Precios, el justo equilibrio
Por Nelson García Santos
El presidente Raúl Castro dijo en la clausura de la Asamblea
Nacional, lo que todos, con excepción de los pillos, querían escuchar:
poner fin a una especulación desbocada que realmente no aguanta más. Y
al aplauso que retumbó, tras sus palabras de "son problemas a los que
hay que buscarles explicación; pero más que la explicación, es solución,
aunque sea transitoria", se unió toda esa Cuba laboriosa.
El traído y llevado tema de la oferta y la demanda se ha convertido
en un pretexto utilizado, hasta la saciedad, por los inescrupulosos para
ganar más y más. En realidad asumen un mutuo pacto entre ellos para
imponer precios de monopolio.
Ese fenómeno, desde hace rato el pueblo lo viene denunciando en las
asambleas de circunscripciones del Poder Popular, también en la prensa y
es motivo de observación cotidiana, lo mismo en una parada de ómnibus,
que en parques o pasillos de los centros de trabajo. En fin, ese agujero
contra los bolsillos constituye el tema más recurrente e irritante del
día a día del cubano.
De manera contundente y sencilla, el diputado Israel Pérez, del
municipio de Yaguajay, en Sancti Spíritus, echó por tierra la teoría de
que el problema radica en una oferta menor que la demanda, cuando afirmó
que los productos agropecuarios se comercializan hasta cuatro veces más
caros del precio al que los vendió el campesino. Ahí radica la
verdadera razón de este encarecimiento artificial.
Cómo resulta posible que, a pesar de una mayor área en explotación de
tierras con el fin de producir alimentos, ahora casi todo, para no ser
absolutos, valga más caro. Qué explicación tiene que aumente la
producción y, en igual medida, los costos al comprador, como ha pasado.
Ahora mismo, en el mercado del Sandino en Villa Clara, en la feria
agropecuaria, una libra de tomates valía entre 15 y 18 pesos. Y no
hablemos de los pepinos, el plátano, los ajíes, la malanga y la
lechuga...
Se trata ahora de buscar, aunque sea de manera transitoria, ni más ni
menos, un justo equilibrio sin perjudicar las ganancias de los
vendedores, pero evitando también el fin desmedido de lucro a costa del
consumidor.
Por otra parte, no resulta inédito que el Gobierno intervenga para
buscar una solución adecuada a los problemas de los altos precios de las
mercancías agropecuarias. Es una práctica internacional para proteger a
los consumidores de los especuladores o acaparadores. Y el anuncio ha
sido recibido con una ovación multitudinaria de oriente a occidente.
(Tomado del periódico Juventud Rebelde)
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