Publicado: 24 ago 2018 23:37 GMT
De entrada, el analista recuerda que desde Dwight Eisenhower en la década de 1950, todos los presidentes estadounidenses han celebrado una o más cumbres con los líderes del Kremlin —en primer lugar, para "evitar errores de cálculo" que podrían desencadenar "una guerra entre las dos superpotencias nucleares"—, y en general, todos recibieron apoyo bipartidista para hacerlo. Sin embargo, cuando Trump continuó esa tradición en julio al reunirse con el presidente ruso Putin en Helsinki, "fue duramente criticado por gran parte del 'establishment'".
"Acusación alarmante"
Mientras tanto, John Brennan, director de la CIA bajo la presidencia de Obama, fue mucho más allá y caracterizó la rueda de prensa conjunta de Trump y Putin como "nada menos que traidora". "Presumiblemente en reacción", Trump revocó la autorización de seguridad a Brennan —el acceso a información clasificada generalmente otorgado a exoficiales de seguridad—, acción por la que el exjefe de la CIA fue inmediatamente "heroizado" en la mayoría de los medios políticos como "un avatar de las libertades civiles y de la libertad de expresión", mientras que Trump fue tachado como un enemigo de las mismas, recuerda Cohen.Sin embargo, este "furor" mediático esconde algo "verdaderamente importante y tal vez siniestro", sostiene el analista, para detallar que la acusación de Brennan "no tiene precedentes", pues ningún oficial de Inteligencia de alto nivel había acusado alguna vez a un presidente en funciones de traición, y "más aún en connivencia con el Kremlin". Además, el hecho de que provenga de Brennan —un hombre que "insinúa fuertemente" poseer "secretos oscuros"—, hace que la acusación tenga implicaciones aún más "alarmantes", asevera el autor del artículo.
Brennan "dejó en claro que esperaba la destitución de Trump", pero "en otro momento, y en muchos otros países", su acusación sugeriría que Trump debería ser alejado de la presidencia "con urgencia por cualquier medio, incluso un golpe", resalta Cohen, añadiendo que nadie parece haber notado "esta implicación extraordinaria con su amenaza tácita a la democracia estadounidense".
El 'Padrino' del 'Russiagate'
En cuanto a las razones que habrían llevado a Brennan a realizar una acusación tan fuerte, —que "podría caracterizarse como sedición"— la explicación "más plausible" es que trató de "desviar la creciente atención a su papel como el 'Padrino' de toda la narrativa de 'Russiagate'", explica el autor del artículo.En este sentido, Cohen recuerda las "opiniones sin adornos" de Brennan sobre Rusia, expresadas "con asombrosa" franqueza en un artículo de opinión en The New York Times el 17 de agosto. Allí, el exjefe de la CIA alertó que "los políticos, los partidos políticos, los medios de comunicación, los 'think tanks' y los 'influencers' occidentales son fácilmente manipulados, a sabiendas e inconscientemente, o incluso comprados abiertamente, por agentes rusos", que están "bien entrenados en el arte del engaño" y buscan "individuos crédulos o sin escrúpulos que se vuelvan dóciles en manos de sus titiriteros rusos".
Cuarta rama del Gobierno
Según Cohen, "decenas de exoficiales de Inteligencia y militares" se unieron en torno a este John Brennan "sin adornos", aunque matizaron que no compartían enteramente sus opiniones.Para el analista, "es poco apropiado" denominar a todas estas personas como "representantes de un 'Estado profundo' oculto", ya que, en los últimos años, han sido "ampliamente visibles" en la televisión y los periódicos. En cambio, "se ven y se presentan" como miembros de una "cuarta rama del Gobierno, completamente empoderada y esencial", recalca Cohen.
"Crisis profunda"
Al mismo tiempo, el experto advierte de que Brennan puede ser "solo un síntoma" de una "profunda crisis" en EE.UU., que algunos consideran como "la peor desde la Guerra Civil".Aunque "hubo un tiempo" en el que muchos demócratas, sobre todo demócratas liberales, "podían resistir este tipo de histeria y propagación del neomacartismo", ahora los miembros demócratas del Congreso y los medios de comunicación prodemocráticos "están a la vanguardia de la nueva histeria antirrusa", con solo algunas excepciones, se lamenta el profesor.
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