencia, la belleza, el buen gusto y la
cultura del detalle se instalen en nuestras ciudades y que las mejores
prácticas productivas hagan florecer nuestros campos. Queremos
que el trabajo honrado y la eficiencia les ganen la guerra a las
ilegalidades, al burocratismo, al acomodamiento, a la inercia y a la
apatía.
Los cubanos somos vencedores del imposible. Y es un buen momento para proponernos otro año de excepcionalidad positiva.
Pasando revista a lo más sobresaliente del que termina, a nosotros mismos nos sorprende el salto por encima de las dificultades:
Comenzando 2019, un devastador tornado dañó severamente viviendas y
centros productivos de cinco municipios de nuestra capital. Aquella
madrugada del 28 de enero, en medio de la oscuridad, entre los
escombros, pocos creyeron que sería posible restañar sus profundas
heridas y cumplir los programas de construcción y embellecimiento por
los 500 años de La Habana.
Un real tornado de trabajo, esfuerzo, solidaridad e
inteligencia colectiva borró en unos meses el golpe de la naturaleza,
imponiendo récord en las inversiones previstas.
Eso contribuyó al sobrecumplimiento que más nos anima al terminar el
primer año de la Política de la Vivienda aprobada. Con esfuerzos
propios, subsidios y estatalmente,
se terminaron 43 700 viviendas,
10 000 más que lo planificado, una verdadera inspiración para los
próximos años, en que aspiramos a terminar más de 60 000 anualmente.
Solo así y bajo nuevos conceptos de funcionalidad, calidad y armonía con
el entorno, llegaremos un día a resolver los acumulados problemas con
la vivienda.
Fue también 2019 el año de empezar a ver el resultado de las más fuertes inversiones en el transporte terrestre y ferroviario.
Se pusieron en funcionamiento 80 nuevos coches en los trenes nacionales,
lo cual se acompañó de una renovación de la calidad de estos servicios,
así como la rehabilitación de las principales estaciones ferroviarias.
Se incorporaron a los servicios públicos más de 300 ómnibus ensamblados en Cuba, 69 semiómnibus y 125 triciclos,
al tiempo que se avanzó en la recuperación de ómnibus paralizados por
largo plazo, lo que puso un poco de alivio en uno de los problemas más
agudos del país y que seguirá demandando recursos y eficiencia.
Los trabajadores del sector presupuestado seguramente recordarán que
en
2019 sus salarios se multiplicaron hasta tres veces, lo que favoreció,
entre otras cosas, la reincorporación de 12 942 maestros a las aulas, para el 96,9 % del completamiento de la cobertura docente sin utilización de alternativas.
Mañana es el Día del Educador, a los queridos maestros cubanos llegue
la felicitación y el reconocimiento por sus aportes en ese día
(Aplausos).
Sin llegar aún la reforma salarial, el aumento elevó el valor real de
los ingresos de los trabajadores del sector estatal y en menor medida
de la seguridad social, una demanda pospuesta durante años en espera de
un mejoramiento de la economía, que sigue pendiente.
Fue el año en que se extendieron y profundizaron los servicios de
telefonía y acceso a Internet, al punto de pasar de uno de los últimos
lugares en el mundo a ser una de las sociedades donde más dinámicamente
creció la conexión a la red de redes.
Siete millones trescientas mil líneas telefónicas, de ellas
6 millones para teléfonos móviles y más de 3 millones de usuarios
utilizando tecnología de 3G y 4G, significan avances trascendentes en el propósito de alcanzar la mayor informatización de la sociedad.
Párrafo aparte para
el turismo que, siendo el sector más golpeado por el reforzamiento del bloqueo, junto con los servicios médicos,
logró sobrepasar los 4 millones de turistas,
poner en explotación 3 855 nuevas habitaciones y avanzar en el
encadenamiento de la producción nacional, la inversión extranjera y el
sector no estatal, aspectos en los que hay que continuar trabajando, por
su incidencia en la economía nacional y en el mejoramiento continuo de
la calidad.
En la Zona Especial de Desarrollo Mariel ya funcionan plantas
industriales que fabrican productos cubanos necesarios para nuestro
mercado interno y con posibilidades de exportación.
