Por: Salim Lamrani
Mientras el presidente estadounidense ha
lanzado varios llamados al Congreso para que levante las sanciones
económicas, su administración sigue infligiendo multas récord a las
empresas internacionales que comercian con Cuba
El 28 de septiembre de 2015, en su
discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente
Obama hizo una constatación lúcida sobre la política exterior de Estados
Unidos hacia Cuba:
“Durante 50 años, Estados Unidos aplicó una política hacia Cuba que fracasó en mejorar la vida del pueblo cubano. Hemos optado por un cambio. Todavía tenemos diferencias con el Gobierno cubano. Seguiremos defendiendo los derechos humanos. Pero abordamos ahora estas cuestiones mediante relaciones diplomáticas, un comercio en alza y lazos entre los pueblos. Mientras estos contactos se fortalecen día a día, estoy convencido de que nuestro Congreso levantará inevitablemente un embargo que ya no debería existir”. [1]
Estas palabras del presidente de Estados
Unidos fueron saludadas calurosamente con nutridos aplausos en las
Naciones Unidas. En efecto, las medidas hostiles impuestas a la isla
desde hace más de medio siglo son anacrónicas, crueles e ineficaces.
Afectan a las categorías más vulnerables de la población y constituyen
el principal obstáculo al desarrollo del país. Del mismo modo, la
brutalidad de las sanciones ha aislado a Washington en la escena
internacional donde hasta sus más fieles aliados exigen desde hace
varias décadas el levantamiento de este estado de sitio.
No obstante, las declaraciones de buena
voluntad del presidente Obama, oficialmente favorable a la supresión de
las sanciones económicas, no van seguidas de actos. Peor aún, la Casa
Blanca sigue aplicando con una absoluta severidad su política hostil,
incluso en sus aspectos extraterritoriales, mofándose de las reglas
elementales del derecho internacional.
Así, Crédit agricole (CA), un banco
francés, acaba de ser condenado a una multa de 694 millones de euros en
Estados Unidos por realizar, entre otros, transacciones en dólares con
Cuba. Se trata de la cuarta multa más importante impuesta a una
institución financiera por Washington. CA está acusado de violar la International Emergency Economic Powers Act,
ley federal estadounidense de 1977 que permite al presidente limitar
los intercambios con algunas naciones. Frente a las amenazas de cerrar
todas sus actividades en territorio estadounidense, el banco francés no
tuvo más remedio que aceptar la sanción. [2]
En 2014, BNP Paribas tuvo que pagar la
suma astronómica de 6.500 millones de euros a Washington por mantener
relaciones financieras con La Habana. No obstante, Crédit agricole y BNP
Paribas respetaron escrupulosamente la legislación francesa, el derecho
europeo y el derecho internacional. Estas entidades no cometieron
ninguna ilegalidad en absoluto. Ambas fueron víctimas, como otras muchas
empresas mundiales, de la aplicación extraterritorial –y por
consiguiente ilegal– de las sanciones económicas de Estados Unidos
contra Cuba. En efecto, una ley nacional no puede aplicarse fuera del
territorio del país. Así, otra vez, Washington ataca de modo arbitrario
los intereses franceses. [3]
Es importante subrayar que es el
presidente Obama y no el Congreso quien tomó esa decisión, en singular
contradicción con el discurso ante las Naciones Unidas de optar por un
enfoque basado en el diálogo, el entendimiento cordial y el respeto del
derecho internacional.
No es la única contradicción del
inquilino de la Casa Blanca. En efecto, como jefe del poder ejecutivo,
Barack Obama dispone de todas las prerrogativas necesarias para
desmantelar la casi totalidad de la red de sanciones económicas, sin
necesitar el acuerdo del Congreso. Así, el presidente de Estados Unidos
puede perfectamente autorizar el comercio bilateral entre ambas
naciones. Puede también autorizar a Cuba a usar el dólar en sus
transacciones internacionales y permitir que la isla adquiera en el
mercado mundial productos con más del 10 % de componentes
estadounidenses. Obama puede también legalizar la importación de
productos fabricados en todo el mundo a partir de materias primas
cubanas y consentir la venta a crédito de productos no alimenticios a la
isla.
Sólo hay tres sectores que Barack Obama
no puede tocar sin la autorización del Congreso. No puede autorizar el
turismo ordinario a Cuba. Tampoco puede permitir que Cuba adquiera
materias primas alimenticias en el mercado estadounidense a crédito.
Finalmente, el presidente no puede autorizar que las filiales de las
empresas estadounidenses ubicadas en el exterior mantengan relaciones
comerciales con la isla.*
En cuanto al primer aspecto, la respuesta
es simple. El presidente Obama puede evitar el obstáculo legislativo
ampliando la definición de las categorías de ciudadanos estadounidenses
autorizados a viajar a Cuba. Hay actualmente 12 e incluyen entre otros
los viajes académicos, culturales, científicos, periodísticos,
profesionales, educativos, etc. Así, Barack Obama podría perfectamente
ampliar la definición de viaje cultural a Cuba y decidir, por ejemplo,
que todo ciudadano que se comprometiera a visitar un museo durante su
estancia en la isla sería incluido en esta categoría. En cuanto al
segundo tema, si el poder ejecutivo no puede autorizar la venta a
crédito de alimentos a Cuba, Obama puede permitir que Cuba compre a
crédito en el mercado estadounidense todo producto no alimenticio. El
tercer punto no tiene ningún efecto pues si el presidente Obama autoriza
que las empresas estadounidenses instaladas en el territorio nacional
tengan relaciones comerciales con Cuba, no sería necesario recurrir a
las filiales.
Barack Obama es el presidente
estadounidense que ha tomado las decisiones más avanzadas en el proceso
de acercamiento con Cuba al restablecer las relaciones diplomáticas y
consulares y al adoptar algunas medidas limitadas que flexibilizan las
sanciones. También es quien ha tenido el discurso más lúcido sobre la
política exterior de Washington hacia La Habana, reconociendo el fracaso
de un enfoque basado en la hostilidad. No obstante, sus acciones
castigadoras hacia empresas internacionales, así como su reserva en
tomar las medidas necesarias para desmantelar el estado de sitio
económico contradicen sus declaraciones de principios y suscitan la
incomprensión de la comunidad internacional.
Notas:
[1] Barack Obama, «Remarks by President Obama to the United Nations General Assembly», The White House, 28 de septiembre de 2015. https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2015/09/28/remarks-president-obama-united-nations-general-assembly (sitio consultado el 22 de octubre de 2015).
[2] Le Monde , «694 millions d’euros d’amende pour le Crédit agricole aux Etats-Unis», 20 de octubre de 2015.
[3] Salim Lamrani, «The United States, BNP Paribas and French Sovereignty», The Huffington Post, 9 de junio de 2014. http://www.huffingtonpost.com/salim-lamrani/the-united-states-bnp-par_b_5557288.html (sitio consultado el 22 de octubre de 2015).
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