Por:
Raúl Castro Ruz
Palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer
Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros en el acto de masas en
homenaje póstumo al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel
Casto Ruz, en la Plaza de la Revolución , el 29 de noviembre de 2016,
“Año 58 de la Revolución”.
Estimados Jefes de Estado y de Gobierno;
Señores Jefes de Delegaciones;
Destacadas personalidades;
Amigos todos;
Querido pueblo de Cuba (Aplausos):
Aunque me corresponderá pronunciar el discurso final el próximo 3 de
diciembre, cuando nos reunamos en la Plaza de la Revolución Antonio
Maceo, en Santiago de Cuba, deseo manifestar ahora, en nombre de nuestro
pueblo, Partido y Gobierno, así como de la familia, sincera gratitud
por su presencia en este acto (Aplausos), por las emocionantes palabras
que aquí se han expresado y también por las extraordinarias e
innumerables muestras de solidaridad, afecto y respeto recibidas de todo
el planeta en esta hora de dolor y de compromiso.
Fidel consagró toda su vida a la solidaridad y encabezó una
Revolución socialista “de los humildes, por los humildes y para los
humildes” que se convirtió en un símbolo de la lucha anticolonialista,
antiapartheid y antimperialista, por la emancipación y la dignidad de
los pueblos.
Sus vibrantes palabras resuenan hoy en esta Plaza, como en la
Concentración Campesina del 26 de julio de 1959 en apoyo a la Reforma
Agraria, que fue como cruzar el Rubicón y desató la condena a muerte de
la Revolución. Aquí Fidel ratificó que “la Reforma Agraria va”. Y la
hicimos. Hoy, 57 años después, estamos honrando a quien la concibió y
encabezó.
En este lugar, votamos junto a él la Primera y la Segunda Declaración
de La Habana de 1960 y 1962, respectivamente (Aplausos). Frente a las
agresiones apoyadas por la Organización de Estados Americanos (OEA)
Fidel proclamó que “detrás de la Patria, detrás de la bandera libre,
detrás de la Revolución redentora… hay un pueblo digno” dispuesto a
defender su independencia y “el común destino de América Latina
liberada”.
Estaba junto a Fidel en el edificio que ocupa hoy el MINFAR, o sea,
Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuando escuchamos la
explosión del barco francés La Coubre, que traía las primeras y únicas
armas que pudimos comprar en Europa, y partimos al muelle, porque ya
sabíamos que solo esa explosión podía originarse en el barco que estaba
descargando esas armas, para socorrer a las víctimas, cuando minutos
después de nuestra llegada se produjo, como trampa mortal, una segunda
explosión. Entre ambas causaron 101 muertos y numerosos heridos.
Aquí, con él, se hizo la Declaración de Cuba como Territorio Libre de
Analfabetismo en diciembre de 1961 (Aplausos), al terminar la Campaña
de Alfabetización protagonizada por más de 250 000 maestros y
estudiantes que no se detuvo, mientras ese mismo año los veteranos del
Ejército Rebelde y las nacientes Milicias Nacionales Revolucionarias
combatían a los mercenarios en Playa Girón y en las zonas montañosas
contra las bandas armadas infiltradas desde el exterior que, entre otras
muchas y múltiples fechorías, asesinaron a 10 jóvenes alfabetizadores.
Se venció en Girón y se cumplió al mismo tiempo con la alfabetización de
todo el país (Aplausos), para consagrar, como dijo entonces Fidel, que
“los jóvenes tienen el porvenir en sus manos” (Aplausos).
Con profunda emoción aquí mismo escuchamos al Comandante en Jefe en
esta Plaza, en la Velada Solemne de octubre de 1967, para rendir tributo
al inolvidable Comandante Che Guevara y regresamos a ella, 30 años
después, durante la etapa más dura del Período Especial, para
comprometernos ante sus restos a que seguiríamos su ejemplo inmortal.
Estremecidos e indignados, asistimos a la Despedida de Duelo de las
73 personas asesinadas por el terrorismo de Estado en la voladura del
avión de Cubana de Aviación en Barbados, entre ellas los jóvenes
ganadores de todas las medallas de oro en el cuarto Campeonato
Centroamericano y del Caribe de Esgrima. En esa ocasión repetimos con él
que “cuando un pueblo enérgico y viril llora”, (Exclamaciones de: “¡La
injusticia tiembla!”), exactamente, “¡la injusticia tiembla!”
(Aplausos.)
Es esta la Plaza de importantes marchas del Primero de Mayo de la
capital; en 1996 contra el bloqueo y la Ley Helms-Burton, que aún se
mantienen; del enorme Desfile de 1999 y de la Tribuna Abierta de la
Juventud, los Estudiantes y los Trabajadores del 2000, donde Fidel
expuso su concepto de Revolución, que en estos días millones de cubanos
hacen suyo con su firma, en un acto de voluntad sagrado (Aplausos).
Es este el lugar a donde hemos acudido para respaldar los acuerdos de nuestros Congresos del Partido Comunista de Cuba.
En ese mismo espíritu ha venido en estos días el pueblo, con una gran
participación de los jóvenes, a rendir emocionado tributo y a jurar
lealtad a las ideas y a la obra del Comandante en Jefe de la Revolución
Cubana (Aplausos).
Querido Fidel:
Junto al Monumento a José Martí, héroe nacional y autor intelectual
del asalto al Cuartel Moncada, donde nos hemos reunido durante más de
medio siglo, en momentos de extraordinario dolor, o para honrar a
nuestros mártires, proclamar nuestros ideales, reverenciar nuestros
símbolos y consultar al pueblo trascendentales decisiones; precisamente
aquí, donde conmemoramos nuestras victorias, te decimos junto a nuestro
abnegado, combativo y heroico pueblo: ¡Hasta la victoria siempre!
(Exclamaciones de: “¡Siempre!” y Aplausos)
(Exclaman consignas de: “¡Viva Fidel! ¡Viva Raúl!”.)
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