Pero lo más trascendente del año para esta legislatura y
para todos los ciudadanos es que se aprobó la nueva Constitución, que
fortalece la sociedad cubana y abre nuevos caminos a la
institucionalización del país.
De su implementación han emergido
seis leyes en dos periodos de sesiones,
en un ejercicio legislativo sin precedentes que hoy nos deja con los
instrumentos legales indispensables para el mejor funcionamiento de la
propia Asamblea Nacional, las municipales y los Consejos Populares, así
como con nuevas figuras y formas de ejercicio del Gobierno, que deben
conducirnos al perfeccionamiento impostergable de los órganos de poder
del pueblo.
En esta sesión parlamentaria hemos elegido por primera vez en estos
años al Primer Ministro y además al nuevo Consejo de Ministros. Podemos
asegurarles que
el compañero Manuel Marrero Cruz, los
viceprimeros ministros y los ministros designados se entregarán por
completo, dando continuidad a la enaltecedora acción de ejercer el
gobierno con el pueblo y para el pueblo.
Avanzábamos en esa dinámica de trabajo en función de las más
apremiantes necesidades y demandas de la población, cuando la arremetida
imperial nos privó de más de un 50 % de las necesidades de combustible a
partir de septiembre.
Llegó la “coyuntura”, ese periodo que tensionó todas nuestras fuerzas para evitar afectaciones y retrocesos.
Y se hicieron chistes y memes en las redes sociales que pasarán a la
lista de una de las más poderosas fuerzas del ser nacional: la capacidad
de bromear hasta con nuestros más graves problemas. Incluso, los que
empleamos la palabra inicialmente para espantar los sustos provocados
por el rumor malintencionado de que volverían los momentos más difíciles
del Periodo Especial, aliviamos las angustias por las paradas llenas,
las gasolineras apagadas o con largas colas, las producciones detenidas y
todos los problemas asociados, riéndonos cuando no quedaba otra salida.
Esa fue una pelea más que ganamos, pero no totalmente (Aplausos). Si
la “coyuntura” nos obligó a buscar en las experiencias de tiempos peores
prácticas de ahorro engavetadas,
apenas ha pasado la crisis más
dura y algunos choferes de autos estatales han vuelto a subir los
cristales y a olvidarse de la solidaridad. Y hay medidas que no pueden
ser coyunturales. Tenemos que imponerlas hasta que la rutina las vuelva
costumbre. Como todas las formas de ahorro y todas las prácticas
solidarias.
Esta es una decisión. No es un pedido. Es una
disposición que doy en nombre del Gobierno y de las necesidades de la
mayoría (Aplausos). Y exigiremos su cumplimiento porque es mandato del
pueblo.
Lo bueno que tienen los malos tiempos es que nos educan en mejores
prácticas. Y de algo debe servirnos la educación y la cultura adquiridas
en 60 años de Revolución, esa riqueza moral que no hay tesoro material
que la sustituya o la supere.
He mencionado solo algunos de los hechos más notables de la actividad
del Gobierno en el año, por su impacto en toda la población y porque
las comparecencias de nuestro Ministro de Economía y de nuestra Ministra
de Finanzas han dado los detalles indispensables.
Otros datos y resultados por organismos serán publicados en el sitio
de la Presidencia y esperamos que nutran nuestras redes sociales. En
verdad hay mucho de qué enorgullecernos, como queda todavía muchísimo
por resolver.
Lo más apremiante es el ordenamiento monetario.
No olvidamos lo que dijo hace dos años el General de Ejército sobre el tema:
“Nadie puede calcular, ni el más sabio de los sabios que
tengamos nosotros, el elevado costo que ha significado para el sector
estatal la persistencia de la dualidad monetaria y cambiaria, la cual
favorece la injusta pirámide invertida, donde a mayor responsabilidad se
recibe una menor retribución y no todos los ciudadanos aptos se sienten
motivados a trabajar legalmente, al tiempo que se desestimula la
promoción a cargos superiores de los mejores y más capacitados
trabajadores y cuadros, algunos de los cuales emigran al sector no
estatal.
“Debo reconocer que este asunto nos ha tomado demasiado tiempo y no
puede dilatarse más su solución”. Los aplausos que entonces acompañaron
sus palabras tenemos el deber de transformarlos en esfuerzos para
cumplir con los plazos previstos.
Podemos asegurarles que
el ordenamiento monetario se encuentra en fase avanzada de estudio y aprobación.
