Por: Cristina Fernández.
Amanecí de nubes y me voy de sol. Acabo de visitar el Cuartel de la Montaña.
Está rodeado de barrios populares. Se divisa el Palacio de Miraflores. Me cuenta el jefe de la guarnición que Hugo siempre lo miraba desde su despacho.
¡Cómo no lo iba a mirar! Allí planificó la insurrección contra Andrés Pérez. La 4ta. República, epílogo trágico del Pacto del Punto Fijo, cuando estalló el Caracazo. O como le gustaba decir a Hugo: el Venezolazo. La crisis final de las políticas neoliberales.
Represión y muerte al pueblo. Cualquier coincidencia con nuestra historia, no es casualidad. Contra eso se alzó Hugo desde el Cuartel de la Montaña. Y fracasó. "Por ahora", como avisó al rendirse.
Me muestran un cañón de época de la colonia restaurado a nuevo. Todos los días a las 4:25 horas el viejo cañón lanza salvas que marcan la hora de su partida. ¿4:25? Evita partió a las 8:25.
¡Qué horarios tan caprichosos!, ¿no? Cuando ingreso al patio, amplio, luminoso, al aire libre, no pude evitar una tristeza infinita. Hay cámaras de televisión, periodistas gráficos, cronistas. Me acompaña Cilia, la esposa de Nicolás.
Amablemente les pido a todos si se pueden retirar. Quiero estar a solas. Gracias, muchas gracias. Espero que entiendan. Ojalá.
El patio queda vacío y solo me acompañan los cuatro húsares de Carabobo de la Guardia de Honor, custodia permanente.
De algún lugar se oye en forma permanente a Hugo cantando bajito, como si flotara. ¡Como le gustaba cantar! También se escucha el ruido del agua, de la fuente que rodea su espacio.
Sin embargo, por un momento, todo es silencio. O por lo menos es lo que yo siento. Solo escucho que junto conmigo lloran algunos de los húsares.
Es extraño. Hasta hoy no se me había caído una sola lágrima. Ni siquiera el 5 de marzo, cuando me enteré. Tampoco el 6 de marzo, cuando lo velé junto a tantos. En cambio Florencia, en la misa de la Academia Militar, lloró tanto que se tuvo que ir porque se ahogaba.
Y yo nada. Era como si no quisiera admitirlo o aceptarlo. No sé, algún día, si me decido, se lo explicaré a algún psicólogo o psicóloga.
Estoy allí un buen rato. Giro en torno al féretro de mármol, una y otra vez. Y veo en la lápida una frase de un discurso de Hugo donde menciona a Alí Primera. ¿Que quién es Alí Primera? Un cantante popular venezolano, militante del PC, que murió el 16 de febrero de 1985.
16 de febrero, el día que nació mi hijo. Hugo partió el día que nació mi hermana. Qué cosa, cuando una se pone vieja empieza con lo de las fechas.
El último regalo que Hugo me hizo, fue la colección completa de CD de Alí Primera. Me los trajo su hija, María a Olivos el 8 de noviembre, y me contó la historia. Siendo militar joven, su padre los escuchaba a escondidas porque estaba prohibido que los escucharan los militares.
Leo el fragmento del discurso y la fecha en que lo pronunció. 12 de junio del 2012. 12 de junio, el mismo día del último discurso de Perón. Y dale con las fechas. Ese día yo estaba en Plaza de Mayo. Tenía 21 años. Año 1974.
¡Mi madre! (que también estaba). Cuántas cosas. Cuánta historia. Qué cosa las fechas y los hechos. Los lazos visibles. Y los invisibles también.
Cuando bajo a mirar dos retratos de Hugo que están en las galerías que rodean el patio, entra Nicolás con los que estaban esperando afuera, y me acompañan a recorrer el lugar.
Entramos a una capilla pequeña, pero deliciosa. Dos vírgenes. Una, la del Valle, y la otra¼ ¡la Rosa Mística! La que se venera en La Plata. No puedo creer. Le digo a Nicolás que le voy a enviar para que sea emplazada en la capilla, una imagen de la Virgen de Luján. Y les cuento la historia. De la Virgen, claro.
Corría mayo de 1630. Una carreta viajaba rumbo a Brasil, cargada entre otras cosas, con dos cajas que contenían imágenes de vírgenes. Al intentar cruzar el río Luján, en Buenos Aires, la carreta no se movió más. Le pusieron más bueyes, y nada.
La descargaron casi completa, y nada. Hasta que al final, bajaron una de las cajas de las vírgenes y tampoco se movía. Cuando bajaron la última caja, la carreta arrancó sin dificultad.
Volvieron a subir la caja con la otra Virgen, y otra vez la carreta no se movió. Porfiados los carreros, y terca la Virgen. Cuando abrieron la caja, apareció la imagen de la Inmaculada morena. La carreta arrancó, y la virgen se quedó en Luján. Hoy está en la Basílica, donde se la venera como patrona de la Argentina. Quedaron fascinados con la historia.
La restauración de la Basílica, fue la licitación No. 1 de Néstor. Eso no lo conté. Pero también es cierto.
Seguimos recorriendo el lugar. Hay dos salones con fotografías que recorren la vida de Hugo. La que más me conmovió es un inmenso mural. Hugo de espaldas, caminando bajo la lluvia.
El 4 de octubre, en su último y más glorioso acto, que no fue, como algunos creen, su cierre de campaña. Fue su último acto de amor. Lo supe más tarde, cuando me enteré de sus terribles e insoportables dolores. De su sacrificio casi inhumano. ¡Dios mío!
Le digo a Nicolás: Este es su lugar. Ni se les ocurra llevarlo a ningún otro, por más pomposo que parezca. Aquí empezó, y aquí se debe quedar. En SU LUGAR. En su Cuartel, junto a los barrios. Soldado del pueblo. Definitivo y para siempre.
(Tomado de Cubadebate)
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