En su 80 cumpleaños
Camilo Cienfuegos es de ese tipo de hombres cuyas vidas alcanzan dimensión de leyenda y que al mismo tiempo se proyectan y se afirman con fuerza extraordinaria en el quehacer del presente y en la imagen del futuro.
Camilo nació el 6 de febrero de 1932 en la barriada de Lawton, La Habana, en el seno de una familia de españoles, Ramón Cienfuegos Flores y Emilia Gorriarán Zavalla, que fueron los pilares fundamentales sobre los que se fue regulando su conducta y se afianzaron los valores que le permitirían, en su vida, asumir posiciones de principios desde ideas progresistas. La cada vez más difícil situación económica de la familia lo detuvo en el octavo grado de la escuela y paralizó la vocación profesional de su vida, cuando en 1940 ingresa en la Escuela Anexa de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, estudios que tuvo que abandonar por problemas económicos. Luego sería aprendiz y empleado en la tienda El Arte.
Camilo desde temprana edad comienza a involucrarse en la lucha política participando en protestas populares por el asesinato del inolvidable Jesús Menéndez o contra el aumento de la tarifa de los ómnibus.
En el año 1953 viajó a Estados Unidos en busca de una mejor situación económica, pero decide regresar indignado por el ambiente existente en ese país y por la explotación a que eran sometidos los trabajadores. Posteriormente se integra a la lucha estudiantil contra la dictadura del régimen tiránico de Fulgencio Batista y, un año más tarde, fue herido por arma de fuego durante una manifestación en honor del héroe independentista cubano Antonio Maceo, razón por la cual fue fichado por el cuerpo represivo del tirano.
Al verse perseguido y sin trabajo decidió ir al exilio, por lo que viaja nuevamente a Estados Unidos y luego se traslada a México.
Expedicionario del Granma y guerrillero inigualable, su agresividad en la lucha, su valor a toda prueba, su talento, inteligencia y disciplina revolucionaria lo convirtieron en poco tiempo en una de las figuras más relevantes de nuestra última contienda insurreccional. "No ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo", subrayó justamente Ernesto Che Guevara.
Camilo protagonizó junto al Guerrillero Heroico, uno de los más brillantes acontecimientos de la historia militar revolucionaria de nuestro país: la Invasión. "No hay palabras con qué expresar la alegría, el orgullo y la admiración que he sentido por ustedes —le escribió Fidel en octubre de 1958. Con lo que han hecho ya bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas militares".
Aunque solo pudo participar de los primeros diez meses que siguieron al triunfo del Primero de Enero de 1959; aunque cayó a los 27 años en medio de la lucha contra los traidores y la reacción al servicio del imperialismo cuando la Revolución apenas iniciaba la destrucción del viejo orden, Camilo dejó en ese tránsito fugaz una huella tan profunda y perdurable como la que grabó al encarnar a uno de los más grandes combatientes de nuestra segunda guerra por la real independencia de la Patria.
Su amor por la causa de los humildes, de los obreros y de los campesinos; su proyección netamente antimperialista; su pensamiento patriota e internacionalista; su espíritu unitario; su extraordinario sentido de la responsabilidad y del deber y su ejemplar e invariable lealtad a Fidel, al pueblo, a la Revolución, constituyen rasgos relevantes de su carismática personalidad revolucionaria a la que se unía una proverbial jovialidad criolla.
Hijo humilde de nuestro pueblo, convirtió —sin proponérselo— su meteórico e intenso paso por la Revolución Cubana en una verdadera epopeya. "Ese hombre —ha dicho Fidel—, es un hombre del pueblo, que salió del pueblo; no era ningún privilegiado; no tuvo aquellos honores ni aquella gloria porque alguien se los diera sino porque se los ganó. Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él..."
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