Actualmente se concentran los esfuerzos en la validación integral de
los resultados de cada tema; la elaboración de las normas jurídicas, la
organización y ejecución de los procesos de capacitación, aseguramiento
político y comunicación social.
Se confirma la integralidad del proceso y su complejidad, dado que a
barca
aspectos estrechamente interrelacionados que tendrán impacto en toda la
sociedad, los que serán aplicados con la secuencia prevista,
minimizando los efectos en la población.
Este proceso no es un canje de monedas, por lo que ratifico lo
expresado en ocasiones anteriores en cuanto a que se garantizarán los
depósitos bancarios en divisas extranjeras, pesos convertibles, pesos
cubanos, así como el efectivo en manos de la población.
Todas las medidas derivadas del mismo serán oportunamente informadas a nuestro pueblo.
Compañeros y compañeras:
Tres prioridades nos hemos planteado para enfrentar los ataques del
adversario sin renunciar a nuestros programas de desarrollo. La primera
es ideológica y tiene que ver directamente con nuestra
defensa,
desde las más profundas convicciones. El pueblo cubano, formado y
entrenado por Fidel en batallas legendarias, está preparado, para
entender y asumir cuantos problemas nos plantee la agresión enemiga.
Solo necesita estar informado y recibir las explicaciones
oportunamente.
Lo demostró cuando informamos la situación creada con la
disponibilidad de combustible y convocamos a convertir un ataque del
enemigo en oportunidad para desatar la creatividad y rescatar saberes de
otros tiempos.
Fortalecernos ideológicamente significa convertir la resistencia en
aprendizaje y ese aprendizaje en soluciones emancipadoras, en tanto nos
liberan de viejas dependencias y ataduras a esquemas de trabajo
obsoletos.
Cuando convocamos a pensar como país y pensar distinto, estamos
llamando a crear. Cuba es un pueblo de creadores. ¿Qué ha sido nuestra
larga resistencia sino un acto perpetuo de creación?
Otra prioridad es la
batalla económica. Y vean que no digo la segunda batalla, digo “otra prioridad”, porque todas tienen importancia.
El enemigo ha convertido la economía cubana en el primer objetivo a destruir.
No solo porque es el camino a la destrucción de la Revolución, sino
porque es un modo de demostrar que el socialismo es un sistema inviable.
Y cada minuto de la resistencia a la agresión está diciendo justamente
lo contrario: que solo el socialismo hace posible el milagro de una
pequeña nación victoriosa frente a un poderoso imperio que no ha podido
rendirla.
Pero no solo nos interesa resistir. Ese mérito lo conquistamos hace tiempo.
El desafío es, en medio de esa misma guerra, conquistar la mayor prosperidad posible.
Para ello necesitamos mayores producciones, más diversas y de más
calidad, con el valor añadido de la ciencia y los encadenamientos que
deben ponernos en capacidad de disminuir las importaciones y aumentar
las exportaciones, en un esquema de sostenibilidad a la altura del
conocimiento científico y las demostradas habilidades del cubano. Con
tal convicción defenderemos el Plan de la Economía y el Presupuesto para
el 2020 aprobados en esta sesión.
Junto a esas prioridades está el ejercicio legislativo cuyo cronograma se aprobó también en esta Asamblea.
En los próximos meses y años debemos aprobar nuevas leyes
y prepararnos para legislar sobre temas trascendentes por su alta
sensibilidad, que incluye algunos que han sido motivo de preocupación
por diversas personas, relacionados con la violencia de género, el
racismo, el maltrato animal y la diversidad sexual.
Los cuatro están siendo objeto de atención y seguimiento para
reforzar y fortalecer la legalidad, pero sin dar espacio a
enfrentamientos y fracturas que tratan de promover fuerzas exógenas
empeñadas en interferir en asuntos sagrados para la sensibilidad
nacional.
El Gobierno cubano, nacido de la Revolución que liberó a la mujer de
la esclavitud doméstica, que hizo a todos los ciudadanos iguales, que
sanciona y condena la violencia en todas sus formas, conoce y comparte
las insatisfacciones de sectores de la población afectados por los
vestigios de los abusos que sobreviven en su seno, pese a las políticas
oficiales orientadas a la conquista de “toda la justicia”, como pedía
Martí.
Lo que no podemos perder de vista es que solo llegaremos a
esa justicia total como hemos llegado hasta aquí, en medio de los peores
augurios y vendavales; con unidad y en unidad.
No es fragmentando la sociedad, acusando al otro, buscando lo que nos
divide, como llegaremos a solucionar nuestras deudas con lo más justo
para todos:
¡Unidos hemos vencido! ¡Unidos venceremos! (Aplausos.)
Recientemente hemos aprobado un programa de Gobierno para enfrentar
la discriminación racial. Ese es el espíritu que nos anima cuando nos
disponemos a enfrentar un nuevo año con la certeza que nos deja este:
¡Juntos todo es posible!
Una sociedad donde la mujer escaló en
60 años del rincón más oscuro de la casa al podio de la mayoría
profesional del país; una nación mestiza, donde todos somos tan claros
que parecemos blancos y tan oscuros que parecemos negros, como diría Don
Fernando Ortiz; un pueblo tan sensible que cree en la vida y la exalta
todos los días, tiene todas las condiciones para enfrentarse y resolver
definitivamente cualquier vestigio de maltrato, exclusión,
discriminación o sometimiento que haya sobrevivido a la obra justiciera
de la Revolución. ¡Y lo haremos! (Aplausos.)
Así es como vemos el progreso de nuestra sociedad en ámbitos igual de
profundos, aunque menos tangibles. Me refiero a la espiritualidad en
todas sus dimensiones, a la necesidad de ir creciendo en el
reforzamiento de los valores que deben distinguir a una sociedad como la
nuestra. Y a la erradicación de actitudes contrarias a la moral de esa
sociedad en la que nos reconocemos.
El General de Ejército ha comentado más de una vez cómo en la escuela
donde se formó de niño lo educaron en un ejercicio de introspección
autocrítica que a sus años aún sigue practicando: evaluar al final de
cada día qué había hecho de útil y de bueno y qué no.
En
La Edad de Oro Martí dejó escrito que no debe pasar un
día sin que hayamos hecho una buena acción, principio educativo
fundamental de La Colmenita a la que tanto admiramos.
No es solo para los niños esa recomendación. Es para todas las edades y para los ciudadanos en su conjunto.
La hermosa sociedad que nos debemos llegará más pronto en la medida en que exijamos comportamientos cívicos como obligación.
Por poner un par de ejemplos: ¿De qué valen las obras por los 500 de
La Habana que han engalanado a la capital, si la higiene de la Ciudad
vuelve a desaparecer entre montañas de basura y no se sanciona
debidamente ni a quienes tienen la responsabilidad de resolverlo ni a
quienes conviven con esas prácticas en sus propias puertas?
Y otro ejemplo: ¿De qué valen los controles, las auditorías, las
sanciones severas, si apenas cuando se aplica la ley empezamos a ver al
que delinque como víctima?
El paternalismo es otro de esos vicios que debilita la velocidad y profundidad de nuestros avances.
Durante los debates en comisiones se discutió más de una vez sobre las
prácticas abusivas de quienes complican y negocian con los trámites más
sencillos. Pero, qué trabajo cuesta que se generalice la sanción moral,
la denuncia, la negativa a ser sobornados o a sobornar.
Me he extendido en reflexiones sobre estos asuntos porque aquí
estamos casi todos los responsables, no solo de hacer y aprobar las
leyes, sino también de hacerlas cumplir. Y es nuestro deber convertirlas
en letra viva (Aplausos).
Queda mucho por decir y hacer, pero, además, falta darnos el
tiempo para celebrar el año que concluye, cargado de tensiones y
desafíos, pero tanto como de victorias.
Vivamos los próximos días y horas como si triunfara la Revolución
otra vez. La Revolución triunfa cada vez que le arrebatamos al imperio
una victoria para nuestra causa. Y en 2019 lo hicimos muchas veces
(Aplausos).
Que nuestras plazas urbanas y rurales se llenen de música y de alegría.
Hay todas las razones para festejar. En el año 61 de la Revolución,
nos tiraron a matar y estamos vivos (Aplausos prolongados). Vivos,
celebrando y empeñados en seguir ganando.
¡Patria o Muerte!
¡Socialismo o Muerte!
¡Venceremos!
(Ovación